Prólogo

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Mi abuela me dijo una vez que el amor era la cosa más bonita del mundo y entonces yo, como solo tenía seis años, creía que era el dulce más grande y delicioso que se compraba en el parque de atracciones más divertido del universo, pero también me habló del dolor que era algo completamente distinto y me dijo que la única cura era más amor...y ahora que lo pienso nunca me dijo cual era la cura del amor.

Mi mentalidad fue cambiando mientras crecía, y comencé a pensar que tal vez el amor no era más que una necesidad que teníamos las personas de obsesionarnos con alguien, y de sentirnos queridos por esa persona para ser felices.

Ahora puedo decir que el amor sí es la cosa más bonita del mundo, quizá del universo, pero no siempre sale bien; porque lo que sí es verdad, y aunque me duela mucho decirlo, es que en las relaciones siempre manda uno y tristemente manda quién menos ama.

Puedes sentirte, como se dice, en 'el éxtasis' pero esto solo dura un instante, es tan perfecto que cuando pasa parece mentira y el recuerdo pesa y mucho más si eres una princesa llorona, de esas que lo sienten todo demasiado adentro porque necesitaban mucho sentir ese amor y que viven momentos (para ellas) demasiado bonitos y al final se tropiezan con una piedra y creen que jamás podrán levantarse, pero ahora que lo sé, debo decir que la vida nos pone obstáculos porque sabe que nadie más que nosotros podrá superarlos.

Y digo esto porque aún puedo recordar a la perfección la primera vez que nos vimos e incluso podría diferenciar su olor si otra vez la vida me rozara por su lado.

Agradable a la vista pero no empalagoso, guapo pero no de esos que se fijaban en mi. O tal vez eso era lo que yo pensaba.

La rareza estaba en cada poro de mi piel y nunca me había plantado pensar en el amor. No tenía tiempo para eso, solo tenía tiempo para estar en las nubes, en mis libros, en mi música. Era tímida, algo insegura, me ponía nerviosa con casi todo y despistada, eso último va subrayado dos veces y a fosforito.

Pero él era distinto, tal vez demasiado diferente a mí, tal vez muy parecido...es que al final me voy a acabar creyendo eso de que los polos opuestos se atraen, porque si no, no entiendo porque hubo esa atracción tan fuerte, quizá porque nos parecíamos en esos pequeños detalles y nuestros polos se complementaban.

Tiempo después pude conocerlo realmente, supongo que todos nos escondemos detrás de una máscara, detrás de sonrisas efímeras e historias que dejaban a más de uno con la boca abierta, aunque en el fondo sabemos que no son más que obra de nuestra propia invención. Para destacar o encajar.

Las Princesas No LloranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora