Capítulo 7.

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Hola!Muchas gracias por entrar al capítulo de hoy.Este capítulo lo narra Uenoyama, es el último antes de ir con Mafuyu.Espero que sea de su agrado.

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El amor era como tocar música. La primera nota era apasionada y tenía encanto juvenil, era adictiva y dulce. De vibrar tímido y sonido desastroso. Poco a poco se tornaba intoxicante y venenosa, celosa y posesiva. El amor era como tocar música en los ojos de él; lindos y grandes, dolorosos y fríos. El amor era enlazar nuestros dedos sobre una guitarra, verlo reír cuando los acordes le resultaban, cambiar sus cuerdas cuando estas se rompían, compasar juntos un palpitar y anhelar esos labios. El amor era frío, era invierno y nostalgia. Mi amor era él.

Suspiré al frente de su apartamento; el sudor corría desde mi frente hacia mi cuello, un extraño burbujeo se había anidado entre mi estómago y mi pecho. Mi maleta hizo un ruido molesto sobre el piso, cerré los ojos, temiendo el jamás haber finalizado aquella conversación, dándome valor para tocar aquel portón. Mi respiración fue irregular y mi cuerpo un escalofrió. Él me abrió la puerta, con un pequeño bolso sobre su hombro, su sonrisa. El rostro se me calentó.

"Uenoyama" Era injusto que alguien fuese tan lindo. El legendario encanto de un omega.

"¿Estas listo?" El castaño me mostró su bolso con orgullo; era viejo y estaba descosido "Bien" Mis ojos lo quisieron evitar, no obstante, solo podían volver hacía él. Tonto e impulsivo.

"La única entrega importante que tenemos esta semana es la del electivo" Fracasaba y se caía una y otra vez "Pero podemos hablar un poco de eso allá"

"Sí" Con vergüenza le extendí la mano, sin ser capaz de mirarlo. Sin decir nada él la tomó. Criminales.

Con la excusa de conocerlo mejor lo había invitado a un viaje de tres días hacia la playa; fue una noche de impulso y cafeína que compré los pasajes y arrendé la habitación. Estábamos en época de exámenes y la tensión era palpable entre nosotros dos; de sentimientos confusos y desastrosos, de marcas dolorosas y feromonas seductoras. Caminamos hacia la parada de buses; el día era feo, el viento gélido, y su mano cálida. Tragué con dificultad, las ruedas de mi maleta no habían dejado de chirriar. Esperamos sentados en silencio, la brisa removió el flequillo de su rostro, el rojo me poseyó. Con unas bonitas y largas pestañas, con ojos coquetos, con labios tentadores. Suspiré, sabiendo que él no era más que un omega sin encanto, y yo un beta estúpido por haber caído por él.

"¿Es la primera vez que vas a la playa?" Fue el intento de conversación con el que traté de quebrar la tensión. Hubo un escalofrío y estática en la expresión que él me devolvió.

"No" Fue dolorosa y amarga; lenta y larga "Ya he ido con alguien más" Mis manos apretaron mis rodillas, las piernas se me tensaron sobre el paradero al tener la certeza de quien era ese alguien más. De imponente mirada, de colmillos filosos, de presencia sádica, y narcisismo. Con un corazón inútil que no hizo más que abandonarlo una despiadada noche de nieve. Era un cuento cualquiera.

"¿Te divertiste con él?" Mis palabras se escucharon celosas y frustradas. Lo eran.

"La verdad no pude ver muy bien el mar" Sus palmas se deslizaron sobre mi regazo; fue eléctrico y dulce aquel infantil tacto "Me gustaría verlo bien esta vez" Fue tan cruel.

"Tenemos tres días para hacerlo" Me aferré y agradecí aquella crueldad. Era de él. Clamé piedad.

"También" Los restos de un amor perdido y las migas de una tragedia sin consumar "Quiero tener fotos contigo" Hubo una repentina vergüenza sobre el rostro del omega "Tú dijiste que debíamos hacer nuevos recuerdos" Sonreí, embobado y hechizado. La pena fue compartida. Él era lindo.

Invierno sin nieve.Where stories live. Discover now