Se supone que me gano la vida como escritora, pero hace varias semanas que no me veo capaz de escribir. Pero mi compañero de piso, Carlos, me ofrece una alternativa a la que no me siento con fuerzas de negarme.
Esa mañana me despertó un portazo. Sobresaltada escuché con atención, pero no oí más ruido, así que supuse que Carlos había salido del piso. Me estiré y miré la hora en el móvil. Apenas eran las 9 de la mañana así que, después de remolonear un poco en la cama, me levanté y me fui al baño. Hice todas mis necesidades y después me metí en la ducha. Me quedé más tiempo del acostumbrado bajo el agua, lo que me provocó un poco de cargo de conciencia, pero es que esta ducha estaba resultando ser una auténtica delicia. Salí y me envolví en una toalla. Me cepillé el pelo y me lo recogí en una cola. Me puse a cepillarme los dientes cuando escuché otra vez la puerta de la calle. Esta vez, Carlos la cerró con cuidado, así que supuse que había vuelto de mejor humor. Me terminé de enjuagar la boca cuando la puerta del baño se abrió de golpe.
-¡Joder, Carlos! ¡Qué susto! ¡Deja de entrar de esta forma en las habitaciones!-él me ignoró y se colocó a mi espalda, apretándose contra ella y haciendo que yo quedara apoyada contra el lavabo. Lo miré a través del espejo y vi como sus ojos me miraban fijamente, mientras tenía una ligera sonrisa en sus labios.
-¿Cómo tienes el culo?-apenas me dejó tiempo para responder cuando ya había metido su mano bajo la toalla y había metido la punta de su dedo dentro. Yo me incliné hacia delante, mientras cerraba los ojos y soltaba un ligero jadeo-. Mmmm... Está suave y blando. Perfecto. ¿Has hecho todas tus necesidades?-preguntó mientras metía un segundo dedo, aunque al igual que el primero, solo introdujo la punta. Yo abrí los ojos con esfuerzo. Me lamí los labios intentando pensar en la respuesta.
-S-sí-dije en un susurro. Su sonrisa se hizo más amplia al escuchar mi contestación. Entonces metió sus dos dedos al completo dentro de mi culo, haciéndome soltar un gemido.
-Y, dime, ¿te gustaría sentir lleno de nuevo tu culo?-yo asentí incluso antes de que él hubiera terminado su pregunta. Sonrió satisfecho y apoyó su mano en mi baja espalda, haciendo que me apoyara sobre el lavabo-. Sujeta la toalla o no podré meterlo-yo al momento cogí el borde de la toalla y lo enrollé a la altura de mis caderas, dejando mis nalgas al descubierto. Carlos sacó sus dedos, pero no me dio tiempo a echarlos de menos, porque al instante sentí como algo empujaba en mi entrada trasera. Fue adentrándose poco a poco, haciendo que tuviera un escalofrío cuando estuvo completamente en mi interior. Esta vez se sentía diferente. Estaba frío, así que supuse que era metálico. Además, tenía un peso diferente. Este plug no era de los míos, eso lo tenía absolutamente claro.
Apreté las nalgas sintiendo como se acomodaba en mi interior. Solté un gemido bajo. No entendía como había podido pasar tanto tiempo con los plugs comprados y sin usarlos. Esto era tan placentero. Noté como Carlos estaba haciendo algo en mis caderas, pero no le eché cuenta hasta que oí una especie de chasquido. Entonces abrí los ojos y bajé la mirada, para ver como una banda de metal me rodeaba la cintura, y en el frente tenia un candado que Carlos acababa de cerrar.
-¿Qué es esto?-pregunté sin preocuparme mucho por lo que estaba viendo, solo disfrutando de la sensación de tener mi culo lleno.
-Con esto me aseguraré de que tu culo esté lleno el tiempo que yo considere oportuno, y no el que a ti te dé la gana-tardé unos segundos en procesar lo que me acababa de decir Carlos. En cuanto lo entendí abrí los ojos por la sorpresa y bajé las manos hasta mis caderas. Tiré de la tira metálica con todas mis fuerzas, pero no pude quitármela. Tiré de las cadenas que, al parecer, unían el plug al aro que me rodeaba la cintura, pero a pesar de lo finas que eran, también eran muy fuertes y no conseguí absolutamente nada-. Es inútil que lo intentes. El cinturón solo se puede abrir con la llave, y esa llave la tengo yo. Y solo lo abriré si cumples con el horario de escritura para hoy. Y, evidentemente, si me complace la cantidad que hayas escrito. Tienes cinco minutos para vestirte, así que date prisa.
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Se fue sin esperar siquiera una respuesta de mi parte. Durante el siguiente minuto intenté quitarme el cinturón, pero me fue imposible. Solo conseguí hacerme daño en los dedos durante los intentos. Así que me rendí y volví a mi habitación para vestirme con rapidez. Carlos volvió y me llevó hasta el despacho. Me sentó en la silla y me ató los pies con los grilletes. Antes de levantarse, me junto los pies y puso un candado, atando entre sí los dos grilletes, dejándome aún menos amplitud de movimientos.
-¿Qué...?
-No preguntes. No hay mucha diferencia entre estar solo con los grilletes y estar con los pies atados juntos, y a mí me gusta más que estés así. Y tú quieres complacerme, ¿verdad?-respondió levantándose e intimidándome con su altura. Yo asentí con la cabeza casi sin darme cuenta de lo que hacía-. Buena chica. Aquí te dejo unos brownies que cociné ayer. Comételos todos, ¿de acuerdo?-por inercia volví a asentir. Entonces, Carlos sonrió de nuevo, se acercó a mí y me dio un beso en el cuello. Después salió del piso, dejándome de nuevo sola. ¿Se puede saber qué me estaba pasando últimamente? ¿Por qué le permitía que me hiciera todo eso?