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 Gabriel despertó exhausto y excitado, tenía una fuerte erección, había vuelto a soñar con Alexis, una vez más la podía tener en sus brazos a punto de besarse y ella lo correspondía, era una locura, eso jamás sucedería; Gabo la deseaba de una manera lujuriosa y pasional, no solo en sueños, sino en su día a día. Odiaba la manera en que aquella mujer le dirija la palabra, su débil mirada. Para este hombre, Alexis simplemente era una niña, la cual necesitaba tener lejos; Sin embargo ella siempre lograba colarse en sus sueños, podía sentirla tan cerca, pero a la misma vez, tan lejos, el solo imaginarla desnuda ante sus persona, lograba que su piel se erizara.

La corriente de viento de la fría noche acariciaba su desnudo, eso hizo que tiritara un poco, pero Gabriel se sofocaba por el deseo que ese sueño le provoco; comenzó a tocarse, se masturbaba pensando en Alexis, en su increíble cuerpo, en sus labios carnosos... Subía y bajaba por su longitud. Realmente odiaba que le gustara. Era asfixiante el querer a Alexis, no quería besar sus labios, no quería sentirla, no quería que sus imágenes al soñar como la penetraba siguieran en su cabeza. Una lagrima broto de su miembro, su respiración cada vez era más agitada, su pecho subía al ritmo de su excitación. Alexis era una Diosa en sus sueños, la manera en la cual se movía para él, su manera tan sensual de desvestirse, inclinándose ligeramente en el escritorio de su consultorio, tan hermosa... Tan perfecta.

Imaginaba haciéndolo salvajemente con ella, entrando duro en su humedad, se masturbaba cada vez más rápido, imágenes tras imágenes, llegaban a su mente; el orgasmo le recorrió su cuerpo, convulsiono de placer y apretó la sabana en un puño, pero aun así se sentía vacío, lo que acababa de hacer no lo llenaba como él deseaba. 

Odio que me gustes.Where stories live. Discover now