Cuarto recado: De como el renunciar parece cada vez más tentador.

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Según Minsu, el trabajo de ese día consistiría en pasar una comida con él y Daniel.

No iba a salir vivo de esa salida a comer.

Puso su mejor sonrisa mientras bebía al lado de Minsu. El muy bastardo no había dejado que se sentara con Daniel o ChanHee, porque sí, ChanHee también estaba ahí y ambos tenían esas sonrisas que hacía se quisiera orinar en los pantalones.

Los últimos nueve mensajes que le llegaron era para avisar ese pequeñísimo detalle que Minsu prefirió no decirle cuando revisó su teléfono.

No iba a preguntar cómo ni quién les dio a esos dos aterradores adultos su número de celular.

La comida fue servida al fin y cuando pensaba en tomar un cubierto su mano se movió de manera rápida para tomar el extremo de la remera de Minsu. Fue una reacción inconsciente al captar por el rabillo del ojo que se había levantado. Todos en la mesa lo veían con diferentes grados de emociones. Se aguanto las ganas de suplicar por su vida y levantó la vista centrándose en Minsu, la presencia del adulto era su único seguro de vida.

Esperó que su movimiento de cejas y la mirada fija expresara muy bien su deseo de que se quedara. En respuesta recibió una sonrisita sobradora que tan bien conocía y sintió su corazón romperse un poquito más traicionado por el adulto que llegó a admirar.

-Ya vuelvo.

Incluso había tomado sus dedos para que lo soltara. De no ser por eso estaba seguro seguiría aferrándose a la prenda hasta romperla de ser necesario.

Se sumió en un silencio obligado. No iba a abrir la boca y provocar la furia de alguno de los otros dos que no habían parado de mirarlo desde que entró.

-Entonces pequeño HwanHee, dinos, ¿qué es lo que realmente haces en el local de Minsu?

Daniel tiró su pregunta sin rodeos. Parecía ser que la tensa calma que era usual entre los tres tendría al fin una explicación. Lo cierto era que desconocía por completo el porqué de las actitudes de los otros dos para con él desde su encuentro en la tienda de mascotas.

-Trabajo ahí.

Desconcertado solo podía poner algo de agallas al asunto y enfrentarlos. Primero mirarlos y luego resistir esa charla lo más entero que pudiera. Aún sentía que iba a ganarse una golpiza de alguno, posiblemente ChanHee.

-Vamos-ChanHee estaba sonriendo mientras revolvía su comida de forma lenta y calculada-No serías el primer niño enamorado de Minsu que intenta acercarse a él con la excusa de un trabajo temporal.

Daniel estaba apuñalando su carne con una sonrisa suave igual a la de ChanHee sin dejar de mirarlo ni perdiéndose ninguna palabra.

Oh dios mío. Realmente iba a morir, ¡y siendo inocente por completo!

-No es el caso. Ni siquiera sabía que Minsu era el dueño del lugar cuando fui a pedir trabajo. Fue vergonzoso.

-¿Esa es tu versión?-Daniel parecía querer insistir.

Estaba muy cansado de vivir temiendo ser asesinado con una correa de paseo, realmente sus pesadillas no podían incluir tanta arena para gatos y ser normal.

-Es la única versión, en verdad no tengo ese interés en Minsu. Es absurdo.

Si se sonrojo como el adolescente virgen que era diciendo eso iba a negarlo a muerte cuando relatara la historia a su progenie de cómo sufrió para seducir al amor de su vida, Yeollie.

Suspiró agotado, el local parecía estar lleno y esos dos se veían lo suficiente inteligentes para no clavarle un tenedor en el ojo con tantos testigos.

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