"Mafuyu Satou" La seductora manera en la que él pronunciaba mi nombre; aterciopelada y melancólica "Oye" Siempre me hacía caer rendido "Préstame atención" Suspiré, dejando a un lado la novela que trataba de terminar, sobre la manta de polar con la que me estaba acurrucando en la cama. Yuki sonrió, acomodándose en mi regazo, restregándose sobre mis muslos.
"Siempre consigues lo que quieres" Bufé, jugueteando con su flequillo, dejando que mis dedos se enredasen entre su cabello "Pareces un gato" Musite con una sonrisa. Sus raíces castañas empezaban a opacar su rubio. Él haría otro desastre pronto con agua oxigenada y blondo.
"Quizás deberíamos conseguir uno, el departamento se siente muy grande para nosotros dos" Sus ojos se cerraron, sus feromonas inundaron la habitación; lenta y profundamente "Agrandaríamos nuestra familia" Mis piernas tiritaron sobre la cama y un suave beso fue colocado sobre sus labios. Sus pestañas cosquillearon sobre mi nariz.
"No deberíamos" No deje de acariciarle el cabello "Creo que el gato se sentiría solo cuando nuestras clases empiecen otra vez" El rostro de Yuki se apego a mi vientre, una corriente eléctrica, una estática indescriptible "Además, me gustan más los perros" Era caer rendido hacia él una y otra vez. Amigo de la infancia, amante de la vida.
"Entonces un perro será" Antes de que le pudiese responder, con un agarre sobre mi cintura él me tiro a su costado en la cama "Quiero uno pequeño y lindo" El rostro me ardió mientras el corazón me pesaba, la respiración se me aceleró hacia algo inhumano "Justo como tú" Mientras me dejaba llevar por sus caricias y su aroma "También lo quiero esponjoso" Era protector.
Aunque nosotros llevásemos cinco años de relación aún no me podría acostumbrar. Me ponía nervioso, ansioso, feliz, torpe y angustiado, todo en una explosión de palabras que se negaban a escapar de mis labios para perderse en un lio. Cerré los ojos, siendo acunado por sus feromonas; fuertes, seductoras, asfixiantes, masculinas y dominantes, a pesar de la reputación de los alfas, con él era diferente. Yuki era diferente, siempre lo había sido. Sus brazos rodearon mi cintura, bajando hacia mis caderas, me apegué aún más a su piel, deseando no tener que separarme nunca de su cuerpo, pude percibir como sus latidos se agitaban, sonreí.
"Mafuyu" Me volvió a llamar "¿Qué es lo que piensas de las parejas destinadas?" Aquello me tomó por sorpresa, parpadeé confundido para encontrarme con un rostro fundido en seriedad y un sentimiento gris que no fui capaz de nombrar. No quise.
"Es un cuento para niños" Error. Esa no era la respuesta que él quería.
"Te estoy preguntando esto enserio" Se quejo tirando de mi mejilla, apoyé mi mentón sobre su pecho, perdiéndome en sus ojos. El color era bonito.
"Te estoy respondiendo enserio" Era ámbar, era dorado, era pardo, era miel, era tanto "Bien" Suspiré ante el puchero que mi pareja esbozo. Tan infantil "Es algo que mi madre me contó" Traté de recordar "Algo acerca de un alfa y un omega ya unidos, o unidos para siempre, nunca lo entendí bien"
"Es más que eso" Me corrigió golpeteando mi nariz "¿Cómo explicarlo?" Para luego acariciar mi cabello y retirar los mechones de mi frente "Es como la leyenda del hilo rojo, dos personas que están atadas la una a la otra, que nacieron para conocerse, amarse y estar juntas" Su palma se detuvo sobre mi mejilla, sentí un insoportable calor en todo el rostro. Me derretí y dejé de existir debajo de esa mirada.
"¿Cómo sabrán que deben estar juntas?" Aquella ingenuidad consiguió que en el rostro de Yuki se dibujase una brillante sonrisa. La amaba.
"Ellas sabrán que se pertenecen al momento de mirarse a los ojos" Lo amaba a él. Con toda la estupidez digna de la adolescencia y la imprudencia de la juventud.
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Invierno sin nieve.
FanfictionDicen que cuando un omega pierde a su pareja predestinada es incapaz de volver a enamorarse. Mafuyu se niega a dejar ir a Yuki, aferrándose a él y a su guitarra. Uenoyama es un beta quien por mera curiosidad empieza a ayudar al omega, comenzando a c...