II

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La luz de la luna refracto por sobre el congelado lago mientas Dean escupía hacia las rocas que se arrimaban por sobre la tierra a la escaza orilla arenada. El frio quemaba su piel y la niebla comenzaba a llenar de apoco los pinos alrededor. 
Encendió un cigarrillo mientras dejaba su escopeta apoyada en la piedra grande a su lado. Las cacerías nocturnas de animales no parecían una idea aparentemente buena en la época del año en que se encontraban, pero Dean no buscaba a un venado confundido deambulando solitario por entre los árboles, ni a aves bajando de las altas copas de los arboles a alimentarse de algún roedor. Él estaba esperando a su grupo para que juntos protagonizaran la cacería paranormal para exterminar con los demonios que comenzaban a amenazar en la zona urbana y cerca del pueblo. Pero Dean sabía que esto no era como todas las veces. Algo estaba revolviéndose entre sus almas y el infierno, tramaban algo grande. Entonces recordó los cuerpos desfallecidos de las mujeres y hombres que junto al cuartel habían encontrado colgado de los pinos que ardían entre llamas. Cerro los ojos con pesar y reprimió a ira en su ser, sintiéndose cada día más culpable por las muertes que no había podido impedir. ¿Y cómo no? Él era el único que poseía la Colt y cinco de las trece balas genuinas, por que como decía la leyenda cualquier cosa a la que esta arma le dispare, morirá, incluyendo criaturas inmunes a todas las armas.
Un recuerdo llego a su mente. Lilith incendiándose sobre el techo, gritando, suplicando piedad, suplicando a muerte inmediata. Y el atado de manos sin poder hacer nada, más que sangrar por la nariz. No quería estar en ese recuerdo, pero por más que intentaba borrarlo de su interior no lo lograba. Lo visitaba por las noches en sus sueños, por las mañanas y las tardes.
El viento soplo con fuerza apagando su cigarrillo, la congelada agua del lago se trizo frente a él y escucho hojas secas quebrándose tras él.
—Buenas Dean. 
Era Castial. Líder del cuartel y hermano de Dean. Esté lo ignoro y siguió fumando su cigarro apagado.
— ¿Por qué has venido solo?. — Pregunto mientras lanzaba una roca a la luna, sin tomarla, sin moverse. 
Castial no respondió y continúo atrás de él. Dean oyó el movimiento a sus espaldas, Castial había tomado la Colt y luego la soltó dejándola caer al suelo. 
Un lobo aulló en la lejanía, y por sobre las hojas más altas de los pinos Dean escucho el llamado de lo que parecía ser la muerte. 
—Hijo de puta. —Dijo precipitando su cigarrillo a la superficie helada.
Castial, aun detrás de él rió. 
—No deberías tratar así a tú hermano querido Dean.
—Tú no eres mi hermano.
El lobo volvió a aullar. Dean se giró mirando fijamente los ojos –ahora- amarillo de su hermano mayor, como lo suponía. Los mismos ojos que se presentaban en sus sueños, mientras Lilith ardía en fuego.
— ¿Quién eres?. — Inquirió. 
—Lo que más temes, lo que la agonía y tú sufrimiento crearon. Tú peor pesadilla.
Dean escupió mentalmente sobre sus palabras. 
— ¿Qué quieres de mí? 
—La pregunta es distinta, ¿Qué quieres tú de mí? ¿Por qué me has llamado?
— ¿Qué? No entiendo.
—Mi querido Dean, todo es cuestión de venganza. 
Entonces, con lago que no pudo describir sintió con su cuerpo se congelaba totalmente y caía inconsciente al suelo, viendo atreves de su iris a Lilith besando a Castial, a él golpeando a su hermano y siendo golpeado por él, él mismo quemando a Lilith y dejar que muriera en el techo.

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