Un despiste, un segundo, la mala suerte, todo ello puede contribuir a que tu vida cambie por completo antes de que te des cuenta de lo que tienes delante de ti. Ese momento en el que tu vida se desmorona y no sabes qué hacer para seguir adelante, ese momento en el que te detienes para mirar atrás y lo único que ves es tristeza, la muerte de muchos de tus seres queridos... y en ese momento, justo en ese momento, es cuando todo tu mundo se derrumba.
Me llamo Nacho Díaz, tengo 17 años y para entender mi historia tendremos que retroceder unos meses, hasta el momento en el que todo cambió.
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Era lunes, un día soleado y bastante caluroso, lo normal cuando se acerca el verano, ¿no? Las clases estaban a punto de terminar, las notas nos las darían el viernes... Todo apuntaba a que iba a ser un buen día, pero me equivocaba.
Nada más llegar a casa vi a mis padres sentados en el sofá, muy serios, me estaban esperando para contarme algo: mi tío Javier, mi mayor confidente, había muerto. Todo lo que soy hoy es, en parte, gracias a él... y se había ido, se había ido para no volver nunca más.
La noticia me pilló de imprevisto y me produjo una gran sensación de tristeza y desgana en mi interior, sentía que mi vida se iba derrumbando poco a poco y que no tendría ni la oportunidad de levantar cabeza.
Mayor fue mi desazón cuando descubrí que mis padres debían contarme algo más: mi tío no murió de una enfermedad y, ni mucho menos, debido a un accidente; lo asesinaron.
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La vida y sus extrañas manías
De TodoNacho, un chico de 17 años, ha pasado por mucho en estos últimos meses, sin embargo, verá cómo las cosas pueden volverse a tu favor. "Debe existir una armonía entre lo malo y lo bueno, ninguno de ellos podrá nunca gobernar sobre el otro"