Cuando mi mano se independiza de mi cabeza

391 41 12
                                    

 Elea, sabía que ese era su nombre. El destino lo había escrito. Hija de la lluvia, del agua, de la tormenta. Hija del mar. Una salvación de pelo azul azabache aparecería; quizás no antes de tiempo.  El tridente que liderará la guerra, la manera que sobrepasará el odio, el poder que devolverá el orden natural de ambos mundos. Elea, despierta. 

Estoy confusa. Lo ultimo que puedo recordar es una sombra golpeándome en la cara, llevándome a la inconsciencia. ¿Cómo puede ser que haya aparecido aquí? ¿Cómo puedo desaparecer de la calle con toda la gente que delante había? El miedo me impide pensar con claridad, pero a la vez me otorga fuerzas para seguir adelante, para saber que se esconde detrás de todo esto. Mi subconsciente me obliga a crear una descripción mental de todo lo que veo, que me veo obligada a plasmar en la libreta que siempre llevo encima. Mi mano sabe a la perfección lo que tiene que escribir, casi como si pensara ella misma. Las palabras se escriben claras y concisas de una manera rápida.

Una sala cuadrada, de proporciones perfectas como el mar, teñida de un transparente azul. Una larga alfombra aterciopelada sobre un suelo de manera de roble de serbal del 1890. En una de las paredes se encuentra la pieza original más buscada de todos los tiempos. El Venus Anadiómena saliendo del mar; una representación de la diosa Afrodita saliendo del mar, pintado por Apeles en el siglo II a. C. Pero si hay algo que destaca en la humilde cabaña son los ejemplares vivos y auténticos de tiburones y especies marinas que se encuentran al otro lado de las ventanas. Los ojos corrientes no se darían cuenta de que la estancia se encuentra bajo el agua.

Elea, piensa lo que dices. ¿Una sala submarina? ¿Cómo demonios podría haber llegado ahí, y estar seca? Una caja de cristal cuadrada bajo el agua con aspecto futurista. Creo que me he mareado del golpe y estoy desvariando. 

No he tenido tiempo de darme cuenta de que me encuentro en un edificio bajo el agua. ¿Quién me ha atrapado, y con que propósitos?

Sigo con la libreta en la mano. Dibujo tridentes. Dibujo tridentes cada vez con mas intensidad. Mi psicóloga solía decirme que encuentro la paz en mi propio mundo ficticio. Esto es parte de mi mundo ficticio, por lo que me ayuda dibujar lo para calmarme. 

La tormenta se acerca. La marea se agita cada vez con más fuerza. 

De pronto, la marea empieza a golpear la estancia cada vez con más fuerza. En una de las paredes empieza a abrirse una grieta. El agua ha empezado a brotar, no hay cristales, el peso del océano se encuentra sobre estas cuatro paredes.

Es el final, moriré ahogada aquí abajo sin siquiera saber qué hago aquí. Lo único que puedo hacer es escribir. Mi mano escribe sin hacer caso a mis órdenes, no puedo parar, realmente necesito hacerlo para mantener la calma. Escribo lo mismo una y otra vez, pero no soy capaz de leer lo que he escrito. El agua entra cada vez con más velocidad, y quedo sumergida. El detalle mas curioso es el que me había resultado más insignificante hasta el momento.

Puedo respirar bajo el agua.

Una voz no cesa en mi cabeza. El papel donde antes había escrito la descripción, ahora lleva escrita de mi puño y letra la misma frase en todo el papel. 

ELEA, CORRE.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 30, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Maldita (Maldecida por el agua #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora