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A ti, que te quise con fervor, a ti que te admiré, a ti que te temí.
Sin importar todo lo que me hagas, siempre te amaré y admiraré....

Mi sueño siempre fue ser como tú, aunque seas un monstruo.

Mi hermano, a quien siempre amaré y odiaré por igual, él fue otro que hizo que mi odio hacia los hombres aumentase, me gritó, pegó, y abandonó, pero eso no hizo que le odiara, no. Fueron sus gritos, esos gritos constantes que tenía con mi madre, eran tan constantes que se quedaron grabados en mi mente, siempre era rutina que al llegar mamá de su trabajo; ella y mi hermano mayor se gritasen frente a mí, muchos crecieron viendo como sus padres se pelean, yo vi como ella peleó con mi padre y luego con mi hermano.

Recordar todas las veces en que ambos se gritaron es desagradable, solían gritarse tanto que ni parecía que fueran madre e hijo, llegó a tal punto que mi hermano golpeó en dos ocasiones a mi madre, a mí también solía golpearme cuando yo no hacía lo que quería, como: servirle la comida. El pensamiento machista de mi madre, familia y pueblo, dictaba que las mujeres están para servirle a los hombres sin importar qué, según mi mamá no importa si soy médico o licenciada, sigo siendo mujer y por lo tanto mi obligación es criar niños y servirle a mi marido, debido a los traumas de mi infancia a los 12 decidí que sería monja, de esa forma no tendría hijos que terminaran odiándome como lo hacía yo con mis padres y como suponía mi hermano también, tampoco tendría un marido que me gritase y golpease solo porque yo estaba cansada de servirle y hacer lo que él quería, no tendría que ver más a mi familia y podría vivir mejor y tal vez superar mi pasado. Fue idiota, yo ni siquiera era católica, y rezar no era mi fuerza, por no decir que llegué a decir que odiaba a Dios y le maldecía por darme la vida, vida que era un asco.

Cuando superé eso, pude continuar con otros pensamientos similares.

Servirle la comida caliente era algo que debía hacer todos los días, sin embargo me ponía de caprichosa en unas ocasiones, y era cuando me maltrataba, yo sabía que era mi culpa ya que cuando le daba quejas a mamá, ella me decía que yo tenía que servir y que estaba bien que me gritara por no hacer caso, era similar con la orden del cuarto y la ropa, mi responsabilidad, yo soy mujer y mi obligación es quedarme a limpiar la casa, según mi hermano ni para eso sirvo pero al menos hacía el intento.

La relación familiar se fue por la basura, tanto mi madre como mi hermano tienen el temperamento fuerte y algo que desprecian de mi es que yo no sea así, yo soy el tipo de persona que al enojarse se pone a llorar para no gritar como mamá o lanzar golpes como mi hermano; ellos consideran que soy muy débil y odian que yo llore. Sin embargo eso es lo único que yo puedo hacer, siempre lloro sin importar si es por felicidad o tristeza, ¡soy tan débil!

Cuando mi padre se fue utilicé a mi hermano como sustituto, grave error el me trató con el desprecio que antes no demostró, al parecer le tenía harto, él no soportaba mi llanto y berrinche. Cuando supo sobre lo sucedido solo se quedó callado, que me abrazara mientras mi madre me regañaba fue algo muy increíble y que siempre apreciaré; ha sido de las pocas veces que necesité un abrazo y sí lo recibí. Es difícil explicar mi tonto y raro amor, si es que existe... Tal vez solo esté loca, suelo hacer cosas raras como hablar sola, bailar y tener pensamientos que nunca sucedieron ni sucederán.... Mis ataques de estrés son la prueba... Yo... Solo quiero descansar, pero la vida no me deja.

The Secret Of AnneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora