Capítulo 9

1K 178 7
                                    



Estoy que me lleva la que me trajo. Y aquí estaba yo de pen...sativo creyendo que ese estaba arrepentido y mira nada mas con las que me sale. No, si para bruto yo, por fijarme en un cabrón como él. Pero esto que me sirva de lección, que ahora no le voy a dirigir ni el saludo.

―¿Quieres ir a cambiar a la niña? ―Miro a Sara, como si acabara de pedirme que salvara al mundo, pero en botarga del doctor Simi. Es decir, una locura.

―No quiero ―contesto, porque realmente cambiar a la niña no se me antoja. Lo que si quisiera es golpear algo, pero eso obviamente no es buena idea.

―Si, Peter ―dice con una sonrisa falsa―. Ve a cambiar a la niña ―recalca cada palabra, haciéndome fruncirle el ceño.

―¿Qué? ―Ya no es una pregunta la que me hace, suena más a una orden, así que la observo con sospecha. ¿Qué mosca le ha picado?

―Ve a cambiar a la niña, Peter.

Efectivamente, es una orden y no me agrada.

―¿Y Matías? ―Lo busco, encontrándolo junto a la parrilla, antes de que mi hermana me conteste justo eso.

―Ocupado con la carne.

―¿Y Rebeca? ―Señala la mesa donde se encuentra mi madre, muy tranquila con su nuevo novio. Genial.

Debo tener el mal de ojo para que incluso mi madre haya conseguido galán y yo... solo haga bilis.

―Está ocupada. ―Vuelvo a prestarle atención a Sara, quien parece muy determinaba a cargarme la bendición.

―¿Y su madre? ¿Dónde está su madre? ¿No se supone que solo iba a comprar los refrescos? ¿Se fue hasta la pinche fabrica o qué? ―Sara mira al cielo y sacude la cabeza, más que con molestia, parece resignación. Si, supongo que ya debería de estar acostumbrado a esos misteriosos escapes, pero hoy no tengo ganas de hacerla de niñera.

―Justo eso, se supone que solo iría por los refrescos, pero quien sabe dónde se ha metido.

Creo que puedo hacerme una idea en que anda, pero no lo digo, porque soy soplón solo cuando me conviene.

―¿Y tú? Ve a cambiarla tú. ―Me mira con impaciencia, algo que es raro en ella que siempre es tranquilidad y negocios―. ¿Por qué no vas a cambiarla?

Ella suspira y se acerca más, bajando la voz.

―Estoy dándote una salida, para que puedas tomar un respiro.

―¿Respiro? ―pregunto como tonto, porque realmente no entiendo que quiere decir. No necesito un respiro, necesito un arma y una pala para una tumba. A ese lo quiero 3 metros bajo el suelo y boca abajo, como dice la canción.

―Peter, tienes que ir, estás siendo demasiado obvio.

―¡¿Qué?!

―Eres demasiado evidente.

Me quedo boquiabierto, no creyendo lo que está dando a entender. ¿Lo sabe?

Su cara lo confirma.

¡Demonios!

Si, creo que tiene razón, estoy mirándolos como si quisiera echarlos al fuego y luego sentarme a comer tranquilamente, pero es que no puedo evitarlo, es demasiado el cinismo del Andrés ese.

¿Está haciendo esto por Iván? ¿No se supone que no hay nada entre nosotros? ¿Qué hace trayendo a esa y restregándome en las narices? Ya sé que se casara, no hace falta un recordatorio, como parece es su intención.

¡Soy gay!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora