Hay un dicho que afirma que existen dos cosas que no se puede ocultar, el amor y el dinero. En mi caso, lo que no puedo ocultar, por mucho que me esfuerzo... en realidad no lo hago demasiado. Estoy me lleva la que me trajo y quiero arrojarme sobre la mesa y estrangularlo, pero eso me pondría en evidencia, así que solo lo imagino. Gracias a Dios, Rebeca parece tan concentrada en Alfredo, que ignora el hecho de que tengo cara de amargura. Pancha por su parte no pierde oportunidad para lanzarle un lazo al cabronazo de Andrés, pero él ni la pela. Eso mantiene la atención y Sara, así que pasa la cena, conmigo echando humo en silencio y planeando un asesinato.
―¡Hasta que se fueron! ―me quejo dejando los últimos platos en el fregadero. Sara sacude la cabeza y sigue en su labor con el jabón y agua―. Ya casi que se querían quedar a dormir.
―Que no te escuche mi mamá... ―advierte señalando el patio, donde se supone los tortolos siguen hablando.
Pero es que estos no se cansan, que bárbaros.
―Ella anda en las nubes, sospecho que ya la perdimos. ―Lo que es bueno y malo a la vez.
―No te gusta la idea, ¿verdad?
Bufo apoyándome a un lado, tomando un trapo para ayudarla a secar los platos. Podría encerrarme en mi cuarto, pero eso solo aumentaría mi enojo y mi instinto asesino. Nunca he querido matar a nadie, no como a él. Se ha volado tres pueblos. Ah, pero me va a escuchar, ahora que lo agarre solito.
―Anda demasiado encandilada ―mascullo. Mi hermana suspira y echa una mirada por encima de su hombro hacia la puerta―. Si buscas a Pancha, esa ya se fue disque a dormir a Lucerito. Como si no hubiera estado dormida ya, lo que no quería era ayudar. Es una floja. ―Sara me mira y por primera vez me doy cuenta de su expresión astuta. Oh no―. ¿Qué? ―pregunto con inocencia fingida, algo que solo hace que entrecierre mas los ojos.
―¿Vas a decirme de una buena vez que se traen tú y Andrés? ―El plato casi se me escurre de las manos, pero lo salvo por un pelito.
―¿De nuevo con eso? Ya te dije...
―Sé que pasó algo, tu cara larga durante toda la cena me lo confirmó.
Lo que me faltaba, pero ¿es que a esta no se le va nada o qué?
―No sé que mosca les ha picado a ti y a Ivonne, pero te repito que no me traigo nada.
―Peter ―dice muy seria―. Te recuerdo que va a casarse y también que es el hijo del novio de nuestra madre.
Elevo un dedo, agitándolo y negando.
―En primera, aun no son novios. ¿A quien le ha pedido permiso? ―Ella pone los ojos en el cielo, pero no me interrumpe―. Es segunda, claro que me molesta. En ningún momento dijo que era su padre. ¿No debería estar enojado por eso?
Aunque ahora que lo pienso, no estoy seguro cual de las dos cosas me molesta más. Ya debería darme igual que se case o divorcie o se mude a marte, pero no lo hace. ¿Qué te pasa, Peter? Así no eres tú, es solo rabo.
―Bueno, eso a mí también se sorprendió.
―Ahí lo tienes, por eso mi cara. Además, sospecho que ocultan algo, por eso no dijeron nada y salieron con su sorpresita hoy, así que no me gusta para Rebeca.
―Me pareció un buen hombre, un poco serio, pero creo que puede lidiar con ella.
Odio que tenga razón. El hombre se parece a su hijo en su cara de estatua, pero la manera en que la miraba y como buscaba su mano cada que pensaba que nadie le miraba... odio admitir que es posible que ese par termine junto y todo es por culpa de ese inútil.

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¡Soy gay!
HumorPara mi familia no es un secreto mi sexualidad, ni siquiera mi intimidad. No tengo problemas con admitir que me gusta el sexo, mucho más si es duro y no implica mayores problemas que saber colocar en condón. Mis relaciones se reducen a un par horas...