Parte 13. Explicaciones

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Jihoon y Seungcheol fueron a comprar un poco de ropa para el menor.

Choi quería comprar miles de prendas para el muchacho, pero el jovencito se negó terminantemente a que le comprara más de un par de zapatos, y tres trajes de vestir. Luego, fingiendo estar muy cansado, consiguió que regresaran temprano a casa.

En cuanto entraron al departamento, el menor fue a la habitación y se quitó los zapatos y los calcetines porque, simplemente ya no aguantaba más el dolor en el pie.

Seungcheol lo siguió y vio con horror, que la ampolla en el pie izquierdo de Jihoon se había reventado, y el calcetín tenía sangre.

— Pero mi amor... ¿Por qué no me dijiste que estabas tan mal? ¡Debe dolerte mucho! – Exclamó, llevándole a Jihoon un antiséptico para que se lo aplicara.

— Duele un poco, pero ya estoy acostumbrado a que me salgan ampollas. – Se rio con humor. – Eso pasa cuando uno es pobre y tiene que usar zapatos baratos, hyung. No te apures. – Le contestó sin darle ninguna importancia.

— No quiero que uses zapatos baratos. Te acabo de comprar un par que puedes usar mañana, son muy cómodos y no te lastimarán en absoluto. Además, te voy a comprar otros pares más. – Le dijo molesto. – En cuanto estés mejor, iremos por más ropa para ti. – Ordenó.

Entonces Jihoon no aguantó más.

Había estado tratando de no enojarse con Seungcheol, pero éste insistía en comprarle más cosas, y él no quería eso. No quería parecer un oportunista y una puta zorra.

— ¡No quiero que me compres nada más! – Explotó. – No quiero nada de tu dinero, y tampoco necesito que me lleves a tu zapatería favorita en donde venden zapatos de miles de dólares. ¡NO QUIERO ESO! – Terminó, levantándose de la cama para meterse al baño y echarse agua en el pie, que le dolía bastante.

Seungcheol se quedó de pie, junto a la cama, muy sorprendido de ver a su novio tan enojado.

De pronto, la explosión de Jihoon lo asustó, porque jamás lo había visto así, perdiendo el control.

— "Pero si yo solo quiero darle lo mejor, quiero consentirlo y demostrarle que lo amo." – Pensaba sin saber qué hacer.

Iba a salir de la recamara para buscar a Jihoon, pero Pili y Mili comenzaron a chillar, recordándole que era hora de comer.

— Las había olvidado, chicas. Disculpen, les daré su comida ahora mismo. – Les dijo con tristeza, poniendo atención en lo que pasaba dentro del baño.

Jihoon también escuchó el llanto de las perritas, y se apresuró a salir, colocándose las sandalias.

Se acercó a los recipientes de los animales, y le ayudó a su hyung a servir las raciones, tratando de ser cariñoso con las perritas y los gatos.

— ¡Mmmhh, qué rico! – Bromeó con ellas, con un tono muy diferente del que tuviera con su hyung, momentos antes.

Choi miraba como Jihoon acariciaba a sus mascotas, y se sintió tranquilo.

Sabía que el menor estaba muy enojado, pero lo conocía, y estaba seguro de que jamás se desquitaría con las perras o los gatos.

— Gracias, amor. – Le dijo, y el menor lo miró sin sonreír.

— No hay de qué. – Se puso un suéter, y luego tomó las correas de los animales. – Saldré a darles su paseo. – Comentó finalmente.

— Yo lo haré, no te preocupes. – Le dijo con voz suave. - Me esperas aquí. ¿Verdad? – Preguntó con temor.

Entonces el menor lo miró sorprendido.

— Vivo aquí. ¿O no? – Cuestionó enarcando las cejas.

Seungcheol sonrió más tranquilo.

— Ésta es tu casa, amor, y siempre lo será, mientras tú quieras. – Aclaró.

— Ve a pasear a Pili y Mili. Cuando regreses, hablamos. – Determinó, regresando a la habitación.

— No tardamos. – Y se fue con las perritas, tratando de calmar sus nervios. Ver a Jihoon tan molesto le asustaba un poco, y ni siquiera sabía muy bien porqué.

Media hora después, Seungcheol regresó al departamento con Pili y Mili quienes entraron a su casa sin más, recostándose para dormir.

El abogado fue directamente a la recamara, y encontró a Jihoon enviando algunos correos en su portátil.

— ¿Cómo sigue tu pie, amor? – Le preguntó, recostándose a su lado.

— Igual. – Lo miró y terminó con el último correo. – Por desgracia, las ampollas tardan en sanar al menos unas ocho horas. – Explicó.

Ambos se quedaron callados. Los dos querían hablar de lo sucedido, pero al mismo tiempo, no querían alterar al otro, así que se hizo un silencio.

— ¿Cenamos? – Propuso Choi.

Y entonces, el intestino de Jihoon sonó, quejándose por la falta de alimento.

— ¡Lo siento, qué vergüenza! – Expresó el menor, levantándose de la cama para dejar la computadora a un lado.

— No te apenes, es natural. – Se rio Choi.

— Mejor cenamos algo antes de dormir. – Caminaron hacia el comedor, y entonces Seungcheol abrazó a Jihoon por detrás, apoyando su barbilla en el hombro del menor.

— ¿Quieres que pida comida a domicilio? –

— Tengo antojo de cereal con leche. ¿Y tú? – Preguntó, girándose para mirar a su hyung.

— Francamente no se me antoja. – Lo miró y sin más, lo besó suavemente, siendo correspondido por Jihoon. – Te amo. –

— Yo también te amo, eso jamás lo he dudado. – Le respondió con seriedad.

— Hace rato estabas muy enojado, y pensé que querrías irte y dejarme. –

— No me iré por un pequeño disgusto. – Se acercó a la alacena, y sacó la caja de cereal y dos platos, pero Seungcheol lo detuvo.

— Yo no quiero cereal, pediré comida japonesa para mí. – Negó con vehemencia.

— Odias el cereal. Lo olvidaba. – Se rio, burlándose de su hyung.

— No lo odio, pero... - Hizo un gesto de horror que era más que evidente.

— Hay cosas en las que somos muy diferentes, amor. – Jihoon se sentó en la mesa. – Pero no tienen importancia, no merece la pena ni hablar de ellas, pero hay otras cosas que son más graves y necesitamos aclarar. – Se detuvo al mirar a Choi pidiendo su comida.

— Tienes razón y lamento haberme equivocado, aunque aún no sé lo que hice mal. – Se disculpó, pero luego siguió con su pedido en el teléfono, hasta que cortó. – Creo que es importante que aclaremos cuales cosas son realmente importantes para ti, y cuales lo son para mí. –

— Así es. – Lo miró devorando su cereal. – Pero primero cenemos algo, y mientras tanto puedes ver el noticiero que tanto te gusta. – Encendió la televisión con el control remoto.

— ¿A ti no te gusta? – Preguntó sorprendido.

— No me gustan las noticias que se ven ahí. Pero entiendo que debemos estar bien informados de las cosas que suceden en el país y en el mundo. –

La cena del mayor llegó en ese momento, y ambos se sentaron en el suelo, frente al televisor y, mientras cenaban, se concentraron en las noticias. 

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