Capítulo dos: Sangre

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—No —exclamaba el doctor arrodillado en el suelo

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—No —exclamaba el doctor arrodillado en el suelo.

—Ja, ja, ja —reía maniáticamente el payaso.

—¿Qué has hecho? —preguntaba Connors mientras sus ojos empezaban a sangrar.

—Creo al monstruo de la historia —respondió el payaso del crimen desapareciendo en la oscuridad, como si solo hubiese sido el espectro de la muerte.

El científico se rasgaba la ropa, su cuerpo ardía como el fuego, como si fuese sumergido en agua hirviendo. Sus huesos tronaban, se ensanchaba. Su mano se apoyo en la esquina de la mesa, notando un par de garras en sus dedos. Gritaba con fuerza mientras su columna crecía, en medio de un proceso doloroso. Nota su quijada crecer, una cola salir de su parte trasera, y antes de perder la conciencia, ve con ojos llorosos la foto de su familia puesta en una mesa. La bestia había llegado. 

El Lagarto se levantó del suelo

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El Lagarto se levantó del suelo. Su mente pedía comida y su boca babeaba por sangre; rugiendo sin alma antes de saltar al techo; atravesándolo. La noche era joven, y tan llena de comida. El Lagarto dio otro gran saltó llegando a la azotea del edificio de enfrente, empezando a correr en cuatro patas mientras saltaba por los mismos, impaciente de una presa. En medio de su recorrido el monstruo la encontró. 

Una mujer salía despreocupada de una tienda de ropa, jalando la carriola de su hijo. Lo último que vio fue al Lagarto caer adelante de ella, dándole un zarpazo que le arrancó la cabeza por completo. 

—¡Dios! —gritó un oficial desenfundando su arma y disparándole al monstruo. 

El Lagarto se giró hacia el oficial; saltando hacia él mientras le mordía el hombro. La fuerza del monstruo era tal que de un tirón le arranco el hombro junto al brazo al jalar. El oficial solo pudo gritar de dolor antes de que el Lagarto lo callará metiéndole sus garras en la boca para que estas le salieran por los ojos, así despegando la cabeza de su cuello. Aunque esto le dio la oportunidad perfecta a la gente para correr, ya que el Lagarto se mantendría ocupado devorando la cabeza del ex policía. Pero en eso el llanto de un bebe dentro de su carriola captaría la atención del Lagarto, el cual dejo la cabeza del hombre para caminar hacia el infante; asomándose a la carriola y observando curiosamente a el bebe. El Lagarto tomo al pequeño con ambas manos del estomago, sacándolo de la carriola para así darle un mordisco hasta por debajo del ombligo; quedándose solo con la parte de la cintura y piernas del mismo al jalar y empezar a masticar el cuerpo de la criaturita como si fuera chicle. La sangre, la carne cruda, la adrenalina al cazar; quería más, mucho más.

The Amazing Spider-Man: Why So Serious?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora