''O el libro o yo''

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Dumbledore pasó otra hoja más de su libro de encantamientos, bufando de desesperación. No había podido estudiar nada esa tarde, ni tampoco en todo el verano, pues Gellert se encargaba siempre - de alguna manera u otra - de desviar su atención hacia otro tipo de actividades.

En ese momento, Grindelwald a su lado, y preligrosamente cerca de su cuello, soltó una risita burlona que sólo lo exasperó aún más. Pasó la siguiente página tan bruscamente que ésta se rompió en la parte inferior.

-Mierda.- gruñó. Había sacado ese libro de encantamientos avanzados de la biblioteca de Hogwarts con un permiso especial para el verano (¡había tenido que hacer horas extras de ayudante de pociones!)... so pena de mantenerlo intacto y devolverlo íntegro y en perfecto estado de conservación. Algo que, obviamente, ya no iba a ser posible.

Ante la frustración de su amigo, Grindelwald no pudo aguantar más y comenzó a reír mientras desabrochaba por fin el pantalón de Albus.

-¿Contento? Se ha roto por tu manía de querer ser siempre el centro de atención.

Grindelwald sonrió con suficiencia, y luego hundió su rostro en el cuello de Albus.

-No me digas que prefieres a ese maldito libro antes que a mí porque no lo creeré - dió un apretón a su entrepierna y Albus gimió, haciendo que la propia erección de su amigo despertara.

Ya estaba hecho, suspiró. Gellert lo había vuelto a hacer: el libro había quedado, una vez más, olvidado encima del escritorio... y realmente no importaba. Ya inventaría alguna excusa (o algún hechizo, quién sabe) para enmendar la rotura.

De momento, pensó mientras mordía el cuello de Gellert, le haría pagar por adelantado la vergüenza que él iba a pasar delante del director al intentar explicar cómo se había roto el libro.

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