10: We Found Love

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Hanbin

Cuando ingresé al remolque, vi a Jinhwan echado sobre la cama, medio dormido, y solté un bufido al observar la jeringa con heroína sobre la almohada. Si no me equivocaba, debía ser la última tanda de heroína que tenía, por lo que pronto me estaría pidiendo por más.

El desgraciado tampoco me había dejado algo para mí.

—¿Hanbin? —murmuró somnoliento—. Te extrañé.

—¿Sí, ángel? —contesté sentándome sobre el colchón—. Junhoe me dijo que la pasaste bien.

—Sí, pero me gusta más bailar cuando estás presente —se volteó, quedando boca arriba, y me sonrió ampliamente—. Así puedo ponerte duro.

Solté una carcajada, divertido, y me acosté a su lado, dándole un pequeño beso en los labios. Jinhwan no tardó en acurrucarse a mí lado, sin dejar de sonreír.

Llevábamos cinco meses juntos, y a pesar de que al principio hubiera sido difícil, ya nos habíamos acostumbrado a la presencia del otro. Los padres de Jinhwan habían seguido insistiendo en buscarlo, y cuando lo hallaron, trataron de convencerlo de que se fuera con ellos, de que dejara su capricho, pero Jinhwan me sorprendió por completo y los mandó a la mierda de una, negándose a irse de mi lado. Con el paso de los días dejaron de suplicar su retorno, y ahora era sólo su mamá la que quería contactarlo.

—Me gusta tu cabello castaño —me ronroneó besándome el cuello.

Le devolví el beso.

El dinero comenzó a escasear un mes atrás, así que Jinhwan buscó algún trabajo fácil para suplir sus gastos, vale decir, poder tener dinero para comprar droga y alcohol. Junhoe lo contrató como mesero en su bar, además de que lo aprovechaba para bailar de vez en cuando y ganarse algunas monedas extras con lo que le daban algunos viejos pervertidos. No me gustaba dejarlo solo, porque...

Bueno, no es que no confiara en Jinhwan, pero tenía claro que sus deseos para conseguir dinero y así no pasar días sin alguna droga en su cuerpo eran más fuertes que su fidelidad hacia mí. Normalmente estaba yo para retenerlo en caso de que se pusiera demasiado coqueto y juguetón, en especial cuando captaba la atención de algún viejo rico que le ofrecía dinero por una mamada o follada.

Jinhwan, todavía con expresión somnolienta, bajó y comenzó a desabrocharme los pantalones.

Solté un suspiro al notar su húmeda boca rodeando mi miembro.

—¿Qué quieres? —pregunté antes de gemir cuando sus labios chuparon mi glande en tanto su mano comenzaba a masturbarme.

Soltó una risa baja.

—¿Acaso no puedo querer hacerle una mamada a mi novio por gusto? —preguntó inocente antes de ahuecar sus mejillas y empujar su polla profundo en su garganta.

Gruñí en voz baja, diciéndole de esa forma que no jugara conmigo, pero me ignoró por completo y comenzó a chupar como si la vida le fuera en ello.

Cuando estaba a punto de correrme, Hoseok presionó la base de mi pene, impidiendo que llegara al orgasmo.

—Ya no queda heroína —dijo lastimosamente.

Maldecí en voz baja.

—Me van a pagar la semana que viene —contesté entornando los ojos.

Soltó un gemido necesitado.

—Es mucho tiempo —se quejó, y lamió mi polla—, y el dinero que gané hoy no me alcanza.

—No tengo más dinero —respondí agarrándolo de los cabellos—. Ahora, o me chupas la polla, Jinhwan, o te meteré el puño en el culo.

Bajo esa amenaza Jinhwan volvió a su trabajo.

Me corrí en sus labios y rostro, gimoteando su nombre, y luego volvió a acurrucarse en mi pecho, sin limpiarse un poco.

—El señor So me ofreció casi un millón de wons si le pasaba mi culo —dijo como si nada, lamiendo su labio donde quedaban restos de semen—. Le dije que me lo pensaría.

—El señor So puede chuparme el culo —contesté fríamente—. Si aceptas, Jinhwan, voy a darte unos buenos azotes que no vas a olvidar en tu vida. Y no, no los vas a disfrutar.

Puso una mala cara, enfurruñado.

Supe lo que se venía antes de verlo.

Su maldito berrinche de chico mimado.

—¡Pero necesito algo de pasta y tú no me das nada! —gritó molesto.

Lo empujé a un lado, dándole la espalda y cerré mis ojos para fingir dormir.

Me pegó en el hombro, pero lo ignoré.

—¡Hanbin! —se quejó—. ¡No puedo estar en abstinencia! ¡Necesito algo de heroína o coca o hasta un papelillo de marihuana!

—No tengo dinero —gruñí—, así que, o te calmas, o haré que me la vuelvas a chupar para que te calles.

Soltó un quejido, pero pareció aceptar mis palabras porque no dijo algo más.

Excepto que media hora después–

—Le haré una mamada por dinero —dijo.

Bien, Jinhwan.

Me giré, furioso, y lo besé de forma brutal, haciéndolo gemir.

Con tus palabras, Jinhwan, el segundo dominó cayó.

Horas más tarde, luego de haberlo follado, estábamos los dos en la ducha, sentados uno al lado del otro mientras el agua corría por nuestros cuerpos, mojando la ropa interior que teníamos.

Me mirabas con ira mal disimulada en tus ojos, Jinhwan, y yo sabía lo que estaba pasando por tu cabeza en ese instante. Ibas a dejarte follar por ese viejo de mierda mientras yo estaba afuera, cumpliendo mis encargos de drogas, sólo porque necesitabas un poco de esa mierda en tu interior.

Pero, ¿te soy sincero? No me importaba en ese momento. Yo igual necesitaba algo de mierda en mi cuerpo.

¿Por qué no nos dimos cuenta entonces que estábamos destruyéndonos el uno al otro con nuestra actitud?

Dos días después cayó el tercer dominó y que envió todo a la mierda.

Los padres de Donghyuk se habían metido en problemas con su principal exportador de droga. Ellos eran sólo unos peones dentro de la Kkangpae, la mafia coreana.

En resumidas cuentas, terminaron debiéndole al líder de la Kkangpae un montón de dinero por ventas que no realizaron y decidieron quedarse para ellos. Unos hijos de puta, si me lo preguntas a mí.

El problema fue que, para pagarle todo lo que debían, no decidieron nada mejor que entregarle a Donghyuk como su pequeña mascota personal.

Porque Donghyuk era bonito. Era joven, lindo, un encanto que cualquier viejo pervertido querría tener bajo sus manos.

¿Cómo me enteré de eso?

Porque luego de cinco meses, Jiwon me contactó para que lo ayudara a sacar a Donghyuk de la ciudad y se lo llevara a otra parte.

Y, como el buen hermano que soy, no pude decirle que no, aunque esa porquería me costara la vida en el camino.

Born To Die //Binhwan//AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora