-Entonces déjame presentarme -se aclaró la garganta y dijo- Soy Monserrat Brenes, tu futura esposa.-Debes estar equivocada, yo no conozco a ninguna Monserrat Brenes.
-¿Tan fácil te olvidas de mí?
-Te lo sigo diciendo, no te conozco -dije con tono de voz un tanto severo.
-Bueno, si tú lo dices -dijo con un tono triste en la voz.
-Te cuidas -dije mientras le daba una amable sonrisa.
-Cariño, ¿quién es ella? -preguntó mi madre estando de pie a la par mía.
-Nadie mamá -respondí lo más seco que pude, para lograr dar a entender que quería que se fuera.
-Ay hijo!, no seas así -dijo mi mamá tratando de poner un tipo de voz firme, pero no le salió -¿Cómo te llamas?
-Soy Monserrat Brenes, un placer conocerla.
-¿Monserrat? ¿En serio eres tú?
-Sí. Soy esa misma Monserrat.
-¿De qué me estoy perdiendo?
-¿No te acuerdas?
-Nop, ni un poco.
-Tú le prometiste que te casarías con ella cuando tenías 10 años.
“¿Alguien me puede explicar esto?,¿no?, bueno, no importa, ya que no voy a estar más tiempo escuchando esta conversación” -lo pensé pero no lo dije.
-¿Vienes a mi casa por una promesa que te hice cuando tenía diez años? ¡Ósea era un niño! -le grite a Monserrat, pero me arrepentí en el mismo instante en el momento en que salió de mi boca.
-¡No uses ese tono en la casa muchacho! -ahora era mi madre la que gritaba- ¡te vas para tu cuarto, estas castigado!
-¡Como quieras!
Me di media vuelta y me encamine hacia mi cuarto. Di un portazo que lo más seguro hasta en China lo escucharon.
-¿Dura discusión? -preguntó mi mejor amigo Scott.
Scott era alto, moreno, su pelo era de color negro, sus ojos color miel y estaba en forma.
-¿Cómo entraste? -pregunté con sumo interés. Vamos se supone que mi cuarto es el más seguro de la casa.
-La ventana esta abierta -dijo señalando a la ventana, que efectivamente, estaba abierta.
-Error mío, ¿por qué estás aquí?
-¿No puedo venir a visitar a mi mejor amigo? -dijo tratando de poner una cara de perrito regañado.
-No, no puedes -dije con un tono serio.
-Bueno, la cosa es que, necesito algo. -dijo con un tono avergonzado.
-Adivino. ¿Condones?
-¡Exacto! -dijo con una gran sonrisa en su rostro.
-Ahora ¿Quién es?
-Fernanda la de la 7-3.
-Ahora vas a por menores.
-Como lo puedes ver.
-Toma -y le lancé los condones para que por fin se fuera y me dejara desahogarme.
-Gracias, señor amargado -dijo poniendo una sonrisa medio malévola.
-¿Hasta que al fin salen del clóset? -dijo mi mejor amiga Maía entrando desde la ventana. Tengo que cerrar esa ventana antes de que entre un dinosaurio.
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La Ira de los Dioses
General FictionÁngeles, demonios, Dioses... A vísperas de una nueva guerra santa que podría destruir todo lo que conocemos, solo una persona es capaz de evitar que esta guerra inicie. Pero ni siquiera él sabe del destino que le espera a la vuelta de la esquina, s...