Dia 7: Blow/Hand/Tits Job

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Solo diré, gracias por leer.
Y lo se, lo sé, me brin que dos días...

Pero es que no entiendo al día 5 de "Sub/Dom"
Y menos me llegan ideas.

☆.☆.☆.☆

-¿Otra vez leyendo?- murmuro, acercándose por detrás del sofá, y lentamente le abrazo por la espalda, lo poco que logro.
-Leer es bueno- le respondió, sin apartar su mirada del libro y cambio de pagina. Sin embargo aprovecho ese momento, para alzar su rostro hacia atrás y sentir como le tomaba un beso –Deberías de intentarlo- comento sonriendo, pero él solo volvió a besarlo.
-Léeme a mí- le murmuro, y le soltó para sentarse junto a él. En aquel sofá extenso para los dos.
-¿Esto?- le pregunto sarcásticamente, alzando el libro y se rio –Te vas a aburrir, con lo poco cultural que eres Abbacchio- se burlo de él, y Abbacchio solo le amenazo con la mirada sonriendo
-No te burles Bruno- se defendió –Además yo no soy tan inculto como crees- le presumió Abbacchio, mientras veía como él, tomaba de nuevo el libro para leer.
-¿Ah no?- le reto Bruno, evitando reírse a carcajadas frente a él – Mientes- murmuró para después quedar callado y siguió leyendo. Pero Abbacchio solo le basto un segundo, para apoyar su barbilla sobre el sillón y mirar al joven mientras leía.
-Jamás miento, y lo sabes- murmuro el albino en voz baja y suave, a la vez que acaricio con el dorso de su mano la mejilla de Bruno, haciéndole sonreír un poco. Pero al ver que Bruno ya no volteo, Abbacchio solo se acerco más a él lentamente.
-Además… yo tengo mi propia forma de leer- susurro, acercando su rostro tras su oído, respiro tan cerca de su rostro y lentamente le beso la mejilla. Bruno no dijo nada, solo sonrió de nuevo sin embargo Abbacchio no se detuvo.
Hundió lentamente su rostro contra el cuello de Bruno, dejo que su aliento corriera por su piel y de entre sus labios saliera la punta de su lengua humedecida, para correr por el cuello de Bruno, haciendo que se encogiera poco a poco de hombros
-Abbacchio basta- reacciono Bruno, apartándolo de él. Pero el hombre insistió, que hasta el libro cerro –Abbacchio basta, no me dejas leer- repitió, pero solo sentía el cosquilleo en su cuello, la saliva humedecerle la piel a cada segundo, mientras Abbacchio trataba de no parar.
-¡Abbacchio detente!- alzo la voz, volteo a verlo frente a frente. Pero eso era justo lo que Abbacchio esperaba, solo empujo a Bruno contra el sillón, apretó su cuerpo contra el suyo y le tomo de las muñecas, a la misma vez que se caía el libro al suelo.
No hubo palabra que decir, Abbacchio apretó sus labios contra los de Bruno a la vez que segundo a segundo le fue quitando el aliento. Su lengua se penetro entre sus labios, unió su boca con la de él, mezclo su saliva con la suya, a la misma vez que le robo el aliento
Bruno quiso pelear, resistirse a sus encantos pero era en vano, estaba enamorado y se dejo provocar, se dejo acariciar, se dejo amar por él. Sintió como Abbacchio apretó más y más sus muñecas, pensando que Bruno quizá quería soltarse, empujarlo, alejarlo de él, pero al contrario, él deseaba atraerlo, apretarlo mas hacia él.
Quería hundir sus manos entre su pelo, alborotarlo, jalarlo, atraerlo, quería acariciarle el rostro, penetrar su lengua hasta su garganta y hacerle saber lo provocado que estaba en menos de un minuto, y todo gracias a él.
-Abbacchio- trato de hablar Bruno finalmente, rompiendo aquel beso repentino y respiro por la boca agitadamente, mientras le miro el rostro. Cruzo su mirada con sus ojos dorados, el Albino se negó a soltarle, que solo trato de levantar su cintura, su cuerpo contra el de Abbacchio. Había una parte de su cuerpo, que claramente mostraba ya una provocación, y significaba que necesitaba atención
-Shh- interrumpió Abbacchio, y le beso la frente –Estoy leyendo- sonrió, mientras Bruno se quedo quieto justo debajo de él
-¿Y que lees?- se atrevió Bruno a preguntar, mientras Abbacchio lentamente le soltó de sus muñecas. Bajo su mirada a su camisa, y botón tras botón la abrió. Bruno ya no se movió, solo lo miro.
-No querrás saberlo- sonrió Abbacchio, mientras Bruno mantenía su respiración y no quería alterarse, no quería descontrolarse más y que Abbacchio le notase. Solo sintió como le abrió finalmente la camisa y poco a poco sintió las manos tibias de Abbacchio, adentrarse bajo la prenda y tocaran su pecho
–Además dijiste que soy inculto, lo mío te a aburrir- le contesto Abbacchio mientras Bruno cerró los ojos, trago saliva, y siguió respirando profundo. No quería alterarse mas, pero estaba perdiendo la batalla y eso Abbacchio lo noto
-Dime…- susurro, mordiéndose el labio -Dime que lees- insistió Bruno, evitando tartamudear y evitar perder la voz. Abbacchio ya se había sentado sobre su cintura, sus manos se adentraban mas y mas contra su cuerpo, las yemas de sus dedos masajeando sus hombros, rozando su pecho, apretando su estomago
-Abbacchio- gimió, y él sonrió. Bajo su rostro contra su piel y beso a beso trazo una línea sobre su pecho descubierto, Bruno solo se apretó el pantalón, cerró más los ojos y se mordió fuerte los labios. Las suaves y lentas caricias de Abbacchio lo tenían realmente perturbado, excitado, alterado. Todo en cuestión de instantes.
-Una pareja de enamorados…. Están haciendo el amor- susurro Abbacchio con la sonrisa en su rostro, levantando levente su mirada al joven que sentía como poco a poco sus mejillas se ruborizaban ante tanta excitación, y con cosas tan simples como una caricias, sobre la piel desnuda, con el peso de su cuerpo apretarse contra el suyo.
-¿Y Qué sucede?- se atrevió a preguntar Bruno, mientras Abbacchio le tapo los labios con su dedo
-Shh- le interrumpió -Déjame leer- le contestó, mientras le levanto del sillón. Se sentaron de nuevo y Abbacchio no perdió la oportunidad de quitarle la camisa completamente, a la misma vez que se quito la de él
-Léeme a mi- suspiro Bruno, mientras volvía a besarle nuevamente, una y otra vez. A la vez que volvían a acostarse contra el mueble, la pareja semidesnuda no dejo de besarse una y otra vez, mientras el placer aumentaba entre sus besos. Cayeron al suelo pero no se separaron, ignoraron el golpe y se siguieron besando, hasta que Abbacchio volvía a tomar el control de Bruno.
-¿Quieres que te diga? ¿O quieres que lo haga?- pregunto Abbacchio, mientras solo abrazo a Bruno lentamente en el suelo, estaba aun acostado sobre de él. Metió su mano bajo su espalda y le beso tras el oído. Bruno quedo callado totalmente, no dijo una sola palabra, y Abbacchio no se quejo.
Dejo recorrer su mano lentamente a la cintura de Bruno, sus manos abrieron el pantalón e introdujo sus dedos bajo la prenda, los tomo entre ellos y poco a poco los deslizo entre sus piernas. Bruno no se negó, al contrario le ayudo con ella y se desnudo.
Abbacchio disfruto lo que vio, el cuerpo de Bruno no podía ocultar las reacciones de placer que había en él. Su erección era obvia, oculta aun bajo la prenda interior que Abbacchio no tardo en deshacerse de ella, no quería que nada estorbara, no quería que nada interrumpiera su vista y finalmente, tenía a un joven desnudo en el suelo de la sala y no lo iba a dejar ahí tirado, como si nada.
Nuevamente dejo que sus manos hicieran su trabajo, se corrieran entre sus piernas y le provocaran un cosquilleo en su interior, Bruno era realmente sensible en esa situación y eso era un punto a su favor. El joven se retorció de placer en el suelo, sintiendo como Abbacchio poco a poco le acariciaba más cerca de su entrepierna.
Cerró los ojos, y los dedos de Abbacchio finalmente estaban cerca, pero no sabía a dónde irían. Abajo, o arriba y solo gimió
-Abbacchio…. Para- suspiro Bruno, y quiso apretar las piernas, pero Abbacchio se lo negó. Le siguió tentando, le siguió rozando en esa piel sensible y Bruno se mordió los labios –Abbacchio- repitió
-¿Quieres que pare?- pregunto Abbacchio sarcásticamente, mientras Bruno solo se mordió mas los labios, apretó los ojos y en menos de un segundo. Se negó.
Finalmente Abbacchio beso una de sus rodillas, dejo su cuerpo descansar un instante. Mientras con ese mismo gesto, beso a beso subió por su pierna, Bruno sentía cada parte de su cuerpo tensarse, los nervios como le manipulaban a cada instante, mientras evitaba moverse. Quería dejarse querer, dejarse leer.
Abbacchio no tardo en llegar a su entrepierna, dejar que su lengua tocará finalmente su erección y poco a poco la probaba entre sus labios. No quiso demorarse, no quiso tardarse ni un solo momento más y lo succiono. Enredo sus labios en su erecto, dejo que su lengua humedeciera la punta, mientras centímetro a centímetro, hundía su rostro contra su cuerpo.
Bruno enterró sus manos contra la alfombra, su cuerpo se tenso bruscamente y el calor cubría su cuerpo, las mejillas se ruborizaron y su respiración se corto.
-A…Abba… Abbacchio- trato de hablar, pero él no se detuvo. Seguía deslizando su rostro más abajo, a la vez que cada gota de saliva le lubricaba, mientras Bruno solo se alteraba más y más –Pa… para- repitió, pero al contrario. Abbacchio se negó.
Solo acelero el paso, hundió su rostro una y otra vez contra él y le hizo perder su voz. Bruno ya no pudo hablar, solo gemir una y otra vez, mientras el calor finalmente cubría el cuerpo de ambos jóvenes. El placer bañaba a la habitación, mientras Abbacchio le masturba más y mas a cada momento, no quería parar, nada lo iba a parar. O eso le hizo pensar a Bruno.
Lo altero lo suficiente, sentía que el orgasmo casi estremecía su cuerpo completamente y se detuvo. Conocía ya a Bruno lo suficiente, como para saber cuándo detenerse.
-Prométeme… que no te vendrás hasta que yo te lo diga ¿Si?- murmuro Abbacchio, mientras tenía  a Bruno finalmente cubierto de sudor, con la respiración agitada y el cuerpo lleno de calor –Promételo- insistió, y él accedió. Abbacchio poco a poco volvió a besarle, introdujo su lengua a su boca de nueva cuenta. Quería marcarlo completamente, no quería dejar nada libre. Bruno era de él, y nada más de él.

Cambio sus labios por su dedo, dejo que Bruno le succionase en su boca, mientras solo le miraba, como sus labios se enredaban alrededor de él, la sensación de querer arrancárselos, mordérselos, a la vez que se llenaban de saliva. Era totalmente provocador.
Saco su mano, la deslizo sobre su cuello, a la vez que le besaba y le mordía la piel, para finalmente dejar que le penetrarle su cuerpo. Bruno apenas y se aferro tras su espalda,  torpemente sujeto sus hombros, y rogo por que el pantalón de Abbacchio, desapareciera.
La mano de Abbacchio le tentó, sintió como poco a poco giraba un dedo dentro de su cuerpo y solo gimió, le estaba preparando y Bruno lo estaba gozando. Apretó las piernas y la mano de Abbacchio friccionaba contra su piel, gimió en su oído y le rogo por más. A pesar de la promesa que Abbacchio le había obligado a Bruno a cumplir, él no resistió.
No tardo en abrirse el pantalón con la otra mano, lo libero de su tortura y al siguiente instante. Aunque deseo que su erección llenara su cuerpo, tomo la mano de Bruno  que se sujetaba tras la espalda, rasguño su piel y se la enredó alrededor de él. Sintió como un cosquilleo de placer embriago su cuerpo en menos de un segundo, sentía un escalofrío que no experimentaba hace tiempo. El hecho de masturbarse mutuamente le hizo enloquecer por completo.
La tensión se sintió en sus músculos, ambos jóvenes se tomaron entre manos, y Bruno movió su mano con fuerza y desesperación, mientras Abbacchio fue torturador.

El iba lento, iba despacio, dejando sus dedos correrse por toda la entrepierna de su amado, mientras beso a beso ambos sentían un placer desesperado. El aliento se volvió cálido y la voz se perdía, los sentidos se hacían más sensibles. La mente, el cuerpo, el placer en ambos pidió “más, más, dame más ” se leían el pensamiento y Bruno se apretó mas contra él.
Dejando al albino tocar cada parte de su cuerpo una mano abajo, y la otra arriba tocando su pecho, apretando sus pezones y la otra tentando la entrada a su interior.
Eran simple juegos de manos, que a Bruno lo estaban poniendo “desquiciado".
Quería que su amado Abbacchio, dejara de masturbarlo y lo arrematara contra la alfombra.
Abbacchio intentó negarse en vano, el juego que estaban jugando no podía seguirlo haciendo.
-Cógeme- fue la palabra que escapó de la boca de Bruno, y el por orden y obediencia, cumplió.
Lo tomo contra el suelo, lo giró boca abajo y abrió sus piernas, haciéndole quedar en cuatro para desesperadamente penetrarlo. Sin duda grito, pero fue de placer, rozo su espalda contra su pecho, tomo su miembro entre sus manos y lo follo como si no hubiera un mañana.
Bruno gozo cada segundo, cada caricia, cada fricción dentro de su cuerpo y estremecía más y más de placer. No dijeron ni una sola palabra para nada, no era necesarias, solo besos, caricias, placer, amor.
Bruno quiso resistirse, contener el orgasmo un poco más y  apretó a Abbacchio contra su cintura un poco más. Pero sus manos, sus dedos alrededor de su erección le hacían difícil contener el orgasmo, mientras de forma ruda y seductora le hacia el amor
Abbacchio frotaba su erecto, lo apretó entre sus manos a la vez que lo masturbaba entre ellas de arriba abajo, una y otra vez, al mismo ritmo en que lo penetraba
-Ah… aba…aaah- trato de hablar, de gemir y de no parar. No sabía Bruno si soportaría el orgasmo un poco más, la fuerza huía de su cuerpo, el placer ya no lo contenía dentro de él –Ah…Abbacchio…vo…vo…- quiso decirle, avisarle, pero Abbacchio solo le apretó más y más. Bruno se pegó más a él, y el albino se negaba a parar, ninguno lo hizo hasta que el orgasmo llegó.
El placer los estremeció, el escalofrió recorrió toda parte de su piel, hasta el pelo.
La sensación no se pudo describir, simplemente Abbacchio sintió como se humedecieron sus manos, y Bruno como llenaban su cuerpo por dentro. Fue un Placer sin palabras para detallarlo,  la voz se perdió, el sudor marco la alfombra y el aire se pedía a gritos en la habitación.
Abbacchio solo se aparto, para acostarse junto a él. Se quedaron en el suelo y no se movieron, no había motivo para hacerlo. Abbacchio le abrazo, y sintió algo que le estorbaba tras su espalda, era el libro de Bruno.
-Así que… ¿Te gusto lo que leía?- pregunto Abbacchio, mientras miraba el libro, y a él. Bruno sonrió.
-No eres tan inculto como pareces- le contesto, con esa sonrisa aun en el rostro y tomo el libro en su mano. Pero en lugar de quedárselo lo aventó lejos de él, y acerco a Abbacchio más a él para besarle lentamente
-No quiero que dejes de leerme- le pidió el pelinegro, recibiendo a cambio otro beso del mayor, para decirle que a el, jamás dejaría de hacerlo.

☆.☆.☆.☆
Díganme que si cumplí con el requisito.
Abbacchio uso las manos.

BruAbbaWeek LATE NSFW 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora