Un Día cualquiera

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Saliendo del trabajo quise irme a tomar algo para desconectar de todo el estrés acumulado de la semana, llegué a un bar y allí conocí a cierto hombre, su rostro reflejaba una tristeza enorme, me senté junto a él en la barra y ordené algo. El sujeto que al parecer tenía unos cuantos tragos ya, murmuraba.

- ¡Que barbaridad! en ese tiempo todavía creía yo en el amor- Mientras miraba fijamente su trago.

- ¿Ahora ya no crees?- pregunté sarcásticamente.

- No existe, lamentablemente no existe- respondió con una sonrisa irónica.

Por ese entonces había conocido a una chica, la conocí por casualidad, así como surgen los grandes amores; ahí me encontraba yo en el andén con la mirada perdida hacia el túnel en dirección hacia donde tenía que llegar el tren, cuando se oyó que éste entraba en la estación y abría sus puertas busqué dónde sentarme, justo encontré un hueco y cuando me encaminaba a dicho hueco tropecé con ésta chica, tenía intención de sentarse justo en el hueco donde yo pensaba ir. Vi que en frente había otro asiento libre y decidí sentarme allí. Ella, sobre sus piernas tenía las dos manos extendidas entonces, metió la mano en su bolso y sacó un libro que abrió por una página al azar y empezó a leer. 

''Busca en su oscuridad la cara y las sonrisas de quienes la acompañan, haya o no haya luz no ocultes la sonrisa, que es el mejor don que te han dado.'' Esa frase me pareció maravillosa así que me dediqué a mirar cómo leía, creo que se me notó, porque enfocó su mirada hacia mí y me preguntó si sentía curiosidad, fue entonces que decidí preguntarle por el libro, me contó que trataba de la historia de una chica ciega y de su día a día contada desde el lugar de un chico que estaba enamorado de ella. Su emoción al hablar del libro me cautivó y me dediqué a escucharla, hablamos un rato más y decidí pedirle su número, hasta que llegué a mi parada y me bajé, no sin antes preguntar su nombre... Valeria. 

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