—A ver, mija, necesito que atiendas la mesa 8. Acaba de llegar ese muchacho y se ve que necesita ayuda con la cruda que se carga-dijo Chelo muy apurada.

—Bueno, ya voy.

El muchacho llevaba gafas de sol y estaba muy despeinado.

—Buenos días, bienvenido a La Lupita. ¿Ya sabe que ordenar?

—Días para algunos, me gustaría pedir el especial <<Levanta muertos>>. Con un litro de agua de horchata bien fría, gracias.

—De acuerdo, enseguida le traigo su plato.

Ana se retiró de la mesa para mandar el especial a su tío Felipe, que se encargaba de cocinar, con ayuda de sus tías y Chelo.

El joven le pareció un poco grosero, pero cualquiera con una cruda no está de buenas.

—¿Y qué tal?

—Ay abue, viene casi dormido y anda un poco grosero

—Mija, no te hagas la santa, aquella vez que andabas cruda y viniste a trabajar nadie te dijo nada. Además, es un cliente y se le trata como tal.

Ana resoplo, pero siguió trabajando. Le pidió a Julia de favor que atienda al bato, no quería seguir viéndole la cara. Julia, como buena amiga, le hizo paro.

Se acercaba su hora de descanso y eso la aliviaba un poco.

—Oye, me debes una. Y el bato preguntó por ti.

—Ya sé, cuando quieras te hago paro. No manches, además de grosero, chismoso.

—¡AYYY! Hazte, sabes que está guapo y te pusiste nerviosa

—Que este guapo no justifica que trate mal a la gente

—Anda bieeen crudo, todos nos ponemos así

—Yo no

—¡Tu cola!

Ana no lo quería admitir, pero, el bato estaba guapo y tenía pendiente porque tenía días que no se depilaba el bigote. Pero, si era grosero y mejor no atender a clientes así.

La vida de una fangirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora