Capítulo 3

42.8K 1.1K 59
                                    

Dos horas después

Seis párrafos. Seis cortos y mediocres párrafos. Esto era una puñetera broma. Ni siquiera había escrito cosas con sentido. No tenían ninguna gracia ni, de hecho, tenían nada que ver con la trama de la historia en sí. Esto era un maldito y enorme desastre. En ese momento, escuché abrirse la puerta del piso. Ese debía ser Carlos. Ya no había vuelta atrás. Lo hecho, hecho estaba. Pasados un par de minutos, escuché como sus pasos se acercaban a mi despacho. Abrió la puerta y, de pronto, mi corazón empezó a latir con fuerza. Estaba muy nerviosa y no sabía siquiera la razón. 

-¿Cómo te ha ido?-me preguntó mientras se acercaba a mi espalda. 

-Fatal-respondí mientras me apoyaba en el respaldo de la silla. Él miró el ordenador por encima de mi hombro y estuvo callado durante un par de minutos. Supongo que estaba leyendo la mierda que había escrito. Soltó un suspiro al terminar-. Ya lo sé. No hace falta que me digas nada. Lo que he escrito no sirve ni para hacer confeti. 

Sin decir absolutamente nada, se puso en cuclillas y me quitó los grilletes. Entonces me cogió de la mano y me hizo levantarme. Tiró de mí, hasta que acabamos en su habitación. No entendía por qué me había traído hasta aquí. Entonces, sobre tu cama, vi una caja que se suponía que tenía que estar escondida en el fondo de mi armario. Estaba abierta, y se veían todos los plugs anales que había ido comprándome desde hacía un tiempo. 

-¿Qué hace eso aquí?-le reproché mientras me soltaba de su mano. Estaba completamente avergonzada. Pero, por otro lado, muy enfadada. ¿Cómo cojones tenía él esa caja? Carlos me ignoró y se sentó en la cama. Me agarró de la muñeca y tiró de mí, haciendo que me cayera sobre sus rodillas. Me sorprendió tanto que si siquiera me resistí cuando sentí como bajaba los pantalones cortos y la ropa interior, dejándome el culo al aire, y me daba un azote. Solté un quejido al sentir la quemazón recorrerme la piel. Llevé las manos hacia mi culo para subirme de nuevo los pantalones, pero Carlos me agarró las dos manos, me las sujetó con fuerza a mi espalda con una sola de las suyas y me dio un nuevo azote con la otra-. ¿¡Qué te crees que estás haciendo!? 

-Dándote el castigo que te mereces por no hacer lo que te dije que hicieras-respondió mientras me volvía a azotar. Solté un gemido de dolor. Dios, pegaba muy fuerte. Me removí, intentando levantarme, pero él apretó su codo contra mi espalda, obligándome a quedarme sobre sus piernas. 

-¡No tienes derecho a hacer esto! ¡Para de una vez!-protesté cuando recibí otro golpe. Solo habían sido cuatro y ya tenía las lágrimas saltadas por el dolor. 

-Claro que tengo derecho. Te dije que si no cumplías con el horario y mis expectativas, recibirías un castigo Y tú, aceptaste, ¿recuerdas?-me susurró al oído. Yo me quedé callada durante unos segundos, pero a él no pareció gustarle eso, y volvió a castigar mi culo. Yo solté un pequeño grito de dolor-. Te he preguntado que si lo recuerdas-yo asentí mientras notaba como mis lágrimas corrían por mis mejillas-. Bien. Pues, entonces, aceptarás lo que te queda de este castigo por no haber cumplido, ¿entendido?.

Yo volví a asentir, mientras bajaba la cabeza. Me mordí los labios mientras intentaba retener los gemidos de dolor. Sentía mi culo ardiendo por completo. Tuve que aguantar que me diera veinte azotes más, llegando a un total de veinticinco. Jamás en mi vida me habían puesto la mano encima y, ahora, resulta que uno de mis mejores amigos me había dado unos azotes como castigo por no escribir. Si alguien me hubiera dicho que ésto me iba a pasar, jamás lo hubiera creído. En ese momento, sin embargo, tuve que dejar de pensar en eso cuando noté como uno de los dedos de Carlos se metía en mi culo. Jadeé por la sorpresa y me comencé a mover para conseguir que sacara su dedo de ahí. 

-Estate quieta o te puedes hacer daño-dijo mientras introducía más su dedo en mi ano. Esto dolía-. ¿Cuándo fue la última vez que tu culo estuvo lleno por uno de tus plugs?

-Eso no es de tu incumben...-antes de poder terminar la frase, sentí como un segundo dedo acompañaba al primero dentro de mi culo. Mierda, esto dolía y mucho. 

-Repito. ¿Cuándo fue la última vez que tu culo estuvo lleno por uno de tus plugs?

-Hace un par de meses-respondí con un hilo de voz. 

-¿Y por qué no los usas? ¿Es que no te gusta la sensación de sentir tu culo lleno? Y, te advierto. Si no quieres un tercer dedo en tu culo, contesta sin resistirte-yo tragué saliva mientras sentía como mi culo se acomodaba poco a poco alrededor de esos dos dedos. 

-Sí que me gusta la sensación, pero me da flojera llenarme. Lo hago muy de vez en cuando, y durante poco tiempo. 

-Pues eso va a cambiar-giré la cabeza al instante para intentar mirarlo a la cara. Entonces, él movió sus dedos haciéndome soltar otro gemido, pero ésta vez no era de dolor, sino de placer-. A partir de ahora, tu culo permanecerá lleno cuándo yo quiera y el tiempo que yo estipule oportuno. A lo mejor, así, escribes mejor de lo que lo estás haciendo últimamente. 

Sacó los dedos de mi culo, haciéndome gemir de nuevo y me soltó las manos. Me faltó tiempo para levantarme de sus piernas y subirme la ropa interior y los pantalones. No me atreví a mirarlo después de lo que acababa de pasar, así que con la cabeza baja me acerqué hasta la caja, cerré la tapa y me dirigí hacia la puerta de su habitación. 

-¿A dónde crees que vas con esa caja?-yo me paré al instante al escucharle hablar. Me giré, mirándolo por el rabillo del ojo. Él levantó su brazo con la mano extendida, esperando que le devolviera la caja-. Yo guardaré esos plugs, yo decidiré sobre ellos. Solo yo-sentenció con una voz dominante. Yo estiré el brazo y le di la caja,saliendo rápido de su cuarto en cuanto él la agarró. ¿Dónde me había metido al aceptar ese trato?

SometidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora