Parte 3. Solucionando problemas

401 48 5
                                    

Jeonghan regresó a su despacho después de dos horas. Había almorzado muy a gusto con su esposo y luego de bromear y platicar un rato, decidieron que era hora de regresar a sus labores.

Jisoo se fue a cumplir con su trabajo de chofer, llevando a Choi a los tribunales y ahí, se puso a ver en el celular los mensajes que tenía de su adorado esposo.

Tenían planeado irse de vacaciones en dos semanas, así que ambos estaban buscando un lugar solitario y romántico a donde ir.

Jisoo era un chico muy agradable. Había conocido a Jeonghan en un viaje que éste hizo a USA, cuando le ofrecieron los servicios de un chofer particular.

En cuanto se vieron, los dos se enamoraron, y supieron que, el otro chico, era su otra mitad.

Poco a poco Jeonghan fue conociendo la historia de Jisoo. Este era un chico de buena familia, con mucho dinero. Le pagaban todos sus gastos, mientras el chico se divertía trabajando de chofer para los turistas o empresarios que iban de vacaciones, o en plan de negocios, a USA.

— ¿Y qué te gustaría estudiar, Joshua? – Le preguntó el joven estudiante de leyes.

— Nada. – Le contestó sonriendo. – La vida es demasiado corta como para perderla yendo a la escuela. – Terminó, observando al otro chico para ver su reacción.

Jeonghan lo miró sorprendido, pero al ver la sonrisa traviesa de Jisoo, se rio con buen humor.

— Estás bromeando. ¿Verdad? – Dudó.

— Realmente no. – Se puso serio. – La verdad es que no sé qué podría estudiar que me dé lo suficiente como para vivir como a mí me gusta. – Suspiró. – Me gusta hacer muchas cosas, y creo que no podría hacer solo una durante cuatro o cinco años, y olvidarme de lo demás. – Y al ver que el otro chico iba a hablar, lo interrumpió. – Y si, ya sé que estoy viejo para pensar así, pero... así soy. – Terminó.

— ¿Entonces... cuáles son tus planes a futuro? Digo, si los puedo saber. –

— Vivir la vida. Disfrutarla y ser feliz. – Sonrió, haciendo sonreír a Jeonghan. - ¿Te parece tonto? –

— Claro que no. – Lo miró con los ojos brillantes. – Me gusta la idea de vivir igual que tú, pero yo no tengo una familia rica que me mantenga. – Enarcó la ceja.

— Tal vez... - Se acercó al hermoso chico. – Tal vez tú y yo podríamos hacer un buen equipo. – Le dijo, acariciando la mejilla del mayor.

Estaban de pie, recargados en el barandal de un mirador desde el cual veían la ciudad de Los Ángeles. No era de noche, pero ya eran las siete de la tarde y, definitivamente, era un día luminoso y muy bonito.

— ¿Equipo? –

— Si, un equipo. Tú me dejas que yo te haga feliz y yo te dejo que tú me hagas feliz. ¿Te parece bien? – Le tomó la mano.

— ¿De qué hablas? – Le preguntó nervioso.

— Me gustas, Jeonghan. Me gustas desde el primer día en el que te vi, y cada día siento que me gustas más y que no quiero separarme de ti. – Suspiró, acercándose más al otro chico.

— Tú también me gustas mucho, Joshua. – Y lo abrazó, para besarlo con profundidad.

Y desde ese día, decidieron que como se amaban y no querían separarse, Joshua regresaría con Jeonghan a Seúl.

El joven Yoon aún no terminaba la carrera de Leyes, pero eso no fue un obstáculo para que el joven Hong se mudara a Corea, comprara una casa hermosa, y comenzaran un noviazgo de dos años, que culminó en una discreta boda.

Good to meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora