Narra Ilay

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No se puede callar con su puta casa, ahora esta es su casa, que no puede entender eso.

Ya me colmo la paciencia con sus lloriqueos de niña chiquita así que cierro el puño y le vuelvo a pegar, su hermosa carita ahora está sangrando.

Me sale lo sarcástico y le pregunto que, si quiere otro golpe, ella solloza débilmente y me pregunta que porque ella

-Sencillo, porque me gustas-.

Porque cuando estoy a punto de hacer las cosas correctamente Leila hace algo mal.

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.

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̶ Cualquier cosa ya saben mi número, si no es algo importante ni me molesten. Digo para los hombres que están delante de mí.

De repente suena mi teléfono y veo que es de la casa.

̶ Bueno

̶ La señorita Leila se escapó ̶.

Mierda

̶ Qué, pero como, hace cuánto.

̶ No lo sabemos, Eleonor nos lo dijo y cuando subimos en efecto ya no estaba.

Ya voy de camino a casa. No puede ser, como putas fue que se escapó.

Al llegar me bajo corriendo y me dirijo con los guardias para dar indicaciones, no estoy para saber cómo fue, lo único importante ahora es encontrarla.

Todos agarran diferentes rumbos y ya después de rato de no encontrar rastros regreso a la casa donde doy indicaciones de ir a la ciudad, no creo que ya esté ahí, pero nada pierdo.

Llevamos rato dando vueltas por la ciudad y nada de ella, cuando estoy a punto de dar más ordenes la veo, la veo parada a las afueras de una tienda haciendo la parada a un taxi.

̶ Ahí está ̶ Cuando el chofer le pisa para llegar las llantas rechinan ocasionando llamar la atención de Leila.

Ahora está conmigo, ya regreso a casa, como me encanta esta niña, yo sabía que no iba a ser nada fácil, pero mira, aquí nos encontramos juntos y nadie podrá separarnos de nuevo.

IlayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora