I

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Aquel invierno fue el más frío que recuerda. Su delgado suéter hacía muy poco por calentarlo, así que tomar una bebida caliente frente a su chimenea encendida parecía la mejor idea.

Salir de la casa de sus padres fue difícil, sobre todo tener que despedirse de la comida de su madre. Pero ya él era un hombre hecho y derecho y se supone que esa es la ley de la vida.

Cuando su hermano mayor Emmanuel dejó la casa, él fue feliz porque tendría el cuarto para el sólo. Ahora su cuarto es de Israel.

Emmanuel siempre dijo que le asustaba vivir sólo porque habían almas en pena que merodeaban por las calles buscando hacer daño, obviamente no era cierto.

Solo lo dijo para hacerlo coger miedo.

Pero él no era como Israel o Gabriel, él no creía en esas cosas.

Encendió el televisor buscando algo entretenido que ver mientras terminaba su bebida caliente, a pesar de ser más de la media noche.

No era una excusa para mantenerse despierto, él tenía muchas cajas que organizar.

El silencio afuera era sepulcral, ni un auto transitaba a esas horas por aquel sector.

Su dedo pulgar presionaba los botones del control remoto, un zombie atacó a una chica rubia en la pantalla, cambió de canal, un enmascarado arrastraba un hacha ensangrentada por el suelo en dirección a un chico que estaba de espaldas, siguió cambiando los canales y decidió apagarlo notando que a esa hora la programación era toda de terror.

A él no lo asustaba, claro que no.

Pero se encontró a sí mismo arrimándose más a la poca luz de la chimenea. El no huía de la oscuridad que se formó cuando apagó el televisor, el solo buscaba estar cálido.

Miraba fijamente el fuego ardiendo cuando a la distancia le pareció escuchar el sollozo de alguien.

Sus manos se apretaron alrededor de la taza, pero luego todo estuvo en silencio nuevamente. Se relajó.

No debió.

Sollozos más fuertes se escucharon y entonces notó que tal vez provenían del otro lado de la puerta.

Obligándose a no voltear bajó la mirada hacia su taza, sus manos temblaban.

Su piel se herizó cuando sintió a una figura posarse en la ventana.

El no volteó. Respirando irregularmente se dijo a sí mismo que Emmanuel le había metido ideas estúpidas en la cabeza.

La silueta permanecía allí y su corazón seguía martillándole fuerte.

-¡¡AAAAYYY!! ¡Mis hijos!

La taza cayó de sus manos rompiéndose en pedazos cuando al girar vio a una mujer con ropas blancas desgarradas, cabello negro que caía sobre sus hombros, y tenebrosos ojos tan verdes como esmeraldas que lo apuñalaban al mirarlo.

Un grito se ahogó en su garganta y sus manos fueron inmediatamente a sus ojos que se cerraron fuertemente.

-No eres real, no eres real, no eres real.

Se repetía una y otra vez con voz temblorosa.

Y luego de repetirlo tantas veces sintió como su cuerpo se relaja a poco a poco.

Abrió los ojos lentamente y no había nada en la ventana, un suspiro de alivio salió de sus labios.

-Soy un pendejo, puto Emmanuel, te odio.

Se dirigió a su recámara y cerró los ojos ansiando que pronto amanezca.

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Los/as amo:
Lía. ❤️

LA LLORONA <<Joerick>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora