~El limbo~

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Había pasado toda la noche sin poder dormir, aún no podía asimilar el hecho de que era un ángel y debía ir al limbo a buscar a Oddi.
En cuanto los primeros rayos de luz entraron a mi habitación decidí que era momento de ir al bosque, tome el amuleto que me había otorgado mi abuela y lo colgué a mi cuello, me puse unas botas, una chamarra y salí directo a encontrar a Oddi.

****

Cuando llegue al lugar del accidente, aún se podían apreciar restos de la motocicleta de Oddi, sentí como se me revolvía el estómago, me senté justo donde había estado a punto de morir aquella noche. -¿Cómo se supone que debo llegar al limbo?- dije mientras apoyaba mi cabeza en un pino.

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Desperté de golpe, -Diablos me quedé dormida-Susurre mientras observaba la hora en mi reloj- 11:30 p.m.
Maldita sea Sunna no puedes estar un momento sin dormirte dije para mis adentros. En eso sentí como un dejavu, me vi ahí sentada, asustada y desangrandome, mientras a lo lejos Oddi gritaba mi nombre y luego lo recordé todo.

*****
-¡Sunna!, ¡Sunna!, Sunna aquí estás lo lamento tanto Sunna lo lamento tanto no pude controlar la motocicleta, lo lamento tanto- decia una y otra vez Oddi mientras veía con horror la escena.

-No te preocupes, no fue tu culpa los accidentes suceden-Dije con un péndulo de voz.

Oddi se acomodo a mi lado, estaba herido, su cuerpo raspado y sus ropas rasgadas, estaba tan asustado. -ya llame a la ambulancia Sunna.. y a ti abuela.

-gracias, pero no creo sobrevivir Oddi.

Antes de que pudiéramos decir otra cosa una ráfaga de aire nos sacudió, de la nada había una persona frente a nosotros era alto y fornido, tenía unas largas alas negras que arrastraban por el suelo.

Se acercó hacia nosotros, pude ver como sus piernas estaban volteadas de una manera tan extraña, sus pies apuntaban hacia atrás pero sus rodillas hacia adelante.

Inspeccionó la escena y luego esboso una sonrisa tan grande que pude apreciar todos sus dientes.

-Parece que alguien morirá esta noche-dijo mientras su lengua se limpiaba la saliva, como saboreando nos.

-¿Quien eres y qué quieres?-Dijo Oddi.

-Soy Gallur-dijo mientras se acercaba a nosotros.

Pude apreciar sus enormes ojos negros y al fondo de ellos se veía tanta agonía y sufrimiento.

-Eres.. el hermano de Anna- dijo Oddi con voz temblorosa.

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Aún me sentía en shock después de recordar lo sucedido aquella noche, mire al cielo y la luz de la luna iluminaba el bosque, cuando baje la vista pude ver un camino de rosas rojas que se adentraban a lo más profundo del bosque, me levanté y caminé hacia el.

-Gallur, repetía en mi mente, y es que ese había sido la persona que nos había separado a Anna y a mí, su hermano, eso quiere decir que ambos son demonios.

Me tropecé y cai abruptamente al suelo,- maldita sea-grite.

Cuando me levanté y busque con lo que me había tropezado pude ver un campo verde, rodeado de rosas rojas, era algo muy extraño asumiendo que estaba ya muy adentro del bosque donde casi no pasaban los rayos de la luna por ende mucho menos del sol, me dirigí al campo verde y me recosté cerca de un rosal. -ay Oddi te necesito tanto-dije mientras las lágrimas caían por mis mejillas.

De la nada comenzó a soplar el viento tan fuerte que no me permitía abrir los ojos, los pétalos de los rosales volaban hacia todas partes, parecía como un huracán.

Cuando el viento se calmo y me permitió abrir los ojos me di cuenta que ya no estaba más en Akranes.

Me levanté y sentí un peso en mi espalda, me gire para ver y eran unas hermosas alas blancas, rápido busque el amuleto que me había dado mi abuela pero ya no estaba en mi cuello, desesperada lo busque alrrededor y Vi una espada resplandeciente, la tomé y ahí estaba el amuleto, transformado en un arma.

La tomé y comencé a caminar, había árboles a mi alrededor con forma de humanos atrapados en los mismos que gritaban por ayuda, más adelante había otros más que estaban atrapados en un charco de lo que parecía ser agua hirviendo, fui directo hacia lo que parecía un llano, ahí se encontraban varias personas que traían los pies y las manos atadas mientras caminaban en círculos chocando unos a otros, -este debe ser el limbo-dije apretando más fuerte mi espada.

Me abrí paso entre aquellas personas que chocaban unos con otros, perdidos, gritando por ayuda, sin saber a dónde ir, pude observar que carecían de ojos, era como si se los hubieran extraído, su rostro tenía esa expresión de miedo y sufrimiento.

Busque y busque pero no encontré a Oddi entre el tumulto de almas en pena que ahí se encontraba.

Más adelante pude escuchar el sonido del agua, me dirigí hacia allá, era un río color carmesí cuyas aguas parecían ir hacia arriba envés de ir hacia abajo como normalmente debían ir, me inque a apreciar de más cerca dicho río y una cara de las profundidades salió a mi encuentro.

-Ayudame, porfavor-dijo una pequeña niña que se encontraba nadando perdida en las aguas del río mientras me extendía su mano.

Metí la mano al río para tratar de sacarla, el agua estaba tan caliente que sentía como la piel de mi mano se desprendía de la misma dejando ver mis huesos, cuando al fin logré alcanzar la mano de la niña, más almas comenzaron a jalarla para impedir que saliera del río. Yo asustada les grite que la dejarán en paz y un aura de luz resplandeció a nuestro alrrededor provocando que las almas retrocedieran permitiendome rescatar a la niña.

-Gracias, por ayudarme-dijo la niña mientras posaba sus manos sobre las mías todas lastimadas.

-¿Estás bien?

La niña solo se limitó a sonreírme, -me llamo Erla, bajo su mirada hacia mis manos apreciando la piel desprendida mediante la cual se podían ver mis huesos.

-No te preocupes estaré bien, no me duele-Le dije a Erla mientras le sonreía.

-¿Porque un ángel tendría la marca de la muerte en su brazo?- pregunto Erla mientras apartaba sus manos de las mías.

-¿Disculpa?- me limité a decir.

-El símbolo de tu brazo, todas las personas que estamos aquí tenemos diferentes símbolos, y el tuyo al igual que el mío es de aquellas personas que han vendido su alma a cambio de algo, lo que no entiendo es porque un ángel haría algo asi. Ustedes a diferencia de nosotros no pueden morir a menos que sea por voluntad en este caso tú has accedido a dar tu alma, pero a cambio de que, que podría ser tan valioso de recuperar que valiera el precio tan alto que estás dispuesta a pagar.

Antes de que pudiera contestarle, el piso comenzó a estremecerse provocando que las almas se enloquecieran y comenzarán a chocar más fuerte unas con otras, el río empezó a hervir con más poder ocasionado que las almas que estaban adentro sollozaran, estabamos rodeadas de lamentos y gritos desgarradores.

-Sunna, Sunna, Sunna, Sunna, comencé a escuchar, el sonido cada ves que hacía más fuerte, sentía como si la voz viniera desde adentro de mi cabeza y no podía callarla sentí como si mi cerebro fuera a explotar. Tome de la mano a Erla y corrimos sin rumbo.



Once Upon a time an angel and a Devil fell in loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora