Parte 1. Un día más en la oficina.

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La limusina blanca se estacionó frente al enorme edificio de veinte pisos, que se levantaba sobre la calle principal de la ciudad de Seúl, en Corea del Sur.

— Te veo en dos horas, Joshua. Gracias por traerme. – Expresó Seungcheol a su joven chofer, con uniforme y gorro, mientras se bajaba de la limusina, y el muchacho le abría la puerta.

— A la orden, licenciado Choi. – Le sonrió también, para luego cerrar la puerta, y mover el automóvil al estacionamiento subterráneo.

Choi Seungcheol, joven abogado, caminó rápida y ágilmente hasta la entrada del edificio en donde se ubicaban las oficinas de su despacho.

La firma del bufete Choi, Yoon & Chwe, era una de las más respetables en Seúl.

Tenía tan buena reputación, que todos los principales empresarios de Corea del Sur buscaban su protección, cuando se metían en algún lio legal, ya fuera criminal, civil o financiero.

Vestido con un elegante traje marca Armani, de color azul oscuro, con chaleco, camisa blanca y una hermosa corbata roja, con delgadas líneas blancas, entró al piso que contenía las oficinas de los socios principales, saludando a todo el personal, desde la persona que limpiaba el piso, hasta su amigo y socio, Yoon Jeonghan, quién en ese momento se disponía a salir para atender algún asunto legal.

— Te veo luego, amigo Choi. – Le dijo desde el elevador, sonriendo con su hermoso rostro de ángel, obviando el saludo matutino.

— Claro, Jeonghan. Ve con cuidado. – Le recomendó, caminando apresuradamente para entrar a su propio despacho.

Como siempre cuando llegaba en la mañana, su escritorio lucía impecable, con los lápices recién afilados, las plumas ordenadas por colores, y todos sus papeles en orden.

Sonrió, pensando que su asistente personal, Jihoon, era demasiado eficiente.

Se sentó en el cómodo sillón de piel color café, y leyó la orden del día, que había dejado escrita desde la tarde anterior, antes de retirarse.

En ella estaban escritas las indicaciones para Jihoon, y los asuntos pendientes que se tenían que checar ese día.

En otro montón de papeles, Jihoon le había puesto los documentos que tenía que firmar, en orden de importancia. El muchacho los había capturado e impreso antes de que Choi llegara, pues sabía que el tiempo era oro para el joven abogado.

Cinco minutos después, exactamente, Jihoon tocó a la puerta y luego entró a la oficina de su jefe, con libreta y el teléfono celular en la mano, para verificar todos los mensajes importantes.

— Buenos días, licenciado Choi. ¿Quieres que te lea tus mensajes? – Le preguntó.

Choi lo miró y asintió, mientras sonreía mirando al menor, pues realmente le caía muy bien.

— Claro, Jihoon. – Le contestó y recargó su cabeza en sus manos, que cruzó detrás de su cabeza.

— El fiscal Lee Seokmin llamó temprano. Quiere saber si pensaste en aceptar el trato que te propuso respecto al caso Wen. – Le dijo, leyendo sus apuntes y luego, acomodándose los lentes en su pequeña nariz, miró al mayor atentamente.

— Claro que no aceptaré su trato. – Lo miró, acomodándose en su sillón, siendo obvio que se sentía ofendido. – Quiere condenar a quince años de prisión a un chico que mató a un ladrón que pretendía robar su casa, y matarlo a él y a su familia. – Negó vehementemente.

— Entonces... ¿Qué le contestarás? – Le preguntó, sin reflejar ninguna emoción en su rostro.

— Dile que no aceptaremos otro trato que no incluya el texto: "No culpable". – Le indicó, mirando la hora.

— El fiscal ya sabía que contestarías eso, así que me pidió que te dijera, que el juicio comenzará pasado mañana a las doce del día, si te parece. – Contestó.

— Está bien... - Lo miró dudoso. – A menos que tenga otra cita para ese día. –

— Tienes una cita para almorzar con la señorita Bang Suli, justo a esa hora y ese día. – Le recordó, mirando su agenda.

— Pues la cancelaré. – Le dijo de pronto. – En realidad, almorzar con Suli no es tan importante como liberar a ese chico. – Comentó.

— Pero hyung... - Dijo Jihoon, pero de inmediato guardó silencio, cuando se dio cuenta de lo inapropiado que iba a ser su comentario.

— ¿Qué sucede? – Preguntó con curiosidad. - ¿Es una junta de negocios o una cita? –

— No, solo es una cita para almorzar. – Se arrepintió. – Entonces le llamaré para cancelar. – Anotó.

— No, Jihoon. Lo haré yo, es un asunto personal y yo debo hacerlo. – Lo corrigió.

— Está bien. – El joven borró la anotación que había escrito apenas.

— Comencemos con el dictado, amigo mío. – Le dijo en tono bromista, queriendo aligerar el ambiente un poco.

Jihoon lo miró sin contestar, pero con la libreta y el lápiz, listos para apuntar.

Seungcheol lo observó y, por un momento, se sintió un poco incómodo frente al muchacho. No es que tuviera algo malo, pero a veces Jihoon le daba la impresión de querer decir algo, aunque finalmente se contenía.

Especialmente cuando hablaban de mujeres, las cuales lo buscaban constantemente.

Al parecer, su joven asistente deseaba que saliera con alguna de esas chicas, para llegar a algo serio.

— "Tal vez, en el fondo de su corazón es un romántico, y solo quiere ver un noviazgo de cerca" – Pensó, pero luego lo rechazó. – "Jihoon es tan propio, tan objetivo y serio, que a veces me parece que es un muñequito de porcelana, y en lugar de corazón tiene maquinaria adentro. Jamás podría ser un romántico encubierto." – Sonrió ante esta idea, haciendo que el muchacho lo mirara con curiosidad.

— ¿Dijiste algo, hyung? – Le preguntó, confundido.

— No, nada. Continuemos, Jihoon. – Y empezó con su dictado, tratando de concentrarse mejor.

Mientras esto sucedía, Jeonghan almorzaba dentro de su limusina en compañía de Joshua, el chofer de Choi.

— Creo que es hora de que todos sepan lo nuestro, cariño. – Le dijo Joshua, mientras comía de su caja de comida rápida, tomando con bastante incomodidad de su jugo de naranja, el cual había apoyado en el asiento de enfrente.

— Esperemos un poco, por favor. – Sonrió Jeonghan. - ¿No te parece que todo esto es un poco romántico? – Le preguntó sin dudar.

— Claro, escondernos y comer a escondidas es "súper romántico". – Le contestó un poco molesto. – A veces pienso que te avergüenzas de mí. – Le soltó de pronto.

— No seas tonto. – Se rio el otro chico, acercándose para darle un fuerte beso. – Eso de tener vergüenza del otro, solo es de telenovelas tontas, y tú y yo no somos nada parecido. Nos amamos tanto, que podríamos compartir de nuestro amor y aún nos sobraría. – Le expresó, haciendo reír a Jisoo. – Me siento orgulloso de nosotros, y solo trato de pasarla bien. -

— Entonces... ¿Te estás divirtiendo? –

— Me divierte pensar en la cara que pondrán Choi y Chwe cuando sepan que mi esposo es el chofer de la empresa. Eso es lo que me divierte. –

— ¿Tan cerrados son? –

— No, para nada, pero no tienen imaginación. – Se volvió a reír. – Piensan que soy un ser aburrido y solitario. Y quiero que sigan pensando eso... por ahora. – Terminó de su almuerzo y dejando la caja a un lado, abrazó con fuerza a su marido.

— Te amo, licenciado Yoon. –

— Y yo te amo más, señorito Joshua. – Se burló.

— No tienes remedio, amor. – Le dijo Jisoo, para luego besarlo con profundidad, demasiado enamorado de su esposo.  

HOLA. Aquí empezamos otra historia. Les advierto que serán muy cortos los capítulos y la historia en si, no dura más de 15 capítulos. Espero les guste. 

Good to meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora