Capítulo 4.

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Hola! Muchas gracias a quienes se toman el tiempo de leer esto.Seguimos con nuestro Uenoyama, pero acá las cosas ya van subiendo un poco de intensidad para él.Espero que les guste.

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No había religión en la que me pudiese refugiar, ni plegarías que respondieran el extraño traquetear que aquel omega había empezado a gatillar. No existían respuestas arrodillado a los pies de una iglesia, ni imagen santa a la que le pudiese rezar. No sino eran sus ojos, no sino era ese aroma, no sino era él. Había sido embrujado por aquel chico, no lo quería afrontar. Sin experiencia y asustado, mi amor era torpe, chocaba mientras gateaba y hacia berrinches al fracasar. Virgen. Vergonzoso, pero codicioso. No lo aceptaría jamás. No podía, era un simple beta.

Mafuyu; hasta pensar en su nombre incitaba a la vergüenza y a la lujuria. Odiaba aquellos nuevos sentimientos que no hacían más que confundirme, detestaba lo torpe que me había vuelto a su alrededor, me enfermaba esa marca, pero más que nada, aborrecía no poderlo tener lejos; porque me lastimaba. Cada nuevo pétalo que descubría en él provocaba una ridícula felicidad; adictiva y casi delirante, cada espina con la que me apartaba rompía mi corazón un poco más. Tan complicado y doloroso ¿Por qué si quiera la gente se elegía enamorar? Aunque yo no lo estaba. Nunca de él.

"Te ves fatal" La voz de Akihiko me regresó a la sala de estar. Me encontraba ahogándome entre los cojines del sillón, con el cuerpo tensó y la mente ida "Creo que te pegó fuerte el amor" Se mofó. Estúpido y narcisista.

"¡No me molestes!" Le arrojé una de las almohadas en la cara, él la esquivó, sentándose a mi lado en el sillón "Esto es un caos" Me quejé. Su sonrisa altanera fue un fastidio en aquel mar de hormonas. La vida perdió sentido por unos ojos bonitos.

"¿Por qué no le cuentas un poco más a tu amigo experto en el amor?" El rubio trazó una expresión petulante y dominante. Tan orgullosa.

"Buena idea" Los humos le serían apagados "Llamaré a Haru" El más alto gruño, humillado y ofendido.

"Haru ni siquiera tiene pareja" Los celos eran casi tangibles en aquel idiota; en aquellas cejas arqueadas y tartamudear atorado en la garganta. Sonreí, a veces él podía ser predecible "¿Cómo puedes pensar en preguntarle a él?" Lo molestaría un poco más.

"No lo sé" Crucé una de mis piernas en el sillón "He escuchado que es muy popular en el café" El más alto chasqueó la lengua "También pasa mucho tiempo con Take" Con carcajadas internas y satisfacción.

"Bueno, son betas después de todo" Rodeé los ojos, agotado de aquel discurso.

"¿Y qué importa?" Finalmente se lo pregunté "Un beta puede estar con un alfa si así lo desea" Con frustración, cansado de aquellas palabras una y otra vez "También puede estar con un omega" Entre vergüenza y anhelo, con furia "El género no dice nada en una relación"

"Claro que sí, es puro instinto, ustedes no lo entienden porque son comunes y corrientes" Y lo quise golpear. De esa manera lo hice. Frustrado y herido. Enfermo por él y abandonado por otro.

Porque lo sabía, un beta no sería capaz de soportar el celo de los de género superior, ni de satisfacer los ruegos de un omega, no podían percibir aroma, ni protegerlos con feromonas, no podían marcarlos de manera eterna, ni ser más que un pasaje en una historia de amor. Eventualmente encontrarían a su destinado, y sería abandonado; como un perro mojado, entre las calles de la indiferencia y los gritos de la ciudad. Estaba consciente de todo eso, pero no lo quise escuchar. Me gustaba creer en Mafuyu y alimentarme con falsas esperanzas. Si su alfa hubiese sido un beta él lo hubiese amado igual. Me molestó, pero no lo comprendí. Ni siquiera lo conocía, pero lo odié.

Invierno sin nieve.Where stories live. Discover now