Capítulo V.

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"Y, en verdad, lo intenté. Intenté alejarme de ti, intenté olvidarte, porque siento que si me alejo, me podré sentir mejor conmigo, pero, a pesar de lo que haga, tú sigues buscándome y sigo sin entender por qué lo haces, si, al final, siempre terminamos haciéndonos daño...

A pesar de todo eso, ¿sabes? Lo único que quiero es que estés conmigo. Quiero poder abrazarte y decirte lo mucho que te quiero, quiero tomar tu mano y mirarte a los ojos, quiero que pasemos tantos momentos inolvidables juntos... Sin embargo... Dudo que eso pase..."

—Alemania.

Kazán, Rusia, Septiembre de 2035.

El sonido del viento chocar contra la ventana era algo molesto para cierto ruso. Sus ojos celestes observaban al alemán, quien trataba de bajar la cabeza para no mirarlo directamente.

Había pasado todo tan rápido que, con simpleza, no quería recordarlo. Aunque, en sí, fue divertido romper cosas y a aquel estadounidense altanero e hijo de puta que, con sólo verlo le causó rabia, pero, el que pagó más parte en todo esto fue su hermano mayor, aquel ucraniano al cual no pasaba ni con agua, más aún, este aunque tuviera fuerza o no, estaba enfermo, delicado hermano inútil que le tocó.

De hecho, éste ahora estaba con el director explicando todo junto con los los implicados, siendo ellos dos los únicos en la enfermería.

Cuando la pelea hubo terminado, el mayor se ocupó de llevar al alemán a aquel sitio, quedándose allí por el simple hecho de que lo veía solo. Incluso, amablemente le dió una de las camisas que guardaba en su mochila para casos así.

—¿Vas a dejar ya de poner esa cara de idiota? —Sí, él no tenía una buena elección de palabras para hablar.

Para Alemania, éstas no significaron nada, no porque no le importara, sino porque estaba acostumbrado a esa clase de insultos. Un suspiro salió de su boca, desviando su vista a otra mancha del suelo con el pretexto de ignorar que estaban solos.

Si bien la enfermera fue amable y le dió la asistencia necesaria, ella dijo que iba a tratar de hablar con el director, para que pudieran llegar a un acuerdo con su tutor y retirarse temprano... Siendo que, la verdad, lo que menos quería era regresar con el otro alemán estando tan vulnerable.

—Lo siento —mencionó por décima vez en la hora y media que llevaban juntos, provocando en el ruso un quejido—. Siento si soy muy molesto, sólo...

Pero se interrumpió a sí mismo otra vez, no queriendo hablar de más, después de todo, sus palabras nunca importaban. Jamás lo harían, ¿no?

—Habla cuando necesites ayuda. —A pesar que no se conocían, Aleksei estiró su mano, acariciando los negros cabellos como si de un niño se tratase. Éste, por instinto, cerró sus ojos esperando un golpe—. No me sentaría mal romperles las caras a esos imbéciles, aunque espero y sean suspendidos unos cuantos días.

El ruso apartó su mano, dejándose caer a los pies de la camilla. Sus ojos azules se perdían en el blanco techo, para luego bufar molesto, aliviado quizá por no ir a esas clases aburridas.

—Дерьмо —maldijo—. Mi hermano el estúpido se mete en otros problemas estúpidos de otro estúpido —chasqueó los dedos mirando ahora al alemán, dando a entender que el ucraniano es su hermano—. Dime tu nombre.

—... Fre-Frederich —-respondió, omitiendo su apellido, para luego mirar hacia otro punto-. Todos aquí me llaman... A-Alemania.

Trató de no mirarlo, sintiendo la camisa del otro muy grande en sus hombros. Era muy chistosa la forma en la que ésta se veía en sus mangas, en él en sí.

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2020 ⏰

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