Capítulo 3 (Daniel)

3 0 0
                                    

Cuando llegué a casa de mis padres vi a mi papá empujando un sillón y me apresure a ayudarlo.

-Ya estas algo viejo para esto ¿no?- Le dije con una sonrisa.

-Tienes razón, te lo dejo.- Dijo devolviéndome la sonrisa mientras se salía de la casa.

-Espera, ¿Dónde está mi mama?

-Fue al súper por las cosas para el ceviche.- Dijo mientras cerraba la puerta de la sala tras de sí.

Me toco sacar la vieja sala y comedor solo y meter los nuevos muebles a la casa. Cuando estaba armando el comedor, empapado de sudor, llego mi mamá.

-No puedo creer que ese flojo te dejara solo.- Dijo mi mamá enojada.

-Castígalo dándome los camarones grandes.-Dije riéndome.

Mi mamá también sonrió y se calmó y luego fue a la cocina a dejar las bolsas del súper.

-¿Necesitas ayuda?- le pregunte.

-No es necesario, tus tíos ya vienen en camino y entre todos ayudaran. Ya hiciste tu labor del día.

Lo que había parecido un castigo antes había tenido su recompensa, no me molestaba cocinar pero el ceviche era muy laborioso, desde pelar los camarones hasta picar la verdura para que comieran unas 20 personas incluyendo a mis tíos y primos.

Media hora después, yo terminaba de armar el comedor cuando llego mi tío Marco con su familia, mi tía Michelle y mi primo Alex. Alex siempre fue el primo con el que mejor me lleve, ya que al ser de la misma edad, mi abuelo nos enseñó a jugar hockey desde pequeños, los únicos dos de la familia que nos gusta el juego de hecho.

-¡Uy que lastima que no llegue a tiempo!- Dijo Alex cuando entro por la puerta.

-No te preocupes, aun puedes pelar los camarones.- Dijo mi mama mientras se acercaba para saludarlos.

Me pare a saludar a mis tíos y cuando llegue a Alex me sonreí, el me agarro del cuello con el brazo y me jalo hacia abajo, yo le tome de una pierna e intente levantarlo pero me fue imposible levantar ese tinaco. Alex era un tipo de mi estatura, solo que pesaba como 50 kilos más que yo, no era obeso pero caía en la definición de "llenito de amor".

-¡Se van a lastimar!- nos reprendió mi tía Michelle.

Los dos nos soltamos y nos saludamos con un abrazo.

-Alex me contó que te fue muy bien en el juego de ayer- Dijo mi tío Marco.

-Sí, el chico me ve como su ejemplo, procuro esforzarme para no decepcionarlo.- Dije con autosuficiencia.

-También le conté todas las veces que evite que metieran goles por las jugadas que perdías.- Grito Alex desde la cocina.

Alex y yo conseguimos trabajo en la misma empresa de construcción al graduarnos, yo como ingeniero ambiental y el cómo contador. La verdad no hacíamos la gran cosa, pero la empresa era de un viejo amigo del abuelo y como los dos jugaron hockey de jóvenes, él formó un equipo dentro de la empresa y competíamos contra otras empresas fuera de la ciudad. Alex jugaba como portero y yo como punta.

Continuamos platicando un rato en lo que llegaba el resto de la familia, cuando estuvimos todos pasamos a comer, me serví 3 veces y después pasamos a jugar lotería como era costumbre. En mi familia la lotería es cosa seria y los ánimos se calientan un poco. Pero lo peor eran los intervalos de descansos cuando mis tías, mi abuela y mi mama se ponían a hablar de las relaciones amorosas de mis primos y yo, a todos nos avergonzaba pero esa vez yo era el único que no tenía novia así que fui el centro de atención.

¡Por amor de dios!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora