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–Llegaste temprano, es un milagro –se burló Alya de la ojiazul, cuya costumbre de llegar tarde a todos lados no había cambiado nada.
–Desperté temprano y decidí aprovechar el tiempo –contestó Marinette secamente, su cabeza flotando alrededor de un nuevo diseño.
–¿Otra vez soñaste lo mismo?
–Sí. Pero no puedo recordar qué es –afirmó, tratando de sonar indiferente, harta de escuchar las afirmaciones de su amiga.
En ese momento Adrien pasó frente a la puerta del salón y se detuvo a saludarla desde lejos, con una gran sonrisa en el rostro. Marinette correspondió el gesto cansinamente, pero el rubio no lo detectó y siguió su camino.
–Eso me asusto un poco –la morena posó su mano en la frente de la azabache, preocupada por la falta de respuesta de ésta ante la presencia de su amor no correspondido hasta entonces–. ¿Estás bien?
–Sí.
–¿Segura? Adrien acaba de saludarte y no oí el pequeño ruido que haces siempre, cuando él...
–¿Te refieres al molesto chillido de ratón? –la chica de lentes asintió–. Bueno, desde ahora ya no lo oirás más. Se acabó –afirmó.
–¿Qué estás diciendo?
La triunfal entrada del profesor de inglés impidió el interrogatorio que la futura reportera estaba a punto de realizar a la desconocida que suplantó a Marianette Dupain-Cheng y se sentó a su lado. Para fortuna de la heroína, su horario la mantuvo alejada de todos aquellos que conocían su fijación por el modelo, pero tristemente, las últimas horas correspondían a un curso compartido con el ojiverde, quien era su compañero de mesa.
Puntual cual reloj, él se acercó al terminar la clase anterior para caminar juntos a su aula y la ojiazul deseó con todas sus fuerzas que un akuma atacara, así podría alejarse de él, necesitaba tanto estar sola por unos instantes. Ajeno a los pensamientos tempestuosos de ésta, Adrien trataba de darse valor para invitarla a salir formalmente. Había movido gran parte de sus actividades cotidianas para hacer un espacio en la tarde del sábado, día que Jagged Stone daría un concierto –cuyos boletos compró meses atrás sin tener la certeza de que ella aceptaría su propuesta–; esperaba que la euforia desprendida durante el evento haría más fácil decirle cuánto le gustaba y lo mucho que anhelaba ser más que amigos, pero la mala suerte que representaba su miraculous decidió hacer acto de presencia en ese instante, de la forma más irritante que se le pudo ocurrir.
Juleka, la artista, se abalanzó como un tornado sobre Marinette al verla, le preguntó si estaba libre el sábado y si quería ir con su hermano y ella al concierto del famoso rockero. En cuestión de segundos el héroe se quedó con una entrada extra al concierto y la agría sensación de perder para siempre a la chica más dulce de la tierra; no conforme con arruinar sus planes, la pelimorado le lanzó una sonrisa "amable" antes de robarse a la azabache, dejándolo solo en la mesa que durante casi un año había compartido con su amor platónico.
No tenía caso molestarla ahora pidiéndole ir al mismo evento, la respuesta sería negativa. Decepcionado y dolido emprendió el camino a casa –Marinette no lo esperó como era su costumbre, se marchó sin despedirse–; sentado en la parte trasera del auto fue asaltado por el molesto recuerdo de la sonrisa de Luka al verla, sintió algo parecido al fuego rugir en sus entrañas motivándolo a seguir en el juego, no dejaría que su amor se fuera al caño, no quitaría las garras del renglón, esta vez funcionaría, defendería su territorio de cualquier intruso. Él era un gato, no, un súper gato completamente rendido a los pies de su dulce futura novia, no le permitiría marcharse así como así, haría que lo amara y Nino lo iba a ayudar.
Lejos ahí, Ladybug, sentada en lo alto de la torre Eiffel, contemplaba los tonos naranjas del atardecer. Su pecho dolía y tenía ganas de llorar, como aquella vez, cuando descubrió accidentalmente que Adrien la amaba, sólo que a su lado incorrecto, al disfraz que protegía París, no a la torpe chica que llevaba tiempo idolatrándolo; en su momento se engañó creyendo que soportaría ser su mayor rival a vencer si quería obtener el corazón del rubio, pero después de hacerse daño de una forma tan masoquista, finalmente aceptó los hechos. Esa mañana al despertar tomó la sabia decisión de dejarlo ir. Haría las paces con su corazón y su alma, lloraría toda la noche de ser necesario, comería helado, se haría un tatuaje o cambiaría su look antes de seguir con su vida, pues aunque su primer amor no la correspondiera, no podía colgar los guantes y dejar sus responsabilidades como protectora, no permitiría que el desamor le diera ventaja a Hawk Mouth, ella viviría su duelo y continuaría vigilando su ciudad. Total, en meses nunca más volvería a ver a Adrien Agreste.
A pesar de esa determinación, una prueba decisiva estaba apunto de sacudir todo cuanto conocía, pero no sólo ella sería tentada, todos sus amigos estaban a punto de conocer un gran peligro que tenía forma de lobo y bajaba en ese instante de un avión procedente de otro continente.

Miraculous: Black Wolf & Chat NoirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora