Es díficil contarlo desde el principio, ire empezando desde mi nombre. Me llamo Eloïse Dómine, hija de Johann Dómine. Y les contaré lo sucedido en camino al Limbo... Estábamos mi padre y yo en el salón de danza. Mi padre estaba enseñandome a bailar. El decía que era repugnante saber que los bellos rostros femeninos no sabían de danza, también decía que la actualidad ha convertido a las damas en mujeres masculinas.
Sinceramente pienso, que mi padre es el mejor hombre que haya existido en París. El no es un hombre malo, el es como todo hombre debe ser, respetado. Y nadie puede juzgarlo, solo Dios puede hacerlo, pero no creo que exista, así que es mi padre es perfecto.
Pero regresando a la historia...
Cada mujer que trae a casa los viernes son tan finas y hermosas... Que no me explico el por qué se deshace de ellas de una manera tan espantosa. Pero he aprendido a vivir con ello así que... Es como un juego. Según mi padre, es mejor cambiar de mujer antes de que esta se gaste, nunca se queda con una más de una semana, y cada vez, la mujer es mas joven. Todas las noches, en el salón, hay música de Giorgio Gaslini, el músico favorito de la familia. Mi padre bebe vino ahí, junto al balcón. Teniendo de compañia a la bella y pálida Luna. El le repetia lo hermosa que era, y le agradecia su compañia en esa noche del danzon.
Todas las mujeres que lleva a casa, a todas las invita a cenar en el gran salón, después de 3 horas me manda los cuerpos, las maquillo y las visto, para la noche de danza a luz de luna.
Ya después... Lo único que queda de ellas es un aroma a perfume, perfume de mujer.