Capítulo 1

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-¡Abre la puerta, Zim!

La voz del larguirucho joven estremeció al vecindario. El inusual silencio que le arropó después de golpear la puerta fue de cierta forma, preocupante.

Posó su oreja derecha en la madera de la puerta y logró notar el tenue sonido de la televisión. Alguien debía estar en casa. Dib se reincorporó de su posición y llenó sus pulmones de aire una vez más.

-¡Sé lo que tramas, Marcianito! ¡No creas que no me dí cuenta que ya faltaste 4 días a la eskuela! ¡Abre esa puerta o yo mismo la tiraré!

Momentos después, el golpeteo fue interrumpido por el rechinar de la puerta. El joven retiró su puño y miró hacia abajo, expectante.

Del espacio que dejó ver la puerta se asomaba un pequeño robot humanoide, quién al ver al visitante cambió su expresión melancólica a una sonrisa. La puerta entonces se abrió por completo.

-¡Mary! - celebró el robot. -¡Que alegría verte! ¿Quieres unos waffles con jabón? ¡Aún están calientes!

-No. - Respondió con una mueca de asco el humano, pasando sus piernas una detrás de la otra sobre el robot, entrando a la casa. -Quiero saber dónde está Zim, Monstruito, y que sea pronto.

El pequeño conjunto de circuitos eliminó su sonrisa y bajó la mirada.

-El amito no deja a Gir subir al sillón. - El Robot apuntó hacia el susodicho sillón. Sobre él había un bulto verde un poco más pequeño que el humano. Se veía cansado, hasta algo deprimido.

"¿Cómo no lo ví cuando pasé?" Pensó el joven en sus adentros.

El bulto no hizo sonido alguno, sólo se limitó a parpadear lentamente. Sus ojos magenta resaltarían más de su verde cabeza si no fuera por unas hinchadas ojeras de color similar que acompañaban el rostro del susodicho. Si no fuera por lo carente de emociones que se había hecho ver el Irken delante del humano en ocasiones anteriores, éste hubiera pensado que la razón de sus ojeras era por haber llorado durante un periodo prolongado de tiempo.

El humano tomó aire para dirigirse al hombrecillo del sillón, pero titubeó. El Irken ni siquiera lo miraba.

-¿Cuánto tiempo lleva así? - preguntó al robot sin dejar de mirar al desinflado alien. El robot se posó a su lado después de cerrar la puerta.

- Muchos días, ni siquiera deja que le cambie al canal del monito. - Lloriqueó el pequeño Patiño del alien. -Amo ese show.- susurró, como si fuera un secreto.

-Hey, Zim. - Soltó el humano, ignorando el último comentario del robot.

-Vete de aquí. - replicó el alien, por fin.

- Ni creas que me engañas con tu patética actuación. Haznos las cosas más fáciles a ambos y suelta la sopa.

-Zim no tiene ni planes ni sopas, así que déjalo en paz.

-Llevo conociéndote ya más de 4 años, Zim, me sé todos tus trucos y tretas.  ¡Dime que tramas o te haré la necropsia con tus feas patas de araña!

Zim se giró, dándole la espalda a su interrogador y se acurrucó en posición fetal.

-Haz lo que quieras, no es como si importara ya.

El joven se extrañó ante la poca pelea que estaba dando su némesis. Ni siquiera había mandado a alguno de sus secuaces robot a sacarlo de la casa. Ahora que lo pensaba, ni siquiera los gnomos robot del jardín se habían encendido al tocar el terreno. ¿Significaba entonces que la casa tenía las defensas desactivadas?

El joven sintió entonces ganas de revisar toda la casa en busca de alguna pista del último plan malvado del invasor, sólo para ser detenido por si mismo segundos después. Nada de esto tenía sentido. ¿Por qué las defensas estaban desactivadas entonces? ¿Por qué Zim se notaba tan poco interesado ante la presencia de su némesis en su propia base?
Aunque fuese un truco, no sentía correcto inmiscuirse estando Zim así. Le irritaba cuando su conciencia actuaba a favor del alienígena.

Miró entonces al robot, que se encontraba sentado en el piso, murmurando sinsentidos sobre monos y sillones.
- Oye, Robot... Cosa, lo que seas. - Llamó la atención del secuaz, quién se dirigió hacia él a paso veloz.

-¿Si?~

- ¿Sabes qué le pasa a Zim?

El robot miró al humano por un momento, sus ojos no parecían expresar ninguna emoción en particular. Entonces, como si algo dentro de su cerebro disfuncional por fin calibrara, volteó su cabeza al monitor de la sala.
El monitor entonces cambió la programación terricola por una grabación de Zim en lo que parecía un cuarto de control.

El extraterrestre se veía impaciente. Delante de él había una pantalla al menos 30 veces más grande que la de la sala, en ella se veía una representación visual de miles de planetas. El Irken parecía buscar incansablemente algo entre ellos, frustrandose más y más al no encontrar lo que buscaba.

-No, ¡No! ¡Tiene que estar cerca! Llevo más de 4 años aquí, los Más Altos deberían estar por visitarme, ¿Por qué no aparece la Tierra en su plan de  vuelo?

El alienígena soltó un gruñido de frustración.

-¡Maldita computadora! ¡Te dije que me mostraras TODO el plan de conquista Irken!

-Plan de conquista completo en pantalla. - Respondió una grave voz a los quejidos del alienígena.

-Debe haber un error, El plan de vuelo muestra a los Más Altos... -Zim frunció el ceño, confundido.- Alejándose de la tierra.

El alienígena miró detenidamente la imagen que se le mostraba en pantalla por un buen rato, sin dar crédito a lo que veía.

-Computadora, Contacta a los Más Altos de inmediato.

La computadora obedeció la orden. En unos instantes, los líderes del alienígena reemplazaron el plan de conquista en la pantalla. Se veían fastidiados.

-¿Qué quieres ahora, Zim? - Le interrogó el Líder con prendas rojas.

-Mis más altos - respondió Zim, haciendo una rápida reverencia.- Estoy seguro que esto es un error sin importancia, pero me gustaría comprobarlo por mí mismo, si me permiten. - Carraspeó la garganta, visiblemente nervioso.- Según el plan de conquista, ustedes se están alejando de la tierra, lo cual sería un inconveniente, por qué estoy a nada del dominio total de la raza humana y es imprescindible que estén aquí muy...-

-Zim, no puedo creer lo estúpido que eres. - Interrumpió el líder de prendas Púrpuras, poniendo una mano sobre su cara, exasperado.

El pequeño Irken parecía confundido.

-No, no, creo que no entienden, el plan de conquista...-

-No te incluye, Zim. - confesó el Más Alto Rojo.

Zim no daba crédito a lo que oía. Intentó abrir la boca para hablar pero pronto fue callado de nuevo.

-Zim, no puedo creer que duraras 4 años en comprenderlo. Sabía que tu cabeza era dura, pero no comprendíamos hasta que magnitud. -Se burló el Púrpura.

Ambos comenzaron a reírse en la cara de Zim, quién con las antenas agachadas, comenzó a reírse nerviosamente por lo bajo.

-Vaya... que buena broma, Zim casi se la cree.- Respondió con nerviosismo el más pequeño de los tres- Pero Zim habla en serio cuando dice que...-

-Zim, te lo diremos una sola vez, así que presta atención. - Interrumpió Rojo con un tono frío.

-Estás exiliado de Irk. -Siguió Púrpura.- No vamos ni íbamos a ir a tu estúpido planeta.

-Si haces algún intento de contactarnos de nuevo, el destino que te esperará será peor que la misma muerte.

-Disfruta la Tierra, por que ahí pasarás el resto de tu vida.

El pequeño Irken miró perplejo mientras los líderes cortaban la transmisión. Dejando una pantalla con estática y eventualmente, negra.

La grabación se detuvo.

-Por Neptuno.

R I O T (IZ Fanfiction/Eventual ZaDr)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora