Dos Recuerdos Dolorosos

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Uhhh~, después de tanto tiempo al fin el capítulo de este fanfic...bueno, espero puedan disfrutar, me ha parecido importante llenar algunos huecos y abrir otros más jajajaja...












Sus rodillas clavadas en el suelo, con la cabeza agachada y exhalando rápidamente sintiendo como su corazón está a punto de salirse de su garganta. Aún hay tiempo para implorar, si existe una señal de que alguien más allá de las nubes lo escucha será mejor venga ayudarlo pronto, ya no puede, a punto de caer...

A punto de morir.

Su madre los ha dejado solos, no sabía lo que era peor, sí estar con mamá o con su hermana, como sea, ya no debe de extrañarse.

Escupe los dulces de chocolate barato, desabridos, ya caducados con sabor a barro endulzado. Hay incienso en el aire, entra por sus fosas nasales, es demasiado, la mordaza no ayuda y sus ojos pican, necesita aire fresco.

Ella coquetea, sus avellanas parecen ocultos, detrás de pestañas postizas, tiene labial y un traje de niña fresa. No sabía lo que estaba haciendo, ni en el monstruo que se estaba convirtiendo, ella danza y canta, él muerde y raspa el suelo, cada quien a su ritmo y vigor.

Se acerca un poco a él, se pone el labial en la boca, hace el sonido de pequeños besos para arrastrar el rojo en toda la longitud de sus labios. Lo acaricia suavemente, siente el cabello y los nudos que se han formado atándose a sus dedos, le da un dulce beso en la mejilla dejando estampado el labial, guarda el lápiz carmín en la pequeña bolsa de la camisa del chico, como un recuerdo.

—Un día me casaré contigo, hermano— enternecida con esos ojos de niña buena.

Él niega rotundamente con la cabeza, suplica, aturdido y desorientado, ya estaba acostumbrado al cloroformo, pero la parte cuando tiene que despertar siempre es difícil.

Muerde fuerte la mordaza, la quijada duele y la saliva se desparrama. Es el maná que libera el oro, no debe desperdiciarse, su hermana le ayuda, su rostro choca con la mejilla derecha del desafortunado, saca su lengua y empieza a lamer el rastro de saliva, sabe amor y pasión cautiva.

—¿Sabes?, no es divertido jugar de esta manera— ella tuerce la camisa de su compañero de juegos —Podría desatarte, pero debes prometer estar quieto— él asiente casi de inmediato, casi nunca podía sentir sus extremidades libres —Bien, pero si intentas algo...— amenaza cerca de su oído —Vas a pasarlo muy mal— lame el lóbulo de su oreja.

No respondió, simplemente estaba muriendo de miedo.

Ella va a la cocina, toma uno de los cuchillos de los estantes colgantes, sostiene fuerte el puño del metal, sabe que no bromea con la seguridad de su hermano...

Ya antes pudo escapar, una estupidez más y sabe que tendrá que llevarse otra muerte con él...

Bueno, ir de casería es relajante.

Toma el pedazo de tela que lo mantiene atado de las manos, empieza a desatarlo, lo mira de reojo y no puede evitar reírse de su pobre hermano, ¿Qué era él?, hasta el día de hoy no puede describirlo, es piel y huesos, ojos bonitos, un tesoro reprimido y la posible detonación de una variedad de males. Es divertido, de solo pensar todo lo que Soma es, todo lo que él puede arruinar.

Sus manos terminan por ser liberadas, empieza a masajearlas, siente la tensión liberar sus muñecas. Pronto sus manos tienen otra misión, la dulce niña capataz las lleva hasta sus pequeños pero firmes pechos, pide que masajee sus bultos de carne.

Asqueado, se niega, recibe una cachetada por su insolencia.

Siente el peso del cuerpo de su hermana presionando contra su parte baja, ella está encima, satisfecha. Él es débil, no se puede resistir y mejor deja que las cosas sigan su curso. Le quita la mordaza. Siente su lengua explorando su cuello, sube por encima de su barbilla y se encuentra con su boca, ella presiona contra él y lo invita a que haga lo mismo...

Un Ángel Que Inhala PlomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora