CAPÍTULO 1

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Un paso, una sonrisa macabra, un puñetazo no tan fuerte y ya estaba temblando de miedo. Perfecto, el miedo paraliza a muchas personas y él estaba pasmado, en otras palabras: ya estaba muerto.
Avancé otro paso y le di un puño cerrado en toda la nariz, una patada en sus joyas y cuando se dobló a causa del dolor le di un rodillazo en toda la cara.
Estaba ensangrentado y eso era éxtasis puro para mi.
Ensanché mi sonrisa y lo senté en una pequeña silla de madera raída que había en el fondo del sótano. Me insultó de mil maneras, pero eso me animaba a torturarlos, lástima que no tengo tanto tiempo.
-¿Últimas palabras Señor Clark? - Pregunté con un tono burlón.
-Vete a la mierda.
-¡Oh! No se preocupe, de allá vengo.
Y antes de que pudiera responder le quebré el cuello. Se sentía tan bien que en ningún momento se fue mi gran sonrisa, ni siquiera cuando me escupió, y eso era mucho que decir.
-¿Lo-lo mataste?- Preguntó una vocecita detrás de mi.
Me volteé despacio, casi temiendo ver la expresión de su cara.
Sabía perfectamente que la había cagado. Ella no merecía ver eso.
-Linda... - Empecé a decir pero ella me cortó.
-No, ¿Qué has hecho? Tú... Tú lo mataste. Eres una asesina- Dijo llorando y corrió escaleras arriba.
Me dolió lo que dijo, la forma en que lo dijo. Pero tenía razón, y eso era la peor.

Me desperté agitada, asombrada, de una manera u otra me levanté feliz, sabía que sueños como esos eran tremendamente insensibles, pero los amaba.
Miré la hora y ¡Mierda! Voy tarde a la escuela y por si fuera poco es mi primer día en una escuela nueva.
Me levanté y me bañé como si fuerea flash y de hecho había batido un récord. 7 minutos en estar bañada y en ropa interior, sólo me faltaba organizar el cuarto, escoger mi ropa, peinarme y levantar a mi hermosa sobrina, casi nada.
Hoy estaba haciendo un día muy frío así que me puse unos jeans rotos negros, un buzo blanco que me llegaba abajo del trasero y unos tenis también blancos.
Mientras iba a levantar a Jessi me hice un moño desprolijo. Yo no era de arreglarme mucho y cuando lo hacía me sentía incómoda, así que siempre estaba lo más relajado posible.
Cuando llegué al cuarto de Jessi, que era en el primer piso, la encontré arreglada, como si fuera para un concurso de belleza.
-Tía, vamos tarde, no he desayunado y el nuevo colegio queda a media hora de aquí.
Rodé los ojos y le hice una seña para que me siguiera, esa niña sí que era puntual y organizada.
Yo en general odiaba desayunar, pero Jessi no, y como yo si era perezosa, impuntual y desorganizada sólo le hice un café amargo y unas tostadas, fin.
-¿De verdad? ¿Esto? Al menos dame azúcar y mermelada, Alicia.
-No me llames por mi nombre y odias el café con azúcar, además nunca te comes las tostadas, solo tómate eso rápido y vámonos.
Me dio una mirada fulminante y se concentró en su desayuno mientras que yo iba por nuestros bolsos.
Cuando llegué a la sala mi celular comenzó a sonar, era un número desconocido y aproveché a contestar sabiendo que Jessi no me podía escuchar.
-¿Quién?
-Hola Ali, tanto tiempo sin escucharte, puede que eso cambie Pronto. - Me congelé al oír esa voz, otra vez me perseguía. Y ya no me podía dar el lujo de ignorarla.
Sin pensarlo dos veces colgué, pero sabía que eso no ayudaría en nada.
Salí de la casa y me monté en la moto a esperar a Jess.

ALICIA EN EL LUGAR DE LAS PESADILLAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora