Capítulo 7. Los errores se pagan II

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- Lía -


Era la segunda hoja que copiaba con la maldita frase y empezaba a notar como me pesaban los brazos por la posición.

¿Cuántas líneas más querrá Helena que copie?

No me atreví a girarme para comprobar si estaba detrás de mí, pero podía sentir sus ojos observándome desde algún punto de la habitación.

Cuando estaba a punto de terminar la quinta cara llena de la maldita frase, decidí hacerme notar para ver si conseguía librarme de una vez:

- Ya llevo 5 caras... ¿puedo parar ya?- me giré buscándola con la mirada y puse mi mejor vocecita de arrepentida, esperando que así surgiera mejor efecto.

Mi mirada tropezó con la suya mientras ella observaba apoyada desde una de las paredes. Se incorporó y vino hacia mi sonriéndome dulcemente.

- ¿Te ha quedado claro que las niñas buenas como tú no dicen mentiras?- dijo mientras comprobaba las frases que había escrito.

- Si.- Susurré un tanto tímida. Notaba como el calor subía por momentos a mis mejillas.

- Muy bien.- Cerró la libreta dejándola encima de la mesa y me puso las manos en mis hombros tratando de llamar mi atención y que la mirara.

- Ahora vas a probar la regla y quiero que te coloques tu solita apoyada en la mesa.

Me quedé totalmente pillada en el sitio.

¿Qué me coloque yo en la mesa? Eso es como si aceptara el castigo totalmente...

Levanté la mirada tratando de buscar un poco de ayuda por su parte, no pensaba colocarme yo sola en la posición para que continuara castigándome.

Me devolvió la mirada seria pero comprensiva y, antes de que pudiera darme cuenta de lo que realmente estaba haciendo, me encontré abrazándola deseando que no me hiciera colocarme en esa posición tan fría y solitaria. Me devolvió el abrazo sin pensarlo y cuando estuve preparada para separarme, avergonzada por lo que acababa de hacer, me acompañó de la mano hasta la mesa y me ayudó a adoptar la posición. Ahí estaba la maldita regla de madera esperándome colocada en la mesa frente a mí, era larga y hacía pinta de picar de lo lindo.

- Muy bien pequeña, ahora quiero que cuentes. Serán 15, altos y claros ¿vale?- Me acariciaba el pelo y la espalda mientras me daba las instrucciones con voz suave pero que no daba pie a llevarle la contraria.

- Vale...- no sabía dónde meterme, escondí la cara entre mis brazos y no pude evitar mover las piernas con nerviosismo, deseando por una parte salir de allí corriendo y por otra parte que acabara de una vez. Notaba el culo ardiendo de los cepillazos y no estaba muy segura de poder aguantar los 15 azotes que me esperaban con la regla.

Noté como pasaba la regla suavemente por mi ya castigado culo, no pude reprimirme y me tensé bajo su tacto.

- Shhhh relaja y quédate quieta. ¿Preparada Lía?

Cogí aire y en otro casi inaudible susurro le contesté con un tímido e inseguro Sí.

El azote con la regla no se hizo esperar y fue acompañado de un quejido por mi parte.

- ¡Cuenta Lía!- Otro azote con la regla acompañó la orden que yo ya había olvidado por completo.

- ¡¡ Ay uno!!- Tuve que reprimir las ganas de interponer mi mano para que no siguiera castigándome, pero algo me decía que eso era una pésima decisión.

Es por tu bien, LíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora