¿Un dólar?... ¿Un mísero dólar? Se preguntó Doreen después de haber atendido a la última familia en el bar, con los niños molestos y el padre gritón. Caminó molesta hacia la cocina taladrado el piso con sus zapatillas de pequeño tacón. A veces lamentaba tener éste trabajo pero no podía conseguir algo mejor y además, tenía que quedarse si quería aprender a manejar un restaurante... pero el turno era horrible, trabajar hasta tardes horas de la noche era bastante peligroso y hoy no sería la excepción seguramente, pero aún faltaban unas horas más para que acabara su día.
El Fritz el cual era bar/restaurante estaba vacío, el único cliente que había era un hombre en la barra, perdido en sus pensamientos. ¿Quien quería venir a un bar en invierno...? Bueno, no era algo tan descabellado, la gente alemana está acostumbrada a las altas temperaturas y eso no importaba para un buen trago de cerveza, pero no aquí en Lake County. Muchos preferían quedarse en casa y los borrachines de siempre por alguna razón no se encontraban aquí hoy, siempre había alguien que era la excepción como ese hombre, con los codos en la barra, jalándose el cabello, queriéndolo arrancar. Doreen se preguntaba lo mismo cada de que veía a un alma solitaria como él, ¿Cual será el motivo de su visita?
Doreen caminó alrededor de la barra uniéndose con Sarah la linda y tierna bartender.
—Esto es estúpido —dijo Sarah cruzándose de brazos—. No deberíamos trabajar en estos días... —hizo un pequeño mohín.
—Él —dijo Doreen susurrando—. Él es la razón del porque estamos aquí...
Sarah la miró comprensible, luego dio un pequeño vistazo al hombre con ojos cristalinos por las lágrimas, no se apreciaba bien su cara, solo su nariz respingada.
—Me da pena y a la vez mala espina —susurró Sarah.
—Lo mismo dijiste de mi —Doreen le dio un pequeño golpe en el hombro, Sarah no pudo evitar sentirse apenada, después caminó hacia la cocina donde Will, el cocinero, se encontraba.
—Está muerto —Doreen entró por las puertas vaivén.
—¿Quien? —preguntó sin levantar la vista de su revista de ejercicio.
—El lugar, idiota —rió ella.
Will arrojó la revista lejos de él, molesto a leguas. No era inusual en él, tenía poca paciencia y un carácter duro que en vez de asustar a Doreen le causaba gracia junto con Sarah, ni siquiera por tener un aspecto sexy de chico malo ni músculos por todas partes... OK, tal vez no músculos pero si que daba miedo, era cocinero y eso le quitaba puntos para Doreen por alguna razón que ni ella entendía, aun así el chico era bastante apuesto.
—No debería estar aquí... ¿Quién demonios viene en invierno? —Will se talló los ojos obviamente irritado. Doreen lo admiraba desde una mesa, reía.
—Lo mismo dijo Sarah. Tranquilo guapetón, sólo quedan unas horas... Puede que llegue gente en la noche.
—Me da igual... —se encogió de hombros—. Me voy a comer algo, no quiero algo de esta cocina.
—Querrás decir, de lo que tu cocinas... —ella rió dulcemente, mostrando los dientes. Él la miro con cierta gracia.
—Puede ser... —rió—. Llámame si hay algún cliente de verdad... vendré cuanto antes.
Tomó su chaqueta y se retiró no sin antes darle un beso en la frente dejando a Doreen asintiendo. Lo que ella no sabía era que su rostro era una belleza cautiva de ojos azules y cabello castaño oscuro que caía como cascadas en su espalda, pero no sólo era la belleza quien la hacía una perfección de mujer si no el carácter y actitud de ésta que hacía caer a sus pies cualquier hombre, podría ser la musa de cualquiera y así parecía. Volvía estupefacto a todo aquel que la viera caminando por la acera aún con diez abrigos puestos en ella, pero si la conocieran... no sólo quedarían maravillados... podía haber dos opciones; Terminarían enamorados y cautivados así como William, o queriendo huir así como muchos otros.
Ella salió segundos después de él desanimada como la mierda, era un día horrible, y sólo eran dos mujeres y un hombre en el Fritz.
Las horas seguían pasando y lo único que podían hacer era limpiar o sentarse a esperar clientela hasta que el reloj marcó las doce en punto. La hora de marcharse había llegado, Doreen limpió la última mesa y levantó la vista hacia la barra donde seguía el hombre inclinado en ella, parecía dormido así que le echó un vistazo a Sarah, ella con un gesto le indicó que parecía que estaba muerto. "Sácalo" articuló con sus delgados labios rosas, a lo que Doreen respondió fulminándola con la mirada, ella definitivamente no era un gorila matón de esos que estaban en los clubes exclusivos afuera de las entradas encargándose de cada idiota, no podía sacarlo ni siquiera a patadas y Will no estaba, después de que ella no lo llamó no se apareció ni su alma.
Sarah a se acercó lentamente a Doreen, quien estaba en la esquina de la barra sentada.-Ya acabó el día, ¿Qué hacemos?...-Parecía angustiada.
—Tenemos que sacarlo nosotras... ¿Qué más?
Al contrario de Sarah, Doreen era decidida, ella se levantó en un salto y caminó hacia él lentamente mientras Sarah "su apoyo" iba detrás.
Picó su hombro—. Disculpa —dijo tranquila.
El chico saltó a la defensiva asustando a las dos muchachas haciéndolas retroceder un paso—. ¿Qué quieren? —respondió él relajándose al ver a dos pequeñas mujeres.
Doreen lo fulminó con la mirada. ¿¡Disculpa!? Pensó ella, levantó su voz, más segura de sí misma.
—Ya vamos a cerrar, es tiempo de que te vallas... —ordenó con las manos en la cadera.
Él la barrió con sus grandes ojos cafés, y esbozó una sonrisa de lado—. Shhh —soltó posando su dedo entre los labios—. Tráeme otro trago linda —dijo cerca a ella, el olor a alcohol le irritó la nariz.
—No. Ya cerramos.
Él la miró divertido, luego volteó y miró la entrada—. La puerta sigue abierta, bombón —contestó él y tomó su vaso inclinándolo hacia su boca, tomándolo todo de golpe.
—¿No la oíste? —desde atrás, la voz de Sarah los sorprendió a ambos. Sarah era tímida pero cuando se molestaba... debías dar cinco pasos atrás—. Lárgate.
La cabeza del chico se inclino hacia un lado, confundido. Los largos cabellos parados de su cabeza se inclinaban junto con él. Alzó las manos en derrota y sonrió—. Está bien —se paró de su asiento como pudo—. Ustedes ganan —dijo arrastrando las palabras—. No quiero que... —un eructo salió de sus lindos labios lo cual debía ser extremadamente asqueroso para Doreen, pero no había sido así—...Dos chicas lindas me golpeen ¿verdad?
El hombre de nariz respingada y ojos cafés salió tambaleando del Fritz, dejando confundidas a las dos mujeres—. Vaya...Que miedo —dijo Doreen con una sonrisa.
—Lo sé... te dije que me daba mala espina.
—No él, tu —río a carcajadas y Sarah sólo sonrió.
Al cabo de diez minutos de dejar todo casi listo, Doreen acompañó a Sarah a su auto ya que ella vivía más lejos a comparación de Doreen quien vivía a unas calles. Sarah preguntó antes de irse "¿Segura que estarás bien sola unos minutos?" A lo que Doreen con un gesto despreocupado de la mano le dijo que si. A veces, cuando tenía suerte, salía temprano y los locales de los alrededores aún estaban abiertos y algunos postes de luz seguían encendidos, pero hoy no... hoy era de esos días en los que todo estaba cerrado y los postes más lejanos se apagaban más tarde, lo cual la puso nerviosa. Puso llave al Fritz y se dio la vuelta atando con fuerza su abrigo hacia su pequeño cuerpo, y caminó segura.
Las calles eran oscuras y peligrosas para cualquier chica. Calle tras calle Doreen volteaba a los lados nerviosa de cualquier maleante pero dicen que cuando más piensas en ello, las cosas suceden. Unos brazos firmes la tomaron desde atrás dejando escapar un grito ahogado, ella volteó alarmada, topándose con dos tenues ojos color cafés recordando al chico en la barra, pero no estaba segura.
—Tu... —soltó con voz temblorosa—. ¿Quién eres? —parecía una pregunta estúpida para alguien que estaba a punto de ser atacada pero la pregunta salió sola. Doreen estuvo tentada de sacar 'eso'... lo que le salvó la vida un dia, pero que a la vez arrebató otra, sin embargo no lo hizo. No es necesario...
—Tu maldita pesadilla —contesto él riendo a carcajadas.
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Tu Maldita Pesadilla [Synyster Gates]
RomanceUna sonrisa no siempre es señal o resultado de que existe una vida llena de felicidad y paz, para Doreen era la máscara perfecta con la que ocultaba la tragedia que la acompañaba día tras día. Derechos de autor♡