II

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Cuando los primeros rayos del sol se colaron por su ventana, Joel parpadeó perezosamente y frotó sus ojos para despertarse del todo.

Los recuerdos de la noche anterior venían a su mente, pero no eran muy claros. ¿Había imaginado todo?

Levantándose de la cama se dirigió al baño para asearse y luego fue a la cocina a preparar su desayuno. Al llegar a la sala, la taza rota en el piso lo convenció de que no había imaginado nada de lo que sucedió anoche. Esa mujer realmente había estado ahí.

Recogió los trozos de porcelana y luego de desayunar fue a casa de su madre. Era domingo, así que era día familiar.

-¿Entonces dices que hay almas en pena en las calles?- le preguntó a Emmanuel.

-Sí, de todo. Almas en pena, espíritus malignos, espantos, en fin, las noches entre las 12:00 y las 3:00 am son de Satán.

-¿Cómo haces para que se alejen?

-¿Bueno y a ti qué? No me digas que estás cagado del susto- dijo burlándose.

-Pfff obvio no- giró los ojos -solo tengo curiosidad.

Emmanuel lo mira fijamente por un momento.

-¿Qué?

-¿Te ha salido algo?- pregunta finalmente.

-¿Y a ti?- contesta sin responder la pregunta.

-¡Ya está el almuerzo!- grita Israel desde la puerta.

Ambos se levantan y entran molestándose entre sí.

A las 6:00 pm Joel está solo en su departamento nuevamente. Le faltan algunas cajas por desocupar así que va tomando una por una buscándole un lugar a cada cosa que hay en su interior.

Trata de apurarse, no quiere estar despierto para cuando sean las 12:00.

Está profundamente dormido cuando la alarma de su celular suena sin haberla activado.

Despierta y la apaga viendo en la pantalla de su teléfono las 2:00 am.

Un escalosfrío empieza a apoderarse de su cuerpo cuando reconoce el llanto que se escucha a muchas cuadras de distancia aún.

-No está pasando, no otra vez- susurra para sí mismo buscando el crucifijo que le dio Emmanuel.

-Padre nuestro que estás en el cielo- pronuncia lentamente al escuchar el llanto aproximarse -santificado sea tu nombre -corre a meterse debajo de las cobijas -venga a nosotros tu reino.

Todo queda en silencio.

Se destapa un poco y gira hacia la ventana esperando que algo pase.

-Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo- escucha que dice alguien afuera.

Todo su cuerpo tiembla, pero aferrándose al crucifijo se levanta y camina lentamente hacia la ventana.

-Danos hoy nuestro pan de cada día- apenas murmura cuando ve a la mujer de espaldas sentada en su corredor.

-Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden- dice apretando el crucifijo cada vez más fuerte -no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

-Amén- responde la llorona girando hacia él.

Y vuelve a sentir las dagas de sus brillantes ojos verdes clavándose en él.

Él quería cerrar la cortina y acostarse en la cama arropado de pies a cabeza, en verdad quería, así que no entendía porque estaba caminando fuera de su habitación.

-¡Mis hijos! ¡¿Dónde están mis hijos?!- lloraba fuertemente la mujer.

El rizado se para frente a la puerta principal y con manos temblorosas le quita el seguro.

¿Qué mierda tiene en la cabeza para hacer lo que está pensando hacer? Al fin y al cabo él es valiente y no le teme a los espíritus.

Abre la puerta solo un poco dejando al descubierto medio cuerpo suyo.

-¿Llorona?- pregunta más como llamando a la mujer.

Ella se gira y lo mira confundida mientras sorbe su nariz.

-Mi nombre es Erick- responde suavemente hipando aún.

👻

Les quiere:
Lía. ❤️

LA LLORONA <<Joerick>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora