Capítulo 10: Unos girasoles y ¡por fin libres!

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Amelia no se levantó con muy buen humor esa mañana. Al esfuerzo que le supuso dar esquinazo a Enrique la noche anterior para que no la acompañara al hotel, se unía el recuerdo de una Luisita que no había negado su supuesto noviazgo con Alberto. Por eso, decidió salir muy temprano a tomar aire fresco al Retiro...sin duda le daría paz a su alterado corazón.

Tras pasar la mañana allí y ya algo más tranquila, decidió regresar al trabajo. Al llegar al teatro encontró una revista del "Hasta luego" en el suelo. Alguien debía de haberla pasado por debajo de la puerta. Había una nota encima de ella: "Para ti, mi amor. Siempre se me dio mejor expresarme por escrito, cuando te tengo delante las palabras no me salen...ábreme por la página diez".

Aquello la transportó por un momento a la pasada Navidad en el Kings, cuando una nerviosa Luisita le llamó por teléfono para encontrarse en el bar. Una vez allí le abrió su alma y le confesó su amor. Así que, sin más dilación, abrió la revista por la página diez y empezó a leer...

"Noticias absurdas para oídos alegres"

¡Atención, atención, la hija de la florista cuando fue a su comunión, un ramo de girasoles en vez de un ramo de rosas llevó, el resto de sus compañeras pensó: habrase visto mayor desunión!

Los acontecimientos se sucedían el pasado sábado en Chamberí. No hubo víctimas de gravedad, dijo el guardia civil. Ahora, eso sí, a una madre con los ojos más allá de sus órbitas encontrarían y a unas niñas con los pelos más allá de sus cabezas verían.

Pasadas las diez de la mañana al negocio de la madre la niña acudió...allí toda la gama de colores encontraría si de rosas se trataba...que aburrimiento, la niña pensó.

Las demás chicas la envidiaban...el color que ella escogiera, ese mismo las demás elegirían. Pero girasoles...puag, una flor que no se sabía si era flor o era planta, ¡menuda grosería!

Éstas pasaron de imitar a la chiquilla a señalarla. Fíjate tú qué mal gusto...y por la madre que no quedara. De todos los girasoles se deshizo, como si de basura se tratara.

Y no creáis que la niña de brazos cruzados se quedó...¡no, no, no! Fingiría algo de malestar, un poco de enojo y tremenda confusión. Pero de eso a conformarse...ya la venganza en su mente se ideó. ¿Por qué con los deseos ajenos se tenía que conformar, si los suyos le gustaban mucho más?

A su madre rosas rojas encargó, mientras ella al campo libre se marchó, pero antes el vestido de comunión se enfundó. El tiempo volaba veloz y si llegaba tarde a la iglesia sería una decepción.

A la madre el cabreo por momentos le venía...¿Dónde estará esta hija mía? El vestido en casa no está, ¿será que la primera de todas desfilaría? No le extrañaba, en belleza a su hija nadie la superaría.

El cura las campanas hizo replicar, las niñas en parejas hacia dentro iban a marchar, pero de repente a una niña de marrón vieron llegar. La visión era cuanto menos peculiar, el vestido de barro tintado iba ya y una decena de girasoles le cubría la faz.

"Andreita, Andreita, harta me tienes ya...Ay que disgusto más grande a tu padre le vas a dar". "La niña de los girasoles, la niña de los girasoles...toma mote ya" dijeron todas las demás.

La niña la barbilla alzó, una ceja subió, un beso al aire lanzó y la primera a la iglesia pasó. Al terminar nadie a la madre podía consolar..."Mamá, la próxima vez, ¿Qué crees que será mejor, dejarme elegir a mí o imponerme tu opinión?"

Sin ganas de pelear...los años pesaban ya...la razón a la niña le tuvo que dar. Qué más da, girasoles, petunias, amapolas o rosas...al final la niña su respeto se ganará."

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⏰ Última actualización: Sep 12, 2019 ⏰

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