11: Clint Eastwood

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Jinhwan

Cuando me fui de casa me llevé las llaves, lo que fue bastante oportuno cuando me quedé sin dinero, sin posibilidad alguna de comprar drogas, y necesitaba algunas cosas que vender para poder conseguir lo que quería.

Como las joyas de mamá y Seiyeon. Como los relojes de papá.

Podía sacar buen dinero de eso.

Así que me quedé toda una tarde espiando a lo lejos la casa de mis papás, esperando que se hiciera de noche para poder entrar. Seiyeon al parecer había ido a cenar con su prometido, y papá y mamá tenían otra cena importante a la que ir, así que la casa quedaría sola como siempre.

Cuando los vi salir, recibí un mensaje de Hanbin.

¿Dónde carajos estás?

Solté un bufido.

Ocupado.

Fue lo único que contesté.

No quería hablar con él. Estaba irritado, enojado, molesto a más no poder debido a la abstinencia en la que me encontraba. Necesitaba algo de droga en mi interior, lo suficiente como para poder sobrevivir unos días más. Lo que me daban los viejos del bar ya no era suficiente y sabía que Hanbin estaba en algunos problemillas ya que llegaba a casa de un humor de perros.

Así que si él no me conseguía lo que quería, yo iba a tener que hacerlo.

Cuando lo consideré oportuno salí de mi escondite y caminé como si nada hacia la casa de mis padres. No sentía la necesidad de ocultarme porque estaba seguro que mis papás, para no pasar vergüenza alguna, no le habían dicho a nadie que su querido hijo había escapado. Así que abrí la puerta, entré, y noté que todo seguía exactamente igual, lo que era mejor para mí.

Silenciosamente subí al segundo piso, entrando al cuarto de mis padres, y busqué con rapidez las joyas de mamá y relojes de papá, todos de marcas famosas. Proseguí con la habitación de Seiyeon, importándome poco que también hubiera regalos de su novio, y con mi botín ya en mano bajé a la cocina para buscar algo que comer. Estaba cansado de desayunar y almorzar cosas en lata o comida rápida.

Silbando, saqué los restos de un pollo que debieron haber comido el día anterior, guardándolo también, siguiendo con el pan y algunas verduras y frutas.

Al voltearme, me encontré con el incrédulo rostro de mamá.

Solté un chillido, retrocediendo debido al susto.

—¿Nani? —preguntó con la voz llena de ilusión—. ¿Vas a volver, bebé?

Su tono envió una punzada de dolor a mi corazón.

Porque no odiaba a mamá a pesar de todo. Sabía que vivía en una especie de burbuja, que quería lo mejor para sus hijos, que trataría de protegernos como fuera. Sabía que, para ella, Seiyeon y yo siempre seríamos sus bebés. Papá era otro asunto, en cambio, mamá...

—Hola, mamá... —murmuré con una sonrisa débil.

—Oh, le diré a tu papá que...

—Mamá, no... —balbuceé deteniéndola—. Yo no... no voy a volver...

Se quedó quieta, volteándose a mirarme, y sus ojos parecieron fijarse entonces en mi bolso. En mis manos llenas de frutas y verduras.

Su expresión de felicidad pareció irse.

—¿Por qué estás con eso? —preguntó débilmente—. ¿Qué llevas allí, Nani?

Retrocedí, caminando hacia la puerta de la cocina.

Born To Die //Binhwan//AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora