II

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Ser un fantasma no es nada divertido.

No puedo asustar a los niños, ni a las parejas que se besuquean, ni a los transeúntes nocturnos porque no me pueden ver. Tampoco puedo levantar objetos ni moverlos porque todo me atraviesa. Todas esas películas de terror son una mentira. Soy intangible, invisible y estoy muerta.

Estar muerta no es para nada divertido.

Luego de volver a ver a Lucas hace unas noches aquí, en el parque, me crucé con otras almas en pena rondando el área. Estar sola en este limbo no parecía ser la mejor manera de pasar el rato, por eso tuve que hacerme un par de amigos nuevos. Afortunadamente, la gran mayoría se mostró agradable conmigo.

En este momento estoy con una de mis nuevas amigas, Elena. Es una mujer de unos cuarenta años que murió en un accidente de tránsito hace ya algunos años. Es bajita de estatura y un tanto delgada.

Aún lleva puesta la ropa con la que murió, al igual que yo. Es extraño, ¿cómo puede uno conservar su último atuendo? Las prendas ni siquiera tienen espíritu.

-Por eso digo que es bastante extraño. Llevabas meses rondando este parque sin una sola reacción. No parecías notar nada ni nadie, quizás ni supieras que estabas muerta... Pero ese día te sentaste en el pasto junto a una muchacha y a los minutos pareciste recuperar la conciencia. -Elena me estaba explicando que ella junto con otros espíritus más habían observado lo sucedido ese día y que les resultó bastante sorprendente.- Literalmente despertaste de tu trance. Es algo normal, a todos nos ha pasado.

- ¿Ah, sí? ¿Y qué es exactamente este despertar del que hablas?-le pregunto. Estamos paseando de camino a una laguna que queda al fondo del parque, cerca de la montaña. Hay una hermosa cascada que alimenta la laguna y el río que nace allí. Ahí suelen reunirse varios espíritus al anochecer para hacer la larga noche más llevadera.

Como dije, ser un fantasma no es divertido. Estoy consciente las 24 horas del día, al parecer los siete días de la semana y sin mucho para hacer más que observar sin poder interactuar. Quizás deba intentar colarme al cine y ver un par de películas sin pagar por el boleto.

-A todos nos ha pasado que hemos muerto y vagado como espíritus por un tiempo, a veces largo, a veces corto, antes de despertar y volvernos espíritus conscientes. ¿Ves a aquel tipo? - frena su marcha y señala al espíritu de un hombre que levita lentamente. Avanza sin mirar por donde va y sin prestar atención a su alrededor.- Así estabas tú hasta hace unos días. Eras en verdad un ente. Si me paraba frente a ti y te hacía señas no reaccionabas para nada.

Observo detenidamente al hombre unos momentos. Creo tener recuerdos vagos de haber rondado por este parque miles de veces. Levitar y flotar alrededor por horas y horas, todos los días sin parar. Me siento agotada de solo pensarlo.

-Muy bien, comprendo. Pero, ¿sabes tú por qué desperté cuando lo hice y no antes? - pregunto. Debe existir una explicación por la cual pasé casi año y medio en ese trance del que apenas si tengo recuerdo. Y una buena razón para haber salido de mi ensoñación de una vez por todas.

-Eso es lo que ninguno de nosotros entiende realmente. Yo no recuerdo en qué momento desperté, ni cuál fue la razón para que sucediera.

El camino comienza a abrirse y finalmente llegamos a una pequeña playa a orillas de la laguna. Ya hay varios fantasmas reunidos aquí. Al otro lado de la playa hay unos niños exploradores acampando. Su pequeña fogata, muy bien armada de verdad para no provocar un incendio, nos ilumina con una tenue luz a nosotros a pesar de la distancia.

Un grupo de fantasmas está reunidos en la orilla del lago. Sentados formando una ronda sobre las piedrillas y en un tronco caído. Se ríen a carcajadas cuando alguien termina de contar una divertida historia, pero ninguno de los niños acampando parece percibir algo de la reunión que hay de este lado.

-¿Ves a ese señor que está por ahí?- mueve ligeramente la cabeza en dirección al hombre que está sentado en el tronco, el que hizo reír a todos hace un momento. - Él recuerda haber despertado el día en que se cruzó con su hija. Merodeó por las calles de la ciudad por meses hasta que un día, su hija pasó por el frente de él y cuando se quiso dar cuenta, estaba consciente y perseguía a su hija preguntándose por qué ella lo ignoraba.-Elena cuenta bajando más y más la voz en cuanto más cerca estamos del grupo.-Así como tú, en un principio no entendió qué estaba sucediendo, pero sacó sus conclusiones en cuanto pudo atravesar las paredes sin problema.

Ya es noche cerrada y la luna llena cuelga en el cielo iluminando la laguna con su reflejo en el agua. Caminamos hasta la orilla y avanzo hasta meter los pies, que atraviesan el agua cristalina sin mojarse. El agua parece estar fresca a pesar de que no siento mucho los cambios de temperatura. Miro mi reflejo en el agua, soy tan traslúcida que puedo ver también el reflejo de las estrellas que están detrás de mi cabeza.

Tengo tantas preguntas para hacer... pero no puedo siquiera formularlas para mí misma. Hay demasiada información para procesar de golpe. ¿Por qué me convertí en un espíritu errante luego de morir? ¿Por qué me desperté luego de ver a Lucas? ¿O acaso desperté luego de ver a Clara, mi amiga y la nueva pareja de Lucas?

Ser un fantasma... ¿Es esto todo lo que hay? ¿Hasta aquí llega la vida después de la muerte?

Las palabras se escurren de mi boca sin que pueda contenerlas.

-¿Qué hay con el Más Allá? - temo cuál sea la respuesta.

-No te preocupes, sí que lo hay. Nadie sabe cómo es una vez que llegas allí, pero sabemos que existe porque algunos ya se han ido para allá -me explica. Elena se muestra despreocupada al respecto, como si la idea de quedarse aquí estancada no la perturbara. - Todos estamos aquí por una razón. Más bien, porque tenemos asuntos que aún no hemos resueltos. José -dice y señala disimuladamente al hombre del que hablábamos antes.- sabe que no se puede ir hasta que vaya a la graduación de su hija, se lo prometió mucho tiempo antes de morir. Ellos eran muy unidos, y como faltan un par de meses para eso todavía, está aquí, disfrutando del momento hasta que su tiempo llegue. Nuestras vidas nos fueron arrebatadas demasiado pronto creo yo, Florencia. Quizás por eso nos regalan esta oportunidad para concluir cosas.

Asiento lentamente y me vuelvo hacia la laguna. Contemplo el reflejo de la luna ensimismada. ¿Quién nos regala esta oportunidad? ¿Dios? ¿Buda? ¿La alineación del cosmos?

Pero eso es lo menos importante ahora mismo. ¿Con que asuntos sin resolver? Así que es esa la razón por la que aún sigo aquí. Me marché antes de tiempo, o antes de que algo sucediera. Sin embargo, ¿cuáles son esos asuntos que tengo pendientes y que debo concluir para irme en paz al más allá?

Necesito averiguarlo... Si tan solo supiera por dónde comenzar.

Más alláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora