Capítulo 2

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Llegué a casa a la hora de cenar, como mi madre me pidió y me comí su deliciosa lasaña.

-Mamá me voy a vestir.- Dije subiendo a mi cuarto. Supuestamente solo íba a quedarme a dormir en casa de Sara, así que, salir con el vestido puesto sería un grave error.

Cogí mi mochila de clase y metí la bolsa con el vestido y los tacones. Para evitar que mi madre me encerrará en casa de por vida, me puse un simple vaquero y una camiseta de Levi's.

-¿Llevas el pijama?- Preguntó mi madre mirando la mochila (rezaba porque no me la revisara...).

Se acercó a mi y me besó la frente.

-Pásalo bien.- Dijo abriéndome la puerta de la calle.  Una vez cerró la puerta aceleré el paso para evitar que mi madre quisiera preguntarme algo más.

Sin salir todavía de mi patio, del seto de la entrada salieron Sara y Marcos.

-¡Dios!-

Mientras ellos se reían, yo aún me recuperaba del pequeño infarto que había sufrido mi corazón.

-¡Vamos! Hay que arreglarse antes de que llegue la gente.- Dijo Sara tirando de nosotros.

Marcos, a diferencia de mi,  ya llevaba la ropa puesta. La verdad es que con camisa estaba guapo.
Una vez en casa de Sara nos pusimos manos a la obra.

-A ver... Vestido, tacones, peinado, maquillaje y... ¡Eso no!- Sara señalaba el colgante que mi abuela me regalo de pequeña. No era muy elegante pero era lo único que tenía de ella.

-Sara, es de mi abuela.-

-Por eso, no pega nada en una fiesta. Trae, yo te lo guardo en mi joyero y luego lo coges.-

A mala gana le di el colgante.

-¡Marcooooos! Ya puedes entrar.- Al pasar trajo consigo un ramo de flores.

- Estás muy guapa.- Dijo entregandome el ramo.

-¿Y a mi? Serás desgraciado... Mi casa, mi fiesta, mi alcohol mi comida y... ¿No me das un ramo de flores?- Dijo Sara entre pucheros.

Somos mejores amigos pero esos dos siempre andan peleando.

-Te has quedado sin premio.-

-No soy tu perro.-

-Quiero flores.-

-Cuando me trates bien.-

-Te doy agua y comida, y un juguete. ¿Qué más quieres?-

-Parar ya.- Le di un beso y las gracias por las flores y las dejé en la cómoda.

DIN, DON

-¡Los invitados han llegado!- Bajamos las escaleras y recibimos a todos esos universitarios que no conocía.

La casa era grande, pero con tanta gente se veía pequeña (demasiado).

-Hola.- Me dijo un chico alto y moreno.

-Hola, me llamo Amelia.-

-Yo Simon, ¿quieres?- me ofreció un vaso y lo probé.

Mi cara debió decirlo todo porque se reía sin parar.

-Jajajja, ¿no te gusta la cerveza?- Preguntó arqueando una ceja.

-Ahora ya se que no.- Dije limpiando mis labios.

-Toma, esto se llama Sangría.- A diferencia de la cerveza ese líquido rojo estaba rico.

Atada al destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora