Capítulo 2

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*Kara*

La mañana pasó viendo cómo habían personas viendo a los gatos y eligiendo a cual adoptar, Lillian estaba murmurando cosas para sí misma y no prestaba atención a nada. Nos volvieron a poner la comida y todo el sitio quedó en silencio, a excepción de que oíamos los ladridos de los perros.

-Bien, debemos salir de aquí. -me dijo tras unos minutos meditando. -Intenta salir entre los barrotes.

-No sé si cabré.

-Tú hazlo. -me regañó, y obedecí.

Primero pasé la cabeza y la mitad del cuerpo hasta que me quedé atascada, Lillian empujó con sus patas hasta que me libré de los barrotes y ahora estaba libre. Lillian hizo lo mismo que yo pero ella consiguió salir cómo si nada.

-Deberías adelgazar. -se burló. -Ahora vayámonos, no quiero seguir siendo un gato para siempre y menos estar contigo todo el día.

-¡Oye!

-¡Se escapan! -oímos gritar a los cuidadores.

Me sabía mal por ellos pero nosotras no éramos gatos corrientes, conseguimos saltar la verja y corrimos por al lado de un río que había al lado de la carretera, así iríamos más tranquilas. El clima se volvió frío y al cabo de un rato comenzó a llover, nos refugiamos en una cañería antigua que estaba seca y así no nos mojaríamos.

Noté que Lillian temblaba un poco pero seguramente no diría nada por su gran orgullo, en eso era igual que Lena, a pesar de que era su madre adoptiva.

-¿Y si nos juntamos para mantenernos en calor? -propuse con algo de cautela. -Lena dice que soy una estufa humana, debe ser por mis genes kryptonianos.

-No tengo frío, kryptoniana inútil. Debe ser tú imaginación, o que tú tienes frío.

-No sea obstinada, sé que tiene frío y juntarnos sería lo mejor para que no muera congelada. -le regañé. -Además, sé que Lena lo pasaría mal si a usted le pasara algo.

Al cabo de unos segundos me di cuenta de que no iría a hacerlo, por lo que enrollé en mi mísma para estar más cómoda. La tormenta la teníamos encima y veíamos cómo los truenos estaban sobre nosotras, y el cielo resplandecía. Decidí dormir un poco para recobrar energía, estuve unos minutos dormida hasta que noté cómo alguien se apoyaba en mí, abrí los ojos y se trataba de Lillian.

-Ni una palabra de esto a nadie. -me amenazó.

-Se lo prometo.

Estuvimos la mayor parte esperando que la lluvia cesara, al finalizar la tormenta seguimos caminando por el camino hasta que nuestros estómagos hicieron acto de presencia, indicándonos que teníamos hambre.

Lillian observaba las plantas y me indicó que había una comestible, se llamaba oruga silvestre y que era buena para la digestión y es desintoxicante. Comimos un poco de la planta al menos para aguantar hasta llegar a mi casa.

Caminamos bajo el sol resplandeciente que había salido tras irse aquellas nubes, y ahora nos asábamos de calor, y más cuando caminábamos por la carretera.

-Creo que estoy teniendo visiones, estoy viendo la ciudad. -dije con la lengua fuera por el calor y la sed.

-No es una visión, kryptoniana inútil. Estás viendo la ciudad. -me regañó pero en su voz había alegría.

-Podrías llamarme por mi nombre y no decirme todo el rato, kryptoniana inútil.

-Todavía no te lo mereces. No tienes mi confianza.

De la nada un perro salió, cruzó la carretera y comenzó a perseguirnos. Mi energía había regresado y corría bastante rápido, oí un grito y vi que el perro tenía a Lillian sujeta por una pata. Ella intentaba liberarse pero el can no le dejaba.

Situación Peluda (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora