ser feliz no es una decisión

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Dormí una hora, que fue la única hora que Tom manejó, luego cambiamos de posición. Estábamos a hora y media de Nueva York y sentíamos la presión en el pecho. Como si nos sumergiéramos en un submarino.

"Esta escapada fue para que nuestros últimos momentos juntos no fueran tristes" dije sin dejar de ver la carretera "¿De qué sirvieron si no te veo feliz?"

Me miró con las cejas ligeramente enojadas.

"No puedo estar feliz, no es una decisión" dijo "Te voy a extrañar muchísimo y no puedes pedirme que no esté triste"

"No me gusta verte triste"

"Y a mi no me gusta esta situación" se quejó "Sería feliz si pudiera volver a Chicago contigo... o si pudiera devolver el tiempo y aprovechar cada segundo de cada día para pasarlo a tu lado"

"Pero el próximo año vas a-"

"¡No lo sé!" Me cortó.

Lo miré por un segundo.

"No sé si quiero volver a adicionar" dijo "No quiero pensar en eso ahora"

"No tienes porqué pensar en eso ahora, pero después puedes-"

"Odio el rechazo, no lo proceso bien, y este fue el rechazo más grande de mi vida, Rex" me miró "No quiero volver a intentarlo y volver a fallar... como un completo perdedor"

Me quedé en silencio. Bufó y miró a la ventana. Nos quedamos en silencio por un momento hasta que me volteó a ver.

"No eres un perdedor"

"No necesito tus platicas motivacionales ahora" se quejó.

"No voy a decir nada más, solo eso"

Apretó los labios y volteó el rostro de nuevo a la ventana. No volví a hablar. Solo tomé su mano y entrelacé nuestros dedos.

"Sé que odias los silencios, pero ahora es lo que necesito ¿está bien?" Dijo.

"Claro"

No hablamos hasta que entramos a Nueva York. Conduje siguiendo las instrucciones de Tom hasta el departamento. Lo único que se oía era la única canción de Björk que conocía. La había ecsuchado miles d veces antes pero la letra y el sentimiento jamás resonó en mi como en ese momento.

Each time I look at you I'm limp as a glove
And feeling like someone in love.

Miré a Tom por el rabillo del ojo, totalmente enamorado y triste.

El trafico era una pesadilla y consideré dejar el auto y caminar. Finalmente llegamos. El edificio tenía valet parking, lo que aprecié bastante. Bajamos las cosas y caminamos dentro. Era un hotel y Tom y sus padres vivían en una suite en el penúltimo piso. Subimos y me dio la bienvenida a su hogar. Su mamá salió de la cocina y corrió a abrazar a Tom y a mi. Procedió a alagarme y decirme cuanto había crecido, nos hizo sentar en la sala y me preguntó por mis padres, la escuela, qué iba a estudiar. Se levantó por galletas y yo hice lo mismo.

"Creo que debería irme ya" dije mirando la hora en mi celular.

"¿No te quedas?" Preguntó "Quédate a dormir y te vas mañana temprano"

Estuve tentado a decir que sí y dejarme caer al sillón junto a Tom, pero no podía continuar aplazando lo inevitable. Negué con la cabeza y miré a mi chico.

"No, gracias, debo salir ya, no quiero llegar demasiado tarde, mi mamá debe de estar infartada ahora mismo" dije sonriendo.

"Pero sería mejor si duermes aquí hoy y te vas mañana, es más seguro"

"No, no quiero molestar y al ritmo que voy llegaré en poco tiempo"

Comencé a despedirme de su mamá la cual me hizo prometer que la llamaría para avisarle cuando llegara y cuando Tom se puso de pie, ella se fue.

Nos quedamos en silencio un momento, solo mirándonos.

"¿Suficiente silencio?" Pregunté.

Se lanzó a mis brazos rodeándome por el cuello.

"Te voy a extrañar" me dijo.

"Yo más"

"Te amo"

"Yo mucho más"

No nos separamos. Nos quedamos pegados el uno al otro como imanes. Sentía que si me separaba rompería en llanto.

"Quédate" rogó.

"No puedo, solo va a ser peor"

"Te necesito"

"No es cierto, no necesitas a nadie" besé su cuello.

"Voy a morir sin ti"

"Falso"

"No te vayas, por favor"

Lo apreté más, si era posible. No supe cuanto tiempo pasó, pero cuando nos separamos se sintió que no fue suficiente. Lo tomé del rostro y lo besé. No fue un beso desesperado por succionar todo el amor que estaba ahí, fue más bien un beso que recordara, que sellara ese amor hasta la próxima vez que nos viéramos.

El camino de vuelta a Chicago fue rápido. Conduje muy rápido y mantuve la calma hasta Ohio, donde me detuve en un motel a pasar la noche y lloré. Lloré como si acabara de morir alguien.

"Tu no lloras"

"Exacto ¿Quieres tú, ser la causa de mis lagrimas?"

"No"

"Jamás lo serías"

Y no lo era. Lloraba porque lo iba a extrañar, odiaba la distancia, odiaba no tenerlo a mi lado en la cama, no me gustaba saber que iba a llegar a la casa y él no iba a estar tocando el violín, o leyendo sentado en la orilla de la alberca. No llevábamos ni doce horas separados y ya sentía que me quedaba sin aire. Me faltaba su risa y el olor a café. Tanto que traté de escuchar el audio sin sentirme mal, pero era imposible, y el café no era lo mismo. Quería un abrazo suyo y un beso en la mejilla. Quería acostarme a su lado a ver alguna serie de doctores. Quería sentarme a verlo tocar el violín. Lo quería a él.

El resto del camino fue aún más rápido. Llegué a Chicago y cuando abrí la puerta de la casa mi mamá corrió a abrazarme. Me estrujó fuerte en sus brazos. Luego otros brazos nos abrazaron más fuerte. Era mi papá.

"¿Estás bien?"

"Lo estaré"

Me besó el cabello y me dejaron ir. Subí a mi habitación, arrastré mi maleta todo el trayecto y me senté en el suelo del baño contra la puerta. Abrí el cierre y saqué la playera de The Who que usaba para dormir. La aplasté contra mi cara embriagándome con su aroma y llenándome de melancolía.














Al fin tengo una portada con la que estoy conforme

Like Someone In LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora