Capítulo 8

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Bill podía ser muchas cosas, un idiota, un engreído, embustero, narcisista, payaso, tramposo...pero Dipper no podía negar que a pesar de todo eso, era un gran cocinero. Y es que ni los ángeles que solían trabajar para ellos cocinaban tan bien.

- estos panqueques están increíbles – murmuró Dipper para sí mismo, por desgracia el rubio lo escuchó.

- claro que lo son, los hice yo por supuesto – alegó con arrogancia. En el comedor solo estaban ellos dos, Will se había retirado a su recamara a comer, según lo que le contó de su charla con Mabel, tenía mucho que investigar.

- que no se te suba a la cabeza - dijo ahora con su usual tono serio viendo como el ego el rubio se regodeaba.

- muy tarde Pino – se sentó junto al guardián, admirándolo mientras comía, al parecer su decisión de dejarlo hablar con Mabel había sido la correcta, Dipper estaba de mejor humor, incluso no se tensaba cuando lo abrazaba, lo cual era un avance en su relación.

- oye Bill... ¿es necesario que Mabel se quede todo el tiempo en esa jaula?

- Will se siente más seguro si está allí.

Ante esa respuesta Dipper se removió incomodo en su lugar, dudando si hablar o no, pero al final prefirió callar. Al ver el repentino cambio de humor de su amado el rubio decidió acercarse a él.

- ¿Algo que quieras contarme?

- nada – acabó sus panqueques y se levantó de la mesa - ¿hay algo más que pueda hacer aquí o me seguirás a todos lados? – preguntó de forma cortante.

Bill solo lo miró frustrado por su repentino cambio de humor y acaricio su mejilla, pero Dipper se movió con recelo al tacto del rubio. Y como no, si a su hermana la tenían en una jaula sola por algo que ni siquiera era verdad (y sería peor si Dipper supiera que Bill sabe los verdaderos sentimientos de Mabel).

- hay algo que quisiera mostrarte, pero deberás mantener los ojos cerrados todo el tiempo – dijo con tono juguetón el rubio jugueteando con su bastón.

- ¿es otra de tus tretas?

- no, no, de verdad si quieres mantenerte entretenido puedo mostrarte un lugar – se acercó peligrosamente al castaño tomándolo de la cintura para así apegarlo a su cuerpo – no es como si pudieses huir de mi de todas maneras; vamos, será más entretenido para ti – pero al ver que no había reacción en su amado guardián no tuvo de otra que decir – es una orden, Dipper.

Sin más remedio, el joven de ojos rojos acató la orden y sin poder mirar se "dejó guiar" por el rubio, y lo digo entre comillas, pues apenas vio la oportunidad, el rubio volvió a cargarlo entre sus brazos y lo llevó flotando a un lugar que aún desconocía. Cuando dejó de sentir aquella brisa y jalón lo empujó hacia atrás supo que se habían detenido. Bill lo bajó con suavidad.

- ya puedes abrir los ojos Pino~ - dijo con suavidad en su oído haciéndole sentir un escalofrío, que logró controlar.

Cuando por fin abrió los ojos, no pudo evitar quedar sorprendido, frente a él había un hermoso prado que colindaba con el bosque, y en el límite de ambos una pequeña cabaña se extendía, todo era exactamente como lo recordaba.

- ¿c-como lo...? – siempre fue bueno en ocultar sus emociones, pero al ver de nuevo aquel lugar, sentía que pronto rompería a llorar.

- ¿recuerdas cuando solías acosarme en sueños? – no esperó a que Dipper contestara para continuar – con el tiempo descubrí que si me concentraba lo suficiente la conexión podría ser en ambos sentidos, y cuando por fin logré atravesar la brecha, llegué aquí, ¿este era un lugar muy importante para ti, verdad Pino?

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