Capítulo 12

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Thanatos permanecía inerte a escasos centímetros de los barandales del balcón

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Thanatos permanecía inerte a escasos centímetros de los barandales del balcón. Observándola. Comprendiendo que la imagen que estaba frente suyo era real. A pesar de la lógica, ni siquiera surgieron preguntas en su mente. Toda su atención era hacia ella y el escaneo fue aún más espontáneo.

Ya no llevaba el flequillo que caía en cascada cuando estaba escribiendo durante las clases. Sus ojos eran maravillosos y sus labios lucían más rosados.

Caria fue la primera en abandonar el letargo y se levantó con naturalidad. Observó que Thanatos se echó ligeramente hacia atrás. No era para menos. Él se tensó al verla por completo. La bata que llevaba puesta simulaba que era lo único en su cuerpo. Sus rodillas estaban descubiertas. Una visión diferente a la que estaba acostumbrado de ver en ella.

Desvió la mirada, alegrándose por dentro que las luces del pasillo estaban apagadas y no reflejaban su sonrojo.

Como si nada hubiera ocurrido, se acercó a la puerta y la abrió con torpeza. Se le cayeron las llaves y maldijo entre sus adentros mientras se disponía a abrir por fin. Entró sin mirar a su costado.

Caria pestañeó con inminente confusión. La ignoró sin decoro.

Lo siguió y detuvo la puerta antes de que se cerrara. Lo vio poner una mochila larga sobre el sofá, dándole la espalda.

-Pensé que no te encontraría -dijo con inseguridad. No sabía por dónde entablar una conversación.

-No deberías estar aquí -dijo Thanatos con sequedad y calma.

Caria esperaba un sin fin de preguntas de su parte. Reprimendas, conversaciones reflexivas o un cuestionario del tamaño del río Aqueronte. Lo que fuera menos una afirmación tan cortante.

-¿No me dirás nada más? -preguntó presa de la duda. Thanatos se giró sin mirarla siquiera.

-¿Qué puedo decirte que no sea redundante ni lógico? -preguntó casi retándola sin embargo no dejó ni que le respondiera. Volvió a darle la espalda para continuar sacando unas cosas de esa maleta que puso en el sofá.

No estaba contenta con el recibimiento. Su trato indiferente le rasgaba el interior pero a pesar de eso, continuó allí de pie. Deseando que después de que le explicara todo lo que le pasó, la ayudara.

-Thanatos, quisiera hablar contigo. Pedir de tu ayuda.

Thanatos esbozó una media sonrisa con sarcasmo. Arrojó hacia el sofá lo que parecía ser una camiseta.

-La única ayuda que puedo ofrecerte es aconsejándote que regreses a los Elíseos o al Inframundo. No eres de aquí y no tienes por qué estar aquí.

-Te equivocas. Tengo razones por las cuales vine a la Tierra. Melínoe está...

-Me imagino que volvieron a meterse en problemas por su irresponsabilidad. ¿Ya desterraron a alguien más?

Casi se podía saborear el resentimiento en cada palabra.

Siempre has sido tú ||Thanatos y Macaria|| Serie Romances Inmortales #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora