Prólogo.

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Manila no tuvo una vida interesante antes de haberse unido a las Heathers,  la ayudaron a construir un poco su autoestima, o al menos eso es lo que ella hacía ver.

Nadie sabía nada de lo que pasaba en la mente de Manila. Nadie sabía de la gran depresión que sufría por dentro, pero, las Heathers son conocidas por ser unas bullys, quizás si Manila les contaba sobre sus problemas, las cosas se pondrían peores.

[...]

En un descuido, se encontraba peleando con Carmen, quien del enojo, le gritó una serie de insultos horribles, dejando a Manila salir corriendo de la cafetería y dirigirse a unos de los lugares en los que se sentía más calmada, el baño. Solía estar abandonado, no estaba ese típico grupo de chicas populares que se juntaban a hablar mal de todos, porque ella era parte de ese grupo y las Heathers hablaban frente a todos, no escondían su odio a las personas.

Manila se apoyó en la pared y comenzó a deslizarse, mientras sentía sus lágrimas caer de una manera imparable.

Su inseguridad era tan grande.

Sacó de su bolso color amarillo, como toda su vestimenta un pequeño frasco que dentro tenía las pastillas que le recetó el psicólogo, para su depresión.

Comenzó a tirar todas las pastillas que estaban ahí adentro sobre la palma de su mano, y de ahí, las dejó caer en su boca, comenzando a masticar.

Sintió como alguien la obligaba a escupir todo eso que tenía en su boca, abrió de golpe sus ojos e intentó zafarse de los brazos que la rodeaban.

— Heather, tenemos que hablar seriamente sobre esto.— Escuchó a esa voz ronca hablarle, oh no, oh no, ella de verdad estaba en problemas. Raja la había encontrado en un jodido intentó de suicidio.

heathers / manila luzonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora