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Poco tiempo después se encontraban nadando en la piscina, la chiquita daba gritos de felicidad dentro de su flotador con forma de patito, Lisa la vigilaba con un vestido de baño de dos piezas color negro que resaltaba su piel y su tonificado cuerpo y la altanería de su orgullosos ojos claros, mientras Jennie llevaba uno azul marino de una pieza que mostraba las definidas curvas de ensueño del cuerpazo de la castaña, la nenita lucía un vestidito verde lleno de patitos, ya a sus 5 meses y medio tenía su cerebro listo para aprender y de veras que le divertía, luego de nadar con Jennie comenzó a impulsarse por toda la piscina con sus piecitos y su patito.

La rubia asombrada seguía muy de cerca los impulsos llenos de energía que Victoria hacía para surcar la piscina, entre risitas de felicidad, luego fue todo un vendaval sacarla de la piscina, lloró todo lo que no lloraba cuando se ponía malita, se retorció, chilló, tuvo ataques de rabia poniéndose toda rojita del enfado, y tiró lejos todos los peluches que la castaña desesperada le daba para que se calmara.

― ¡BUUUUUUUUUUUUUUAAAAAAAAAAAA! ― lloraba Ruby ante una frustrada y sorprendida Jennie mientras Lisa había salido a buscar unas toallas ― ¡BUUUUUUAAAAAAA! ― continuaba furiosa señalando la piscina.

― ¡No! ― dijo Jennie que ya tenía la piel arrugadita de tanto estar en el agua, desde las ocho y media hasta las 2pm ― Cálmate, amor, tranquila, deja de llorar que te dará dolor de cabeza ― le decía mientras la tomaba en brazos para calmarla y la presionaba contra ella para darle calor y besos... Pero era inútil.

― ¡BUUUUUUAAAAAAAAA! ― se retorcía en los brazos de Jennie ― ¡BUUUUAAAAAAA!

― ¡Ruby! ― le decía su madre acariciando su espalda, Lisa entró y se asombró al notar que aún lloraba.

― ¿Qué demonios le pasa? ― dijo la rubia molesta.

― No deja de llorar porque quiere entrar a la piscina ― le respondió Jennie en medio de los chillidos de la nenita.

― ¿Qué? ― dijo Lisa poniéndose de frente a su esposa y a la chiquilla que lloraba a grito partido, la gente las miraba con curiosidad, Jennie intentó por todos los medio calmarla.

― Ya amor, ya.... deja de llorar...

― ¡Basta! ― le dijo Lisa a Victoria de forma seria y con voz muy fuerte.

― ¡BUAAAAAAAAAAAAAAAA! ¡Glup! ― se atragantó la chiquita el llanto mientras miraba a su madre rubia, ofendida con sus ojitos rojitos llenos de lágrimas.

― ¡Nada te está pasando Victoria, deja de una buena vez de llorar! ― dijo con decisión la rubia.

― ¡No le hables así! ― le dijo molesta Jennie.

― No le está pasando nada Nini, debe aprender a dominarse ― dijo Lisa sin inmutarse ante el reclamo de su esposa.

― Es solo una bebé ― dijo la castaña, mientras Alejandra hundía su rostro en el regazo de ella ofendidísima.

― Que entiende muy bien ― dijo Lisa poniendo la toalla sobre su esposa y la nenita que se negaba a verla, pero ya no lloraba.

Jennie seria se fue de ahí sin hablarle. La rubia molesta se dejó caer en una butaca y se cubrió el rostro con la toalla. Una ancianita le dijo comprensiva que así era ser parte de una familia, Lisa apartó con frustración la toalla y le agradeció con una tímida sonrisa.

― Los bebés lloran a cada momento... No se estrese.

― Mi hija no llora casi nunca, hoy fue su primera pataleta...

― ¿Qué edad tiene? ― siguió la señora que en compañía su marido acompañaban a la rubia.

― 6 meses...

― Buueeeno, apenas comienza ― dijo ella con una sonrisa ― cuando esté de 15 verá lo que es una pataleta ― dijo ella haciendo un gesto de "Yo lo he vivido"

― Bueno, tiene razón ― admitió Lisa ― Pero mi hija es diferente.

― Todos los hijos son diferentes ― dijo la señora aun sonriendo, su marido asintió apoyando a su esposa.

― Claro.

― Ahora ve por tu esposa y dale un buen beso y verás como todo se arregla ― esta vez fue el esposo de la señora el que hablo.

― Bien ― dijo Lisa poniéndose de pie ― Tiene razón, no hay que perder el encanto de nuestro carácter por los buenos pulmones de nuestros hijos ― luego miró a los señores aterrada ― Espero que a sus quince no me haga volverme loca.

― Eso dependerá de la comunicación que tengas con tu esposa desde ahora, pero pequeñas discusiones siempre son normales ― dijo el señor con tranquilidad mirando hacia la piscina con claras intenciones de irse a dar otro chapuzón.

Lisa asintió y fue al cuarto en busca de sus mujeres, al llegar escuchó a Jennie canturrear algo mientras Victoria aún lloraba, pero esta vez se sentía que lloraba de una manera diferente, como cuando te sientes mal y lloras en silencio pero que poco a poco te escuchas a ti mismo y te provoca llorar más, o como cuando lo bebés lloran por la calentura y no dejan de llorar pausadamente.

Lisa asustada entro al cuarto de la nena y miró a Jennie que se balanceaba en una silla de abuela con la nenita en brazos y con sus suaves manos alisaba el cabello liso de la chiquita que lloraba destrozada en su regazo, con sus diminutas manitas a pesar de su edad, tomaba la blusa de su madre sin dejar de llorar, a la rubia se le encogió el corazón de la pena, Jennie alzó sus ojos y la miró dolida, pero le habló normal.

― Está resentida Lisa ― le dijo sin dejar de acariciar a la chiquita.

― Lo siento ― dijo la rubia acercándose a su esposa, miró a la chiquita que tenía lagrimitas en su carita y lloraba con los ojitos cerrados y el ya disminuido corazón de Lisa se hizo casi una partícula, se sentía pésima al verla llorar así.

Jennie la miró y le pasó a la nenita.

― Da una vuelta con ella ― le dijo sin mirarla.

― Peque Jr. ― dijo tomando a la niña ― De verdad, lo siento, no pienso cuando digo las cosas... ― Lisa puso a la chiquita a la altura de su rostro y la empezó a mimar con ternura ― Jo, mi princesita, perdóname... shhhh... mi bebita preciosa... ¿Dónde está la nenita más linda del mundo? ― le dijo acariciándole las mejillas, camino despacio con ella, la estrechó contra su pecho dándole pequeños besos en su frente y su cabecita

― Ay, mi nenita, mi pequeña Victoria, ya mi amor, perdona mis bobadas... mira... hay muchos pajaritos ahí afuera... ¿Quieres ir a verlos? ― le decía mientras las manitos de la niña poco a poco se relajaron y se estrecharon contra ella, la niña miró por la ventana buscando los pajaritos y con pequeñas perlitas de lágrimas aún en sus verdes claros ― ¿Quieres ir a verlos?― le pregunto la voz grave pero dulce de Lisa en su oído, la nenita miró con interés hacia la ventana y luego a su madre, se recostó en su regazo, le dio un beso tierno en su manita ― ¿No quieres? Son muy lindos como tú... ― la nenita señaló la ventana

― Sí ¿Quieres ir? Cantan lindo como tu madre, son pequeñitos como tú... Te amo princesita... Te amo ― le dijo besando a la nenita, Victoria señaló el suelo, Lisa con cuidado la dejó y la nenita comenzó a gatear en busca de un patito, las asombradas madres la miraron, tomo el patito y señaló la ventana.

― Sí... Eso es un pájaro ― confirmó la rubia y la nena sonrío feliz a sus madres ― Bueno... es una genio ― le dijo Lisa a Jennie, está asintió aún un poco molesta, pero asombrada con la nenita que ya se había instalado a jugar sentadita en la alfombra ya sin muestras de estar molesta con su rubia madre

― Pequeña... mi amor... yo, yo la verdad lo siento.

― Está bien Lili ― dijo Jennie acercándose a su esposa ― Ve a vestirte no puedes andar por ahí en vestido de baño ¿no crees?

― Claro ― dijo la rubia, pero sin dejar de mirar a su esposa ― Te amo.

― Lo sé ― dijo Jennie abrazándola.

― Aún tengo que aprender mucho de nuestra hija...

― Igualmente ― dijo la castaña mirando a su hija que miraba con interés cómo su patito se había quedado sin cabeza e intentaba que esta regresara a su lugar original.

You Are The Mother [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora