|05| 03 de mayo de 1981.

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Hoy desperté y desearía no haberlo hecho.

Al principio, sentía un ápice de esperanza porque alguien estuviese exigiendo justicia por el asesinato de Ruby-y el de Gold, aunque eso fuese indirectamente-, pero los chequeos policíacos buscando a alumnos que participaran en las protestas de Sapphire se habían vuelto rutinarios y eso lentamente evaporó las gotitas de optimismo que me quedaban.

A medida que aumentaban las revisiones, aumentaba el número de estudiantes detenidos y por consecuencia los protestantes se multiplicaron, ya no solo personas que buscaban represalias para los asesinos de Ruby, también luchaban por la liberación de los protestantes pacíficos que fueron detenidos sin motivo alguno. No sé por qué creí que esto llevaría a algo bueno.

Aquel pacifismo bien intencionado se fue perdiendo entre la oleada de gente que se sumaba a la causa. Pequeños actos de vandalismo junto con discursos más agresivos fue todo lo que necesitó para detonar una tragedia.

Hoy fui a la escuela, fui a mi primera clase como lo hago siempre pero en lugar de ser bienvenida por algún maestro, la subdirectora se paró en la parte frontera del aula, en vista de todos los alumnos.

«-Hoy se lamenta la pérdida de varios estudiantes de nuestra institución. Sabemos que así como eran elementos importantes de nuestra universidad, también eran hijos, hermanos y amigos. Nuestra institución no perdona la masacre que tomó lugar en el centro comercial de la cuidad y cree firmemente que la violencia empleada por la policía federal fue innecesariamente brutal».

Su voz la delataba. Su indiferencia, como lo único que le daba miedo era arruinar la imagen de su preciada institución, la artificialidad de su mensaje genérico. Pero supongo que es normal, porque en los últimos meses así se ha sentido todo; artificial.

Todos intentan actuar como si no pasara nada. Como si Red y Blue no estuvieran encarcelados, quienes espacieron los rumores de Gold ahora fingen ni recordar quién fue Crystal, nadie conmemora el homicidio de Platinum y nadie dentro de la universidad habla de las protestas de manera fuerte y clara. Hoy fue el único día en el que el personal de la escuela nos habló directamente sobre la última manifestación y solo fue para informarnos sobre las bajas de algunos compañeros ya que nuestra querida policía inició un tiroteo que mató a decenas e hirió a casi doscientos civiles. Después de recibir la noticia, todo volvió a la normalidad. Como si Sapphire, la única esperanza que me quedaba, no hubiese estado entre los ejecutados.

No entiendo. ¿Cómo pueden fingir que todo está bien? Yo me recrimino cada segundo de mi mísera existencia por seguir aquí, por no haber estado en la manifestación de una causa que yo apoyo tan fervientemente. ¿Cómo pueden seguir actuando con normalidad sabiendo que quienes deben protegernos pueden atacarnos con la excusa de estar siguiendo órdenes?

En cuanto terminó la primera clase regresé a casa, temblando entre lágrimas. La paranoia me carcome el cerebro. Mi corazón late pero siento que la sangre no me llega a ningún sitio, como si mis extremidades fuesen una carga de peso muerto. Solo quiero que todo se acabe. Todo.

Hoy por primera vez en semanas le presté atención a mi reflejo. Las ojeras no me quedan. No sé en qué momento descuidé tanto mi cabello, antes brillaba como el sol y ahora solo está opaco, ahora solo es una enredadera amarilla. Antes de mudarse, Green siempre me decía que le gustaban los destellos de mis ojos, que su color le hacía honor a mi nombre y los amaba porque el amarillo era un color muy alegre que iluminaba sus días. Lo extraño, pero ignoro sus llamadas porque no quiero que nos volvamos a ver, no quiero vea cómo he perdido el brillo de mi alma.

Desde hace meses que no sé lo que es sentirse bien, mucho menos sonreír. Lentamente, me he ido despidiendo de mi integridad como ser humano porque desearía no serlo. Mi mente ha rebuscado las formas más sombrías acabar con mi constante malestar, pero todas me hacen sentir como una cobarde. Colgar del techo hasta que el oxígeno deje de recorrer mi ser no sería tan aburridamente abrumador como el coma de Crystal. Aunque deslizara el filo de un cuchillo por mi cuello, nunca sería tan doloroso o brutal como las torturas y violaciones que pasó Platinum. Por mucho que quisiera emularlo, el ardor que me podría causar cualquier veneno nunca sería ni la mitad de insufrible como lo fue el fuego que acabó con las vidas de Gold y Ruby. Pero no es solo eso, el simple hecho de morir bajo mi propia mano sería una falta de respeto hacia Sapphire, que luchó hasta su último aliento. Lo último que me queda es 'perder la cabeza' como Red y Platinum, aunque viéndolos ahora siento que los juzgue mal.

Invadían los medios haciendo lo que querían, eran libres como Sapphire y Ruby nunca lo fueron. O tal vez sus mentes corruptas me han podrido también. Tal vez esa era la única forma de hacerme ver las atrocidades del mundo real. Tal vez yo también quiero ayudar a más personas a despertar de su dulce sueño haciendo todo lo que mi corazón encogido me dicte...

Tengo que hacer lo que Sapphire nunca podrá.

Son las diez veinticuatro de la noche. Dejé mis mechones llenos de nudos y suciedad en el baño, traigo mi abrigo puesto, ya saqué todos los ahorros que me quedan. Ya estoy lista para dejar de ser miserable. Para hacer lo que quiero y corromper mentes como corrompieron la mía. Darle a la zorra de la subdirectora donde más le duele, en su escuela de mierda. Hacer de los 'delirios' de Red una realidad.

1981. |PokéSpe|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora