Capítulo 8

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Me despierto sintiéndome descansada, según yo dormía bien pero después de esta noche creo que tendré que reconsiderarlo, nunca había dormido tan bien en toda mi vida, me doy la vuelta y caigo en cuenta de que estoy sola, otra vez, espero no ser el...

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Me despierto sintiéndome descansada, según yo dormía bien pero después de esta noche creo que tendré que reconsiderarlo, nunca había dormido tan bien en toda mi vida, me doy la vuelta y caigo en cuenta de que estoy sola, otra vez, espero no ser el polvo de cada noche dicen que la tercera es la vencida, si vuelve a pasar otra vez, creo que tendré que alejarme.

Ya me había terminado de darme un baño y me disponía a desayunar, ahora si iré a ver a mi Perséfone, y si puedo pasare todo el día con ella como compensación por no haber ido ayer.


Llegué al orfanato, toque la puerta y la madre Inés me abrió

— Dalia querida ¿Qué estas haciendo aquí? — pregunta con fingido interés 

— buenos días madre vine de visita, espero no sea ninguna molestia — igual si lo llega a ser pues una disculpa pero no me voy 

— Bueno hija...

— ¡MAMI! — el grito de Perséfone interrumpe a la madre Inés quien se voltea para ver que pasó así deja que Perséfone siga corriendo hasta mi y me agachó para recibirla 

— ¿Cómo está la niña más preciosa del mundo? — le pregunto mientras me levanto con ella en brazos

— muy bien mami, ¿por qué no viniste ayer? Lo prometiste — se queja 

— lo lamento mi vida, pero hubo una emergencia en mi trabajo y tenía que resolverla sino quería ser despedida

— pero era sábado mami y no hay clases el sábado 

— lo sé, pero yo no sólo trabajo como maestra, soy jefa de un área en una importante empresa 

— ¿jefa? — la madre Inés repite para si misma, parece no entender que pasa 

— así es, tengo a mi cargo a 50 personas

— no sabía que tuvieras otro trabajo con tanta responsabilidad — comenta la madre Inés 

— si bueno, ser maestra es sólo un capricho  — le respondo con una sonrisa de satisfacción — ser ingeniera es mi verdadera pasión

— ¿mami algún día puedo ir a tu trabajo? — pregunta Perséfone

— claro que si mi vida — y beso su mejilla 

— Bueno se nos hace tarde para ir a misa — menciona la madre Inés — ¿gustas acompañarnos hija? 

— será un placer — bajo a Perséfone y la tomo de la mano para dirigirnos a la Iglesia, nos quedamos en la banqueta en lo que la madre Inés salía y detrás de ella venía un grupo de niños, espere a que todos los niños salieran para así quedar al final.


Llegamos a la Iglesia y desde afuera se podía ver que la mayoría de personas dentro eran niños, estábamos por cruzar la puerta pero chocamos con algo

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