Capítulo 6

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Observo la puerta, un poco inquieto, aunque Matías ha dicho que Andrés no vendrá, después de esa charla con Ivonne he entrado en modo alerta, esperando un cuatro en cualquier momento. No es que piense que Sara y él estén con ella, nunca se sabe y de momento, lo mejor es evitar estar en el mismo espacio con ese tonto de Andrés. Para las cosas que debería ser listo, se pasa de incompetente y para las que no, mejor ni pensar en ello.

Realmente nunca imagine que tendría tantos problemas y que el antojo me saldría caro, mejor me hubiera ido a jugar con manuela de haber sabido.

―Entonces ―me echo un puño de palomitas a la boca y las mastico antes de continuar―, ¿ya tienen fecha para la boda?

Sara no oculta su emoción y mi amigo, y ex prospecto de polvo, la tira contra su costado, dándole un beso en la cabeza.

¡Los odio! Son tan dulces, que me dan envidia. Nunca imagine que cuando lo lleve a mi casa, en un intento por ligarlo, terminaría con mi hermanita.

―Si. En marzo ―contesta él, que no parece nada forzado o indiferente. Eso es bueno.

Hago las cuentas mentalmente, estamos en octubre.

―En 5 meses. ―Me parece bastante razonable, aunque es posible que se interpongan en mis planes.

―Si ―dice ella con una sonrisa que comparte con él.

―¿Civil o iglesia? ―pregunto antes de comer otras pocas palomitas y tomar otro puñado del tazón. Se supone que veríamos una película, pero es mejor ponerme al día. Me voy una semana del pueblo y me pierdo demasiado.

―Pensamos que podemos hacer las dos ese día.

―Bien pensado ―concuerdo―. ¿Ya pensaron en los padrinos? ¿Lugar de la fiesta?

―En realidad, queremos algo pequeño. ―Olvidaba que Sara no es amante de las grandes fiestas.

―Solo familia ―confirma él.

―Eso no será divertido ―farfullo, pero a ellos les importa bien poco mi opinión―. Quiero ser dama.

Matías intenta no reírse y Sara solo mira el techo. Claro, ella debía esperarlo. Me gustan las cosas bonitas y me pondría el vestido solo por ver la cara de todos. La ultima vez que quise organizar una pasarela en el jardín a los vecinos casi se les salían los ojos. Claro, eran de trajes de baño y ellos son unos viejitos.

―No estoy segura si tendré damas.

―Aburridos. ¿Ya lo sabe Rebeca?

―Si. Y hablando de ella, ¿te dijo que este domingo quiere que cenemos con su amigo?

Resoplo de manera ruidosa y nada discreta.

―¿Cuántas citas han tenido? ¿Dos?

―En realidad, son cuatro ―me corrige ella, pareciendo divertida. Mi hermana espera otra historia color rosa para Rebeca, aunque yo pensaría mas en una gris, por aquello de las canas.

―¡Cuatro! Y ya quiere llevarlo a la casa ―digo indignado. Sacudo la cabeza, fingiendo malestar, en lugar de preocupación.

Una mujer que ha pasado tanto tiempo sola podría fácilmente ilusionarse y caer en malas manos. Maldigo la hora en que se metió a mis paginas de citas.

―Yo digo que está bien ―Matías interviene―. Sera bueno para que empiecen a conocerlo. Además, yo temería mas por él, que, por tu madre, ella sabe manejar a personas difíciles.

¡Soy gay!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora